“Vamos a regalar 2.5 millones de libros en toda América Latina”, anticipó días atrás a Clarín con gran emoción Paco Ignacio Taibo II en una de las oficinas de la sede argentina de Fondo de Cultura Económica, mítica editorial que dirige desde 2019. “Fueron dos años y medio de trabajo para lograr “25 para el 25”, un proyecto que está construido como una alianza. Nos propusimos regalar libros a adolescentes de todo el continente, en 14 países, particularmente en Argentina, Colombia, Cuba, Venezuela, Chile, Paraguay, Guatemala y México. El reparto de los libros comenzará el 17 de diciembre en forma simultánea en 200 ciudades y localidades de América Latina y terminará en febrero de 2026.
Paco Ignacio Taibo II durante una conferencia de prensa en Palacio Nacional de la Ciudad de México (México). EFE/Mario GuzmánJunto a la presidenta mexicana Claudia Sheinbaum, el director de FCE se realizó la semana pasada el anuncio oficial de la campaña que incluye títulos de los argentinos Osvaldo Bayer, Eduardo Rosenzvaig y Juan Gelman; los uruguayos Juan Carlos Onetti, Eduardo Galeano y Mario Benedetti; los colombianos Gabriel García Márquez y Piedad Bonnett; el nicaragüense Sergio Ramírez; las mexicanas Amparo Dávila y Guadalupe Dueñas; la peruana Blanca Varela; los chilenos Raúl Zurita y Nona Fernández, entre otros.
La conferencia que se ofreció con bombos y platillos se vio opacada cuando Taibo II defendió que, en una lista de 27 libros para repartir en Latinoamérica, sólo hubiera siete escritos por mujeres, argumentando que no se trataba de “cumplir cuotas”.
Para justificarlo, dijo: “Un poemario escrito por una mujer, horriblemente asqueroso de malo no debía enviarse ´solo por ser de mujer´”. Los dichos de Paco Taibo II fueron calificados como “machistas” y “misóginos” y rápidamente en las redes sociales se convocó un “mitin poético” frente a la sede central de FCE que se llevó adelante este 28 de octubre.
Las participantes colgaron pancartas, poemas y carteles en la fachada del edificio. En ellos aparecían nombres y versos de autoras de la literatura mexicana como Pita Amor, Amparo Dávila, Coral Bracho, Julia Santibáñez, entre otras. A su vez, más de cien artistas, escritoras, académicas y cineastas como Julieta Venegas, Aura García-Junco, Brenda Lozano y Gabriela Jáuregui dieron a conocer una carta pública en contra de Taibo II: “No llegamos todas en la cultura” y solicitaron a Sheinbaum corregir los sesgos de exclusión de la colección “25 para el 25” mediante “un consejo que involucre a lectoras, académicas, editoras y escritoras: que no sea Paco Ignacio Taibo II quien lo decida”.
Por lo pronto, ante los dichos del director del FCE, la presidenta Claudia Sheinbaum aseguró que realizarán “una colección de mujeres” y que no desplazará a Taibo II del cargo a pesar de los reiterados pedidos: “FCE ha tenido una posición de combatir bajo todas las formas la discriminación de lo femenino”, sostuvo.
En el encuentro en Buenos Aires, Paco Taibo II reconoció la difícil tarea de llevar adelante un proyecto de estas características: “Una tarea complicada porque teníamos que cuadrar muchas cosas, demasiadas. Tuvimos que hacer un pacto con gobiernos, editoriales para financiar el proyecto”, agregó y miró atento la reacción que provocaban esos nombres que se suman al listado: Sergio Ramírez, Guadalupe Dueñas, Andrés Caicedo, Piedad Bonnett, Osvaldo Bayer, Raúl Zurita.
En 2021, el Fondo de Cultura Económica –con Paco también al frente–, lanzó la campaña “21 para el 21”. Se regalaron 100 mil ejemplares, de 21 títulos, de autores mexicanos, entre los que se encontraban: Octavio Paz, Guillermo Prieto, Elena Poniatowska, Carlos Monsiváis y Nellie Campobello. La intención de la movida fue la de afianzar el hábito de la lectura, fomentar la cultura en la población y poner a su alcance una variada oferta.
