La conmemoración del Día de la Independencia transcurrirá este año sin el tradicional desfile militar en la Avenida del Libertador. A pesar de que se trata de una de las fechas patrias más significativas para el pueblo argentino, el gobierno de Javier Milei decidió omitir este acto emblemático que representa nada menos que la reafirmación de la soberanía nacional.
Fuentes oficiales del ámbito militar confirmaron que no se llevará a cabo el despliegue que en 2024 incluyó a miles de efectivos, aviones y vehículos militares, y que convocó a multitudes en las calles. Lejos de reforzar los valores patrios y la memoria colectiva sobre el 9 de Julio de 1816 —día en que el país declaró formalmente su independencia—, el gobierno optó por el silencio y la omisión.
Desde el Ministerio de Defensa no se dictará ninguna resolución para suspender el desfile, pero tampoco se impartirán órdenes para organizarlo. La ausencia de esta ceremonia nacional, sin siquiera una comunicación formal, constituye un acto de desprecio hacia lo que representa la independencia argentina: la lucha por la autodeterminación, la unidad y la soberanía.
La imagen de Milei y Villarruel sobre un tanque militar durante el desfile del año pasado —entonces cargada de simbolismo— no tendrá réplica en 2025. El vínculo entre ambos se ha deteriorado, y el ajuste económico parece haber dejado en segundo plano incluso los gestos simbólicos más importantes del calendario nacional.
La falta de presupuesto esgrimida como excusa por el gobierno no alcanza para justificar una decisión que vulnera el respeto por la historia y los valores fundacionales de la Nación. El Día de la Independencia no es un acto más: es una reafirmación de que el país es libre y soberano. Omitir su conmemoración no es solo una omisión administrativa, es un mensaje político claro sobre las prioridades de quienes hoy gobiernan.