«Soporté veinte años de violencia psicológica y sexual y un intento de asesinato. Y vivo amenazada. Mi agresor nunca fue preso. Nadie me da una respuesta. El Estado me vuelve a violentar una y otra vez en esta situación». Las hermanas y amigas de María aún conservan los audios con su voz desesperada por una protección que nunca llegó. Su ex pareja, el padre de sus hijos, la terminó matando de un disparo en la cabeza delante de los chicos.
Fue a las 7.30 del 16 de marzo de 2023. María Isabel Speratti Aquino salía de su casa en Cañuelas junto a sus hijos Sacha y Tao para llevarlos al colegio cuando apareció Gabriel Alejandro Núñez con un arma en la mano. Le disparó cuatro veces. Los chicos lograron correr y esconderse. Entonces tenían 13 y 17 años. María murió al rato en el hospital. Había cumplido 40 años y desde hacía dos luchaba para que la Justicia la protegiera de Núñez, que ya había intentado matarla.
Aquella primera vez fue el 16 julio de 2021. «Buenas noches vecinos. Les quería informar que el día viernes a la noche el que era mi marido me agredió y casi me mata. Actualmente hay una orden de restricción por lo que no debe acercarse a menos de 200 metros. Les pido por favor que si lo ven rondando por el barrio, llamen al 911. Les paso una foto de él y de su auto. Gracias», dice el texto que María les mandó a sus vecinos al chat grupal del Barrio Las Rosas.
Núñez había intentado ahorcarla en su habitación. Uno de los hijos salió a pedir auxilio. Cuando hizo la denuncia, la Justicia caratuló la causa como «lesiones leves». María recorrió comisarías, fiscalías y juzgados. Pedía el cambio de carátula a «tentativa de femicidio agravada por el vínculo».
En su derrotero logró acceder a una pericia psicológica realizada a Núñez. «La descripción que hace es de un psicópata. No tiene autocrítica, tiene ideas muy patriarcales», les había contado María a sus amigas. Vivía con miedo. Imploraba protección para ella y sus hijos. De nada sirvió.
«Les hace falta su mamá»
Rocío es una de las hermanas de María, tiene 33 años y quedó a cargo de los dos chicos desde el femicidio. «Tratamos de no hablar del tema en el día a día, y en líneas generales ellos están bien, hacen sus actividades, tienen amigos, pero les hace falta su mamá», dice con voz triste.
María había tenido distintos trabajos hasta que en la pandemia empezó a hacer tejidos para decoración, y artesanías que vendía en ferias. «Lo que más extraño de mi mamá es cuando íbamos los domingos a San Telmo, tomábamos mate comiendo un marcianito, charlábamos con los feriantes y cuando terminaba el día con mi hermano cargábamos todas las cosas en el auto», recuerda Sacha.
«Yo lo que más extraño de mi mamá es cuando nos sentábamos a mirar series o películas juntos, reírnos, estar ahí, juntos…«, dice Tao.
Tao y Sacha con su tía Rocío y el recuerdo permanente de su mamá. Foto: Emmanuel Fernández.«María fue siempre la que se encargó de ellos, y ellos amaban a su mamá. A su padre lo odiaron por todo lo que hizo, pero no es bueno vivir con ira. Sacha sigue haciendo terapia, Tao ya no. No ven a nadie de la familia del padre, desde que María lo denunció por el primer ataque, ellos la hostigaban, le echaban la culpa a ella», explica Rocío.
María junto a sus hermanas en la marcha del 8M de 2023.Tras el intento de femicidio en 2021, María se acercó a Shalom Bait, una asociación civil que acompaña a mujeres víctimas de violencia de género. Se sumó a los grupos donde compartían información y experiencias. También empezó a participar de movilizaciones contra la violencia machista. El 8 de marzo de 2023 había ido junto a sus hermanas a la marcha del Día de la Mujer. Una semana después sería un número más en las estadísticas de femicidios. Según el Registro Nacional de la Corte Suprema de Justicia, en 2023 hubo 250 víctimas directas de femicidio.
El Registro de la Corte fue una de las demandas que se hizo en la primera movilización de Ni Una Menos, el 3 de junio de 2015. En ese momento sólo existía el Observatorio de Femicidios de la Asociación Civil La Casa del Encuentro. A pesar del grito desesperado, desde aquella jornada histórica a hoy se registraron más de 3000 femicidios. Sólo en los primeros cuatro meses de este año hubo 96 víctimas de violencia de género. En esta década 3.622 hijas e hijos se quedaron sin madre por esta causa: es un chico por día. Como Sacha, como Tao.
No replicar conductas machistas
«Una parte de mi no va a sanar nunca. Me falta, voy a estar rota siempre«, dice Rocío. También cuenta que estuvo en una relación en la que fue violentada psicológicamente: «Entre eso y lo que pasó con María creo que no voy a estar en pareja nunca, me di cuenta que no quiero. Sola estoy bien, tranquila. No quiero generalizar, pero me quedó un poco de aversión a los hombres».
Asegura que habla mucho con sus sobrinos: «No quiero que repliquen conductas machistas, que si están con una chica sea con consentimiento porque solo es divertido si los dos están de acuerdo. También les digo que tienen que hacer las tareas de la casa, que la mujer no es la esclava que tiene que hacer todo».
Sacha junto a sus tías pidiendo justicia por María, su mamá.«Hoy hay mucha violencia en general y ya no hay políticas de género, eso es gravísimo, es no reconocer la problemática. Igual, tiene que haber un mayor compromiso de la sociedad. Hay varones que no avalan estas violencias, pero son pocos los que se atreven a decir algo. Todavía hay mucha vergüenza de ponerse del lado de las mujeres. Temen que no los inviten a jugar a la pelota o los saquen de los grupitos de whatsapp. Es fundamental que los varones se involucren, que no festejen chistes misóginos mientras a nosotras nos violan y nos matan».
«A veces me parece que es una obviedad hablar de la desigualdad que hay entre varones y mujeres pero es importante hablar sobre el tema, porque esa desigualdad ya es violencia. Siento que bastardean a las mujeres por cosas que a un hombre no le dirían nada», dice Sacha, que tiene 20 años y estudia Medicina.
«Está mal la desigualdad entre hombres y mujeres. Ningún ser humano debería ser tratado desigualmente por su género, raza, color, religión. La violencia no es buena en ninguno de sus modos, ya sea psicológica, económica, física», suma Tao, de 15 años.
Tao y Sacha junto a sus tías en la última marcha por el Día de la MujerRocío hace de todo para sostener a los chicos: trabaja en una agencia de quiniela, vende ropa y cosméticos. Sacha cobra la Reparación Económica para Niñas, Niños y Adolescentes para hijos de víctimas de femicidios. Es la Ley 27.452, conocida como Ley Brisa, que es igual a un sueldo mínimo. Tao no puede cobrarla porque es menor de edad. Rocío inició el trámite por la tenencia desde la muerte de María, pero la Justicia todavía no le dio respuesta.
«Hay una cultura de la violencia, y las mujeres están sin recursos para salir de estas situaciones, pero seguiremos luchando», asegura Rocío. Y dice una frase que repetía María: «Bajar los brazos jamás. No es opción detenerse».
Núñez está preso en una cárcel común. Todavía no hay fecha de juicio.