“Esta vez el desafío es mayor porque es continental –se apresuró a decir el mexicano que nació en Gijón, España, en enero de 1949– es el proyecto más grande de fomento a la lectura y tiene un objeto muy claro: hacer que jóvenes y adolescentes lean por placer, que descubran el placer por leer”.
–¿Cómo pensaron el armado de esta colección?
–Como son libros que vamos a regalar a escala continental, tuvimos qué fijar qué tipo de colección haríamos. Y llegamos a la conclusión de armar una colección variada, que tuviera novela, cuento, poesía y testimonio. Literatura en un sentido amplio, que llegará a los adolescentes, esos que no leyeron el “boom latinoamericano”, el eco del boom, que, sin duda, es el momento más álgido de la presencia latinoamericana a escala mundial. Pasaron ya más de 50 años y tenés jóvenes que no leyeron a muchos de estos autores y los posteriores. El objetivo es hacer una colección con lo mejor de la literatura de la segunda mitad del siglo XX.
–Encarar un proyecto de esta magnitud, imagino, no debe haber sido nada fácil. Conseguir los derechos de autor, por ejemplo.
–Tuvimos negociaciones individuales por cada uno de los libros. Tuvimos que hacer pactos con herederos, agencias literarias, editoriales que tienen los derechos. Conseguimos algunos y otros no.
–¿Cuáles no consiguieron y por qué?
–(Da una profunda pitada al cigarrillo) No vamos a decir nombres. Sí, que las viudas y los viudos y los herederos, en algunos casos, dijeron: “No me interesa que regales y me mates este libro. Yo tengo una opción comercial”. Pero a ver, burro, lo que hacemos es regalar dos millones y medio de libros y eso va a repercutir sobre las ventas de este autor. Pero además y lo más importante es que se lo regalamos a los jóvenes. El ruido va a ser tan grande que vas a poder llevar ese libro a otros públicos, seducir al público adulto. A la hora de la verdad, perdimos –bromea–. Negociamos 100 derechos de autor y salieron 28. Por lo tanto, en realidad “25 para el 25” es una serie que tiene 28 títulos. Por una situación muy obvia. Una vez que conseguí los derechos de (Mario) Benedetti, no voy a decir que no. ¿No? Entonces, nos tragamos tres libros más. Pensá que hablamos de una generación de jóvenes que no ha leído a Cortázar. Todo el mundo parece saber quién es García Márquez, pero nadie lo leyó o a Galeano. Uno de los grandes problemas que siempre tuvimos en Latinoamérica, es que los jóvenes argentinos, por ejemplo, no leen a autores guatemaltecos. Y los jóvenes guatemaltecos no leen a autores argentinos…
Paco Ignacio Taibo II en Buenos Aires en 2025. Foto: Guillermo Rodríguez Adami. –Más allá de los autores, ¿cuál fue el criterio de selección de los títulos?
–Son libros que hacen preguntas y por eso van a tener impactos muy diferentes. Una edición masiva de Juan Gelman, imagínate, de sus poemas escritos en la época de la confrontación más fuerte con la dictadura, el asesinato y el secuestro de su hija, va crear ecos en Argentina diferentes a los ecos que va a crear en Honduras. ¿Qué país latinoamericano no ha vivido oleadas de represión, de brutalidad, de barbaridad y desaparecidos? A algunos les va a resultar inusitado. ¿Y este libro? ¿Me dice algo?
–¿Estás preparado para las críticas que puedas recibir por la elección de autores y sus textos?
–Las críticas van a ser de lo más variadas. Claramente van a decir “¿por qué dejaron afuera a este escritor?” Pues porque no conseguí los derechos de la viuda, del viudo, del agente literario. Está puesto bajo la lupa, todo y una lupa, además, maliciosa y con mala fe. Pero tampoco importa ante operaciones masivas como estas, porque el impulso desde abajo neutraliza la crítica negativa. En serio, me parece que es el festival más grande a nivel mundial de lectura que se va a hacer en este momento.
–¿Cómo fue el trabajo, el acuerdo para la futura distribución con los diferentes países?
