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martes, noviembre 18, 2025

El futuro también habla en español: talento y emprendimiento hispano

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En Hispanoamérica, el 99 % de las empresas son micro, pequeñas y medianas. Solo en América Latina y el Caribe, estas pymes generan cerca del 60 % del empleo formal. Son la savia de nuestras economías y también un reflejo de nuestra forma de entender el emprendimiento: muchas veces no como un lujo, sino como un acto de supervivencia y resiliencia.

Durante casi una década tuve el privilegio de liderar uno de los premios internacionales más representativos de emprendimiento tecnológico con impacto social, un puente entre Europa e Hispanoamérica que buscaba proyectos capaces de responder a los grandes desafíos globales. De esa experiencia aprendí algo esencial: el talento hispano está, las soluciones existen y lo que falta son las condiciones adecuadas para que florezcan.

En Europa, los emprendedores encuentran programas públicos, redes de mentores y acceso a capital de riesgo. En gran parte de América Latina, en cambio, la creatividad se abre paso entre obstáculos estructurales. Sin embargo, en pocos años, los proyectos latinoamericanos comienzan a estar a la altura de los europeos. Aunque la estadística sigue siendo desfavorable —solo el 45 % de las micro pymes latinoamericanas sobrevive más de dos años, frente al 80 % de las empresas en Europa—, cada vez son más las que logran consolidarse.

Soy chilena y llevo casi veinte años fuera de mi país. Guardo un cariño profundo a mi tierra, como también por tantos otros países hispanos que he tenido la oportunidad de conocer. Todos comparten un rasgo que nos define: la resiliencia. Ante terremotos, crisis políticas o desigualdades, caemos y nos levantamos. Esa misma marca de identidad está en los emprendedores, porque emprender no es solo un negocio: es una forma de vida. He visto a emprendedores mexicanos que transforman una idea en un producto en cuestión de días; a colombianos convertidos en expertos en diseño sin haber pasado por una escuela; a argentinos que reinventan modelos de negocio en medio de la incertidumbre; a chilenos que, desde la escasez, construyen soluciones globales. Esa mezcla de ingenio, urgencia y creatividad es una ventaja competitiva que no siempre reconocemos.

Un ecosistema que madura

El panorama está cambiando. Hoy existen alrededor de 26 unicornios hispanos (incluido España), muchos nacidos en países latinoamericanos:

• México: la fintech Clara alcanzó una valoración superior a los 1.000 millones de dólares; Clip, especializada en pagos digitales, levantó más de 100 millones en su última ronda.

• Argentina: Ualá, fintech de referencia, fue valorada en 2.750 millones de dólares.

• Colombia: la superapp Rappi mantiene una valoración superior a los 5.000 millones y se prepara para su salida a Bolsa.

• Chile: NotCo ha puesto la innovación alimentaria en el mapa global, superando los 1.500 millones de dólares.

Al mismo tiempo, las pymes hispanas siguen siendo la columna vertebral de nuestras economías. Desde pequeños comercios hasta emprendimientos familiares, representan entre el 25 y el 30 % del PIB regional y son la primera fuente de empleo para millones de personas. Su impacto no es solo económico: son espacios donde se conserva la cultura, la identidad y los valores comunitarios que nos unen.

El papel de la mujer emprendedora

Un aspecto clave que a menudo se pasa por alto es el impacto del emprendimiento femenino. Hispanoamérica es una de las regiones con mayor tasa de mujeres emprendedoras del mundo. Muchas de ellas inician negocios no por oportunidad, sino por necesidad: sostener a sus hijos, sacar adelante un hogar, encontrar independencia económica. Pero lo hacen con una fuerza transformadora que está cambiando el tejido social. Detrás de cada emprendimiento femenino hay una historia de valentía y también un motor de movilidad social para toda una comunidad.

Digitalización: una ventana que se abre

Otro fenómeno acelerador ha sido la digitalización. El comercio electrónico, los pagos digitales, la formación online y el acceso a herramientas tecnológicas han nivelado el campo de juego. Hoy un emprendedor de Lima, Medellín o Ciudad de México puede vender al mundo desde su propio teléfono. La inteligencia artificial, además, está democratizando capacidades antes impensadas: análisis de datos, diseño, automatización, estrategias comerciales en tiempo real. La tecnología está dejando de ser un lujo para convertirse en un aliado imprescindible.

Emprendimiento de vida

No todo emprendedor aspira a convertirse en unicornio ni a levantar rondas millonarias. Existe otra forma de emprender —más silenciosa, pero igualmente valiosa— que sostiene a nuestras comunidades. Es el emprendimiento que nace cerca de casa: el pequeño negocio familiar, la tienda de barrio, el taller, la persona que transforma un oficio en una fuente de ingresos estable.

Ese emprendimiento de vida no solo genera trabajo: crea tejido social, alimenta la economía local, preserva tradiciones y ofrece una red de apoyo donde el Estado no siempre llega. En él se refleja nuestra esencia: la capacidad de reinventarnos una y otra vez, de abrir una puerta incluso cuando todas parecen cerrarse. Es creer y crear, especialmente cuando los estados no llegan o las oportunidades escasean.

Retos y oportunidades: hacia una agenda hispana

Los desafíos persisten: falta de financiación temprana, necesidad de formación tecnológica, mayor integración regional, políticas públicas que acompañen y no obstaculicen. Pero nuestra mayor ventaja es intangible: la capacidad de convertir la adversidad en oportunidad, de encontrar soluciones donde otros solo ven problemas.

El mundo hispano necesita dar un paso más: construir un verdadero corredor de emprendimiento hispano, que conecte a España con América Latina, que articule inversión, talento, redes de mentores y plataformas tecnológicas. Tenemos los ingredientes: mercado, talento, cultura común y creatividad. Falta tomar la decisión estratégica de pensar como región y no como países aislados.

Un emprendedor nunca se rinde. Hispanoamérica tampoco. Somos un continente de talento, con una lengua compartida y con una creatividad que el mundo todavía no ha descubierto del todo.

El futuro también habla en español. Y ha llegado la hora de crear una voz unida para el mundo.

Redacción

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