Con más de mil millones de neuronas, si cada una de ellas solo pudiera almacenar un recuerdo, el cerebro humano tendría problemas de almacenamiento. Solo unos cuantos gigabytes (Gb), similar al espacio de un iPod o de una unidad flash USB.
Esta es la conclusión a la que llegó el profesor de psicología en la Universidad Northwestern, Paul Reber, al ser consultado sobre la capacidad del cerebro por la revista Scientific American.
En una época en que el término infoxicación (intoxicación por exceso de información) aumenta su relevancia, muchos se preguntan si este “bombardeo informativo” tiene o no consecuencias en la salud del cerebro.
Este bombardeo proviene de los medios digitales a los que se suman las redes sociales, que invitan a realizar un constante scroll donde abundan las llamadas fake news y la información irrelevante.

Luego de aquella definición, Reber trae algo de tranquilidad y explica que “las neuronas se combinan para que cada una pueda procesar muchos recuerdos a la vez, aumentando de manera exponencial la capacidad de memorizar del cerebro, pudiendo llegar a almacenar una cifra cercana a 2,5 petabytes (o un millón de gigabytes)”.
Entonces, si el cerebro funcionara como una grabadora de video, 2,5 petabytes serán suficientes para grabar tres millones de horas de programas de televisión o dejar el aparato funcionando 300 años hasta que agotara su capacidad de almacenamiento.
Por eso, en principio, nuestro cerebro está preparado para recibir toneladas de información. Sin embargo, la información es tanta que puede provocar algunas alteraciones de comportamiento que repercuten en el estado de salud, según un artículo del blog de Fundación Mapfre.
“La infoxicación a la que estamos expuestos en el día a día, tanto en lo privado como en lo profesional, por los flujos de información que debemos manejar pueden provocar el denominado síndrome de fatiga por exceso de información”, agrega.
Además de generar ansiedad y estrés, la infoxicación está asociada con problemas de productividad ya que utilizamos gran parte de la jornada laboral buscando, recopilando, catalogando, filtrando o asumiendo información que, en su mayor parte carecerá de utilidad. Esto supone un derroche de esfuerzo, tiempo y energía.
El enfoque de un artículo publicado en National Geographic, con todo, es más optimista. Afirma que “de estas situaciones, algunas quedan como recuerdos, y otras se transforman en un aprendizaje que será capaz de modificar nuestra forma de actuar”.
Los neurocientíficos aún desconocen la manera en que nuestro cerebro discierne entre aquellas experiencias con las que debe quedarse. Aunque se conoce el mecanismo, todavía está rodeado por un halo de misterio que ofrece más preguntas que respuestas.
Una de las inquietudes es si el cerebro podría, dado el caso, llenarse completamente y dejar de absorber información, tal como ocurre en una computadora. Una vez que se llenan los discos duros, deja de funcionar.

En el centro de los estudios sobre el tema destacan “la plasticidad neuronal, la capacidad que tienen las neuronas de establecer conexiones unas con otras. Esta habilidad es obra de los axones, filamentos que surgen de la propia neurona y por donde circulan los neurotransmisores”.
Conocido como cableado neuronal, este sistema hace que las neuronas, sin llegar a tocarse entre ellas, se comuniquen a través de pequeños huecos, las sinapsis neuronales. En estos espacios ocurre un intenso tránsito molecular desde una neurona aferente (envía la señal) hasta una receptora (la recibe).
El artículo añade que “un recuerdo no es cosa de dos neuronas. En todo este entramado celular, nuestros recuerdos y aprendizaje de las situaciones surgen en lo que se conoce como propiedad emergente”.
Muchas de las sinapsis están asociadas a respuestas que jamás se volverán a dar y, por tanto, las neuronas no destinan recursos a mantenerlas. En cambio, otras conexiones sí que se dan en más de una ocasión y, por tanto, se van reforzando con el tiempo.
Por ello, para desarrollar una habilidad, o para memorizar, las claves son la práctica y la repetición. De este modo, forzamos las conexiones neuronales a que sean cada vez más robustas y, por tanto, la comunicación sea cada vez más eficiente.
Entonces, en teoría, el cerebro podría llenarse una vez que todas las neuronas creasen todas las conexiones posibles unas con otras. Sin embargo, como hemos visto, es un número tan enorme que es imposible que se dé en el lapso de una vida.
Además, una de las propiedades más importantes del cerebro es que es capaz de olvidar, y con ello, las sinapsis desaparecidas pueden reaprovecharse para generar nuevos recuerdos y conocimientos.