Las casi 2.500 obras de arte y monumentos ubicados en el espacio público porteño ya poseen su propio archivo documental, con toda la información vinculada a su origen: cuándo fueron inaugurados, quién fue autor o autora de la obra, con qué tipo de materiales fueron construidos, qué fue lo que dijeron los medios de aquellas épocas sobre el emplazamiento, con qué materiales podrían ser restaurados hoy.
Planos, fotos antiguas, artículos, croquis a mano alzada; toda la información sobre cada uno de los monumentos y obras de arte que se encuentran en el espacio público tienen su propia ficha, con los estándares internacionales que requieren este tipo de archivos, que es mucho más que documentación organizada y accesible: es el reservorio de la memoria colectiva del patrimonio cultural porteño. Y una herramienta vital para el futuro de su preservación y la difusión de su existencia.
Si bien son casi 2.500 las obras y monumentos que se conservan en las calle, las fichas documentales son 3.000, porque también se encuentra archivada la información de aquellas que por diferentes motivos -robos, vandalización o incluso «cambio de titularidad»- ya no están en la calle o no le pertenecen más a la Ciudad.

El archivo le pertenece al MOA, Monumentos y Obras de Arte. Este organismo nació en 1956 y desde ese momento los y las trabajadoras vienen recopilando toda la información posible sobre estos bienes. La organizaron en carpetas de papel y la guardaron en muebles de madera. Sobrevivieron en buena forma, aunque este tipo de guarda muchas veces dejó los documentos a merced de un posible ataque de microorganismos: los hongos y bacterias que degradan el papel.
Ahora a esta documentación le llegó el momento de la preservación bajo una normativa con estándares de conservación y restauración internacionales. Además está siendo digitalizada y podrá ser consultada por la web.

La persona a cargo de esta tarea es Julieta Tedeschi, la primera archivista profesional en el equipo. Y la primera medida que tomó cuando llegó al MOA fue encargar muebles metálicos, carpetas y cajas.
«Básicamente acciones preventivas. Sacar la documentación de los sobres de madera, colocarlas en folios, en carpetas blancas de papel libre de ácido, luego en las cajas azules, también de un material que no se degrada (son de polipropileno, aptas para la guarda de papel). Y darle orden a todo. En un archivo el orden tiene que ser visual y físico. Tiene que verse ordenado y estar realmente ordenado», concluye Julieta.

Cuenta que mucha de la documentación fotográfica la produjo la Ciudad (antes, Municipalidad), porque existía un departamento específico que dependía de la Dirección de Parques y Paseos Públicos. También se realizaban informes de restauración y se documentaban obras relacionadas a los monumentos. Es decir, información previa a lo que luego comenzaron a producir los propios empleados de MOA.
La creación de este archivo con normas internacionales también incluye la digitalización. Toda la información será compartida online, como ocurre con otras instituciones porteñas que comparten información pública. No implica que no se pueda consultar el archivo físicamente; en general esta documentación es requerida por investigadores o estudiantes de carreras vinculadas a la historia o la conservación.

En paralelo a este archivo documental, el Ministerio de Espacio Público e Higiene Urbana avanza con la obra de restauración, puesta en valor y ampliación de las instalaciones del «hospital» de las obras de arte y monumentos (donde funciona el MOA). Los trabajos arrancaron en enero y se espera que para fines de octubre la obra esté concluida. La idea del ministro, Ignacio Baistrocchi, es que el lugar pueda abrir sus puertas para La Noche de los Museos, que se llevará a cabo el sábado 8 de noviembre.
El archivo comenzará a funcionar en las nuevas instalaciones, junto a un SUM, en donde se llevarán a cabo actividades educativas, reuniones y presentaciones. Una de las paredes del archivo será de vidrio, justamente para que desde el SUM se pueda ver cómo es el espacio que guarda todo el acervo documental. Como ocurre con este tipo de documentación, debe ser conservada a una temperatura constante promedio de veinte grados.

Es decir que el archivo «vuelve» al MOA, porque originalmente estaba allí, donde los trabajadores (escultores, artistas, artesanos, entre otros), usaban la información diariamente para trabajar. Ahora el archivo está en la «casita blanca», una construcción de fines del 1800 en donde funcionó un depósito de herramientas y parte de la administración del Parque Tres de Febrero.
«En este momento tenemos inventariadas 3.266 obras de arte y monumentos, incluyendo a las que fueron dadas de baja. Como se dijo, pudieron haber sido robadas o vandalizadas, o bien, pasaron a depender de gobiernos o instituciones. Lo importante es tener un registro de que esas obras existieron. Esto también implica preservar la historia de la Ciudad», explicó Julieta.

Una de las carpetas más voluminosas es la del conjunto escultórico de Los Dos Congresos y una de las más interesantes, puede ser la del monumento ecuestre a Carlos María de Alvear. Ubicado en Recoleta, en la plaza junto al Palais de Glace, es una obra maestra de Antoine Bourdelle, así considerada por el propio escultor francés. Le demandó diez años realizar la obra y llegó a Buenos Aires en partes, en 1925. La plataforma en donde se asienta todo el conjunto fue realizada por Alejandro Bustillo.
A diferencia de otros archivos, «éste es dinámico porque va a seguir creciendo en la medida que se modifique el arte público, que ingresen más obras al patrimonio, pero también en la medida de que haya restauraciones o acciones que se hagan sobre los monumentos inventariados», aportó Julieta.
Las obras de restauración en el MOA
En paralelo a la conformación de este archivo, se lleva a cabo la obra de puesta en valor y ampliación del «hospital» de los monumentos y las obras de arte que se encuentran en el espacio público porteño. Clarín realizó una visita en el inicio de la obra. Las tareas continuaron durante estos meses y la gestión espera llegar con la reapertura del espacio para La Noche de los Museos.
Quizá la parte más importante de la obra es la ampliación del sitio en donde trabajan los escultores, artistas y el personal del MOA. Además de reacondicionar el galpón histórico, se construyen sanitarios y vestuarios nuevos. Y habrá una extensión del aire libre, una especie de pérgola, en donde también podrán trabajar -protegidos- con las obras de arte más voluminosas y que por una cuestión logística no «entran» en el galpón.

A continuación de esta pérgola funcionará el SUM,lo que también es una construcción nueva. También habrá mejoras en las áreas verdes del MOA, que hoy se ven en pleno despliegue de obra.
«El archivo fue incluido en lo que es la puesta en valor del MOA porque es parte del patrimonio de la Ciudad. Pero además porque para los trabajadores es una herramienta vital; ahora será una herramienta sistematizada y organizada. Y una parte de la obra que me gusta mucho es la modernización de las instalaciones, con aire acondicionado y calefacción; espacios enormes para mover las obras y equipamiento nuevo», destacó Juan Pablo Vacas, subsecretario de Paisaje Urbano.




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