Ni César Aira, ni Mariana Enríquez, ni Haruki Murakami, por citar a algunos de los nombres en la danza de posibles aspirantes al Nobel de Literatura. La Academia Sueca anunció con su clásica puntualidad esta mañana, a las 8 de nuestro país, que el merecedor del premio es el húngaro László Krasznahorkai, de 71 años. Está casado, tiene tres hijos y, desde el bucólico Condado de Baranya, donde vive y escribe, desafía al público a una lectura lenta, fuera del ritmo que impone la sociedad de la información.
Según los organizadores de la distinción, el mérito se debe a “una obra poderosa y cautivadora” que supo ver el “terror apocalíptico” de la época. Se destaca su pasión por la obra de Franz Kafka, el autor de “La metamorfosis”, y la actitud de tomar riesgos a la hora de pergeñar historias. Tiene un tono contemplativo que se condice con sus viajes a China y Japón. Su lectura es de largo aliento, de pausa y reflexión.
Los especialistas lo definen como un inconformista. Nacido durante el régimen comunista, de joven estudió Derecho, pero abandonó las aulas. Trabajó de minero y empleado de seguridad, al tiempo que empezaba a escribir. Luego estudió filología y enseñanza para adultos.

En 1985 publicó su primera novela “Tango satánico” que fue muy bien recibida por la crítica y, además, se adaptó al cine por el director Béla Tarr con un film que dura siete horas y doce minutos. Según el portal Lecturalia, dicha novela trata de “una remota región rural de Hungría azotada por el viento y la incesante lluvia, unos pocos miembros de una fallida cooperativa agrícola llevan una vida anodina en un pueblo ya casi fantasmal mientras aguardan impotentes a que un milagro les devuelva el futuro”. Otras de sus obras reconocidas son: “Melancolía de la resistencia (1989) y “Guerra y guerra (1999).
El escritor residió en varios países de Europa, pero siempre volvía a Hungría. Esta mañana recibió el tradicional llamado que hace la Academia para anunciar el premio en su residencia en colinas de la región de Baranyana, en el límite entre Hungría y Croacia. Allí vive recluido. Con este dato habrá que saber si irá a la ceremonia de entrega.
En una entrevista había dicho que mucha gente conoce su nombre, pero no puede pronunciar su apellido y lamentó que se lo lea poco. Además, en declaraciones a El País de Madrid criticó la sociedad hiper acelerada. “La vida está muy acelerada, recibimos tanta información y con tanta rapidez que se nos olvida todo. Se han hecho estudios con niños que han concluido que, después de media página, se cansan y no se pueden concentrar. Esta literatura lenta, aunque luego toma ritmo, es para una islita muy aislada de lectores”, definió.