Ya pasaron más de dos semanas y media desde que Pedro Alberto Kreder (79) y Juana Inés Morales (69) fueron vistos por última vez. La pareja de jubilados había salido el sábado 11 de octubre desde Comodoro Rivadavia hacia Camarones, en la Toyota Hilux 4×4 de Pedro, para una escapada romántica. Pero nunca llegaron a destino.
Las cámaras de seguridad permitieron reconstruir parte del recorrido. A las 9:30 de la mañana, la pareja fue captada en la rotonda de las rutas 3 y 39, y minutos más tarde, en Punta Novales, saliendo de Caleta Córdova hacia la costa. Desde ese momento, no hubo más señales de ellos.
Días después, la camioneta fue hallada atascada en un lodazal cerca de Playa Visser, en la zona de Rocas Coloradas, un terreno de difícil acceso y condiciones extremas.
En diálogo con A24, Gabriela Kreder, hija de Pedro, habló sobre el avance de la búsqueda y reforzó la hipótesis que la familia sostiene desde el inicio: que la pareja fue víctima de un delito violento.
“Cada vez se hacen más fuertes las hipótesis que al principio sonaban como muy raras o como difíciles de asociar. Se puso el foco en la búsqueda de personas creyendo que ellos habían llegado hasta ahí. A medida que los días van pasando, esa hipótesis empieza a ser más débil”, explicó Gabriela, conmovida.
Las fuerzas policiales y judiciales trabajan sobre dos posibles trayectos: uno que conduce hacia la Ruta 3 y otro hacia el mar, aunque ambos presentan zonas de muy difícil acceso. Sin embargo, la familia insiste en que Pedro y Juana nunca podrían haber llegado voluntariamente hasta donde se encontró el vehículo.
“Mi hermana y yo, las dos sostenemos desde el día uno que la camioneta no pudo llegar hasta ese lugar manejada por mi papá de forma voluntaria. Mi papá nunca se hubiese metido en ese lugar. Nunca porque es muy difícil el acceso. Hay muchas posibilidades de frenar antes y de volver sobre sus pasos para evitar que pase una cosa así”, sostuvo Gabriela.
El hallazgo que refuerza la hipótesis de la familia de Pedro
El hallazgo de un encendedor dentro del vehículo se convirtió en una pista reveladora para la familia, que descarta la idea de que la pareja se haya perdido en medio del desierto.
“Entonces, mi papá tenía un encendedor en la puerta de la camioneta. Yo, o cualquier persona, agarra ese encendedor y empieza a prender fuego”, explicó la hija del jubilado desaparecido en referencia al instinto de supervivencia que, según ella, habría guiado a su padre si realmente se hubieran desorientado.
Con el paso de los días, la hipótesis de un asalto armado que derivó en un homicidio gana fuerza entre los investigadores. Si bien aún no hay pruebas concluyentes, los familiares creen que Pedro y Juana podrían haber sido interceptados por alguien en la zona de Rocas Coloradas y que la camioneta fue abandonada posteriormente.
Los rescatistas continúan trabajando sin descanso. En el terreno, cada rastro se analiza con precisión, mientras que los drones y los buzos rastrean áreas cercanas al mar y las rutas de ripio. La búsqueda se mantiene activa, pero la incertidumbre crece.
Gabriela resume el sentimiento de toda su familia: entre la angustia y la necesidad de verdad. “Las personas tenemos un instinto de supervivencia. Cuando estamos en peligro, nos aferramos a la vida más que nunca. Si ellos hubiesen salido caminando, algo hubiesen hecho para ser encontrados”, reflexionó.
A medida que los días avanzan sin novedades concretas, el encendedor hallado en la camioneta se volvió más que un objeto: una prueba simbólica, un detalle que para los Kreder podría marcar la diferencia entre la esperanza y la desesperación.