–El gobierno mexicano aportó una cantidad importante de dinero para el proyecto de lanzamiento, se sumaron un montón de instituciones. El gobierno colombiano también aportó dinero. En Venezuela, trabajamos con una importante editorial, en Guatemala con una editorial local; en Cuba con Casa de las Américas que aportó derechos de autor porque no tenían dinero para papel…
Paco Ignacio Taibo II en Buenos Aires en 2025. Foto: Guillermo Rodríguez Adami. –¿Y en la Argentina?
–Hace dos años y medio tuvimos contacto con el Ministerio de Cultura, pero vino el cambio electoral y la puerta se cerró. ¿Libros? ¿Qué es eso? –ironiza–. Me pregunté ¿con quién hablo? después de haber estado sentado con Tristán Bauer (Ministro de Cultura, 2019–2023) cocinando el conjunto de la operación. Me decían que no iba a encontrar a nadie: “no pierdas el tiempo, quién te va a poner un peso para producir libros, para regalarlos”. Afortunadamente encontramos el apoyo del Gobierno de la provincia de Buenos Aires. Y trabajamos con nuestra red librera tradicional: Fondo de Cultura México, Argentina, Chile, Perú. Y así llegamos a los acuerdos con 14 países para regalar 2.5 millones de libros. Con variaciones en cada país.
–¿Por ejemplo?
–Para darte un ejemplo cualquiera. En México se van a regalar a través de los clubes de la sala de lectura, en total tenemos más de 24 mil, pero vamos a trabajar con los de adolescentes; luego con la red estatal, gobiernos, secretarías de cultura de los 32 estados, con los cuarteles de bomberos jóvenes, la milicia territorial, los marinos; una colección completa en las bibliotecas comunales y claro, en todas nuestras librerías, las de todo el continente, o sea, planeamos un sistema para no dejar afuera lectores. Y así en América Latina, “librobuses”, librerías móviles. Crece el universo lector en América Latina, pero tropezamos con un universo lector de jóvenes que tiene unos niveles de bloqueo verdaderamente locos: creen que leer es aburrido.
–¿A qué se debe?
–Hay una sustitución de las horas de tiempo libre del entretenimiento que ha dejado al libro muy en la esquina. Esta es una campaña para, ponte, sacas la colección en Honduras, repartes 16.000 libros a jóvenes hondureños e hiciste 1.000 lectores, y eso muy bueno porque Dios existe y es de izquierda de lunes a viernes; los sábados lo agarra el clero y me jodí, no lo devuelven hasta el domingo. Estos 2.5 millones de libros están diciendo “pónganse a leer que es apasionante, pónganse a leer que es divertido, pónganse a leer”. Es el libro en papel, nada electrónico, nada de pantallas, para que lo tengas ahí a mano, agarrarlo, leerlo, abrirlo, un compañero que uno va llevando, ahí lo tiene, para que también lo comparta. Buscamos también generar una conversación. Porque no le vamos a dar a un joven los 28 libros, sí 2, 3, 5, dependiendo de la ciudad, porque queremos fomentar que las lecturas se crucen, generar el trueque, el préstamo, la conversación.
–Se te ve esperanzado en esta búsqueda por hacer nuevos lectores.
–Si no creyéramos que es posible nos dedicaríamos a otra cosa y listo, al comercio de calcetines. Una vez tuve una bonita discusión con un gobierno. Yo les decía que había que eliminar los impuestos sobre el libro y me dijeron que no podían que “la cámara de la industria del calzado les iba a decir “¿por qué ellos y yo no?” Pues tengo una respuesta que es la misma que di en México, cuando entré a trabajar en el Fondo de Cultura, al Ministro de Hacienda, en la transición antes de que tomáramos definitivamente el poder. En ese entonces el ministro me dijo que los libros son objetos y concurren al mercado. Y le respondí en público “¿qué zapatos ha leído últimamente?” Ante la incapacidad para decir qué zapatos leyó, huyó. El libro es un producto cultural sujeto parcialmente a las leyes de mercado, pero tenemos que tenerlo en otra órbita, la órbita del fomento a la civilización contra la barbarie. Yo no quiero que los jóvenes se estén rasgando los bolsillos para poder adquirir un libro. De entrada, con este proyecto fundamentalmente es ponerlos en sus manos. Y luego esperar un efecto de eco. Quién sabe cuál será, pero el eco estará.





