El escritor británico Nick Harkaway, hijo de John Le Carré, resucita al espía más famoso creado por su padre, George Smiley, en una nueva novela, La decisión de Karla, un proyecto con el que sus herederos responden a la «lista de deseos» que les dejó su padre al morir.
John le Carré en su casa de Londres en 2019. (Charlotte Hadden/The York Times).«La carta decía: haced dinero con mi legado, cuidad de mis nietos, pasadlo bien y, por cierto, conseguid que sea el escritor más famoso de la historia en lengua inglesa», recuerda Harkaway en una entrevista.
Harkaway imagina a su padre –fallecido en diciembre de 2020– sentado con un vaso de whisky mientras escribía esa carta, pensando en lo «muy divertido» que era.
Su familia decidió que la mejor manera de mantener vivo el legado de Le Carré era dar continuidad a su serie de espionaje más exitosa, ambientada en la Guerra Fría y a la que pertenecen las novelas El topo (1974), El honorable colegial (1977) y La gente de Smiley (1979).
Cuando se reunieron para abordar el tema, Harkaway, autor de novelas de ciencia ficción y misterio como Gnomon, Angelmaker o Titanium Noir, presentó una lista de candidatos, pero su hermano le convenció de que tenía que ser él quien asumiera el reto.
«Mi primera reacción fue negarme, porque era el mundo de mi padre, porque se trata de un icono del siglo XX y porque ha definido el modo en que la gente ve la Guerra Fría, pero enseguida me di cuenta de que todo eso eran en realidad motivos para hacerlo, por el reto que suponían«, asegura.
Karla, el archienemigo
Smiley, un personaje que tiene mucho del propio Le Carré, quien fue espía antes que escritor, apareció como personaje secundario en la tercera novela del célebre autor –la primera de gran éxito–, El espía que surgió del frío (1963), antes de hacerlo como protagonista en la trilogía antes mencionada.
Pero entre esa tercera novela –llevada al cine por Martin Ritt, y El topo –que tuvo otra célebre adaptación protagonizada por Gary Oldman–, había casi «una década perdida» y ahí se ubica la trama de La decisión de Karla.
La historia arranca en la primavera de 1963, cuando Smiley abandona su agencia secreta, Circus, pero su jefe, Control, le convence para que acepte un último encargo relacionado con una emigrante húngara, un agente ruso que desertó y la desaparición del hombre al que debía asesinar.
La novela indaga, así, en cómo Karla pasa de ser un agente soviético más al «archienemigo» de Smiley.
Lecciones de la Guerra Fría
Harkaway, que al igual que su padre usa un seudónimo –su apellido real es Cornwell–, está convencido de que aún hay mucho que aprender sobre la Guerra Fría, una época marcada por la deshumanización y el desprestigio de la verdad.
John le Carré en su casa de Londres en 2019. (Charlotte Hadden/The York Times).«No es que haya similitudes con la actualidad, es que es una continuidad. La Guerra Fría es producto de las decisiones tomadas en la primera mitad del siglo XX, es el puente entre el pasado y el presente», afirma. «Ahora tenemos la invasión rusa en Ucrania: las líneas estratégicas son las mismas, hay un flujo continuo de violencia».
En ese contexto, subraya, Smiley representa al hombre que lucha por preservar la moral, en una permanente lucha interior acerca de «qué y a quién es posible sacrificar y hasta dónde es posible llegar sin convertirte en lo mismo que el enemigo al que te enfrentas».
Espía antes que escritor
Con más de sesenta millones de ejemplares vendidos, traducido a 36 idiomas, Le Carré fue uno de los escritores más leídos de las últimas décadas. Trabajó como espía durante casi una década y estuvo en el MI5 y en el MI6, una faceta que, más allá de sus novelas, preservó con discreción.
Pero lejos de la imagen misteriosa y erudita que a menudo proyectó, su hijo menor lo define como un hombre «divertido y lleno de una profunda alegría».
«Existe esta idea en la literatura de que la tristeza es profunda y la alegría no, pero él era un hombre alegre en el sentido más profundo», subraya. Y como escritor, comprometido. «La esencia del compromiso personal y político de mi padre era la compasión».
Con información de EFE.





