El famoso escultor francés Richard Orlinski está “indignado” con la ciudad de Barcelona por haber ordenado retirar una de sus obras al considerarla como una mera “instalación publicitaria”.
Orlinski es conocido internacionalmente por su coloreada serie Born Wild, formada por esculturas de animales como leones o gorilas, que combinan la sensibilidad del arte pop con la geometría cubista. Estas esculturas están instaladas en lugares públicos de las ciudades más importantes del mundo.
“Esta pieza tiene como propósito dialogar con el paisaje urbano y provocar emociones”, asegura el escultor
También Barcelona contó con uno de estos Born Wild , se llama Wild Kong y es un gran gorila rojo, aunque ahora está tapado por una lona. El enorme simio llegó a la capital catalana a través de un coleccionista privado, gran admirador de Orllinski, que lo compró y lo instaló sobre la cornisa de una finca de su propiedad.

Una imagen de Wild Kong tapado por una lona tomada ayer.
Gorka Urresola
Se trata de unos apartamentos turísticos llamados Cosmopolita y situados en el número 32 del paseo Sant Antoni detrás de la estación de Sants. “Los vecinos simpatizaron desde un primer momento con el gorila rojo, que incluso se convirtió en punto de referencia para los taxistas”, relata el abogado Mario Sol.
Pero el Ayuntamiento de Barcelona no compartió la simpatía vecinal por Wild Kong. Tras una inspección de la Guardia Urbana, el Consistorio barcelonés ordenó la retirada de la escultura de Orlinski al considerar que se trata de “una instalación publicitaria” y al constatar que el propietario del inmueble carece de licencia para exhibirla.
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Comenzó así un rifirrafe entre el dueño de los apartamentos y el Ayuntamiento. El consistorio ha cosido a multas al titular del edificio. Le impuso una sanción de 3.000 euros en marzo de 2021 por “alteración del paisaje urbano por publicidad no autorizada” tras haber enviado varios avisos para que Wild Kong fuera retirado de su pedestal.
Pero el dueño de la escultura se limitó a hacerlo retroceder un poco para que no fuera tan vistoso. Así que le cayó otra multa por el mismo importe. El propietario llevó al gorila un poquito más adentro. Y el Ayuntamiento mandó una tercera sanción. Esta vez de 600 euros.
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Ante esta situación, el titular de los apartamentos optó por una táctica triple: contrató a Sol como abogado, tapó con una lona al gorila y le contó a Orlinski lo que estaba sucediendo con su Wild Kong en Barcelona. Y el artista reaccionó. El pasado 4 de julio, Orlinski firmó un certificado en el que explica que “esta obra, como el conjunto de mis creaciones monumentales, tiene como propósito dialogar con el paisaje urbano, provocar emociones en el público y hacer al arte accesible a todos más allá de las instituciones tradicionales”.
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“La instalación de Wild Kong en la fachada del edificio de Sants se inscribe plenamente en esa visión artística. Cualquier intento de obstrucción, reubicación injustificada o cubrimiento de la obra constituye una alteración de su integridad artística”, añade el escultor.
En ese certificado Orlinski apela también a su “derecho moral, que protege la integridad y presentación de mis obras”. Ni el artista ni el dueño del edificio Cosmopolita tiran la toalla. “Están estudiando la interposición de una demanda contra el Ayuntamiento para proteger los derechos de autor del artista”, señala Sol en una conversación con La Vanguardia .
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Pero el Ayuntamiento insiste en que el gran simio de Orlinski no es arte sino publicidad. Fuentes municipales explican que “en el año 2016, se abrió a la empresa de vivienda de uso turístico el primer expediente por colocación de un elemento publicitario en la fachada de los apartamentos del paseo Sant Antoni, 32”. E insisten, en contra de la opinión del afamado escultor, que “el Instituto de Paisaje Urbano emitió un informe negativo al considerar este elemento un reclamo publicitario del edificio que provocaba un impacto visual y paisajístico dadas sus dimensiones, color y situación”.
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Además, las mismas fuentes recuerdan que “la Ordenanza de los usos del paisaje urbano prohíbe de forma expresa la publicidad en la fachada, tanto en la planta baja como en la planta piso de los edificios al señalar que “quedan especialmente prohibidas las actuaciones parciales que alteren las fachadas con aplacados y añadidos ajenos a la arquitectura del edificio’”.