La actividad volcánica en América Latina es una realidad constante, pero algunos eventos logran sorprender incluso a los expertos. En la última actualización de los servicios geológicos de la región, dos volcanes han pasado a alerta amarilla, lo que indica un aumento en su actividad. Este cambio ha generado preocupación entre las comunidades cercanas y ha puesto en marcha planes de prevención.
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Aunque en el pasado otros volcanes han sido los protagonistas de las alertas, esta vez el foco está en el volcán Láscar y el Complejo Volcánico Puyehue-Cordón Caulle, ambos ubicados en Chile. Su repentino incremento en actividad ha llevado a un monitoreo más detallado para anticipar cualquier posible evolución en su comportamiento.
Volcán Láscar: El más activo del norte de Chile
Ubicado a 70 km de San Pedro de Atacama, el volcán Láscar es un estratovolcán con un largo historial de erupciones. Su estructura presenta seis cráteres en la cima, y su cráter central se mantiene en actividad. Este volcán ha registrado al menos 30 erupciones explosivas desde el siglo XIX, lo que lo convierte en uno de los más impredecibles de la región.
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El geógrafo Pablo Salucci explica que los sectores más vulnerables ante una posible erupción se encuentran en los flancos norte, oeste y sur del volcán. En estas áreas, existe un alto riesgo de corrientes piroclásticas y proyecciones de material volcánico. Además, la dispersión de cenizas podría afectar rutas internacionales y localidades cercanas, dependiendo de las condiciones climáticas.
Uno de los eventos más relevantes del Láscar ocurrió en abril de 1993, cuando registró una erupción subpliniana, considerada la más intensa del norte de Chile. Su última actividad significativa fue en octubre de 2015, con emisión de ceniza y material volcánico en un radio de 5 km.
Complejo Volcánico Puyehue-Cordón Caulle: Historia de grandes erupciones
En el sur de Chile, el Complejo Volcánico Puyehue-Cordón Caulle también ha mostrado actividad suficiente para pasar a alerta amarilla. Este sistema ha sido responsable de algunas de las erupciones más importantes de América Latina en el último siglo.
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Entre sus eventos más destacados se encuentran:
- 1921-1922: Emisión de lava y dispersión de ceniza en la región.
- 1960: Erupción iniciada dos días después del devastador terremoto de Valdivia, lo que generó una de las mayores emisiones de lava registradas en el país.
- 2011-2012: Produjo una enorme columna de ceniza que afectó el sur de Chile y Argentina, además de generar flujos piroclásticos en el río Nilahue.
Dado su historial, la reactivación de este complejo volcánico es motivo de seguimiento, ya que sus erupciones suelen ser prolongadas y de gran impacto en la región.
¿Qué implica la alerta amarilla y qué puede ocurrir?
La alerta amarilla indica un incremento en la actividad sísmica y volcánica, lo que requiere un monitoreo más constante. No significa que una erupción sea inminente, pero sí que hay una mayor probabilidad de cambios en la dinámica del volcán.
En términos de prevención, esto implica que las autoridades comiencen a evaluar planes de emergencia para las comunidades cercanas y que los científicos realicen mediciones más frecuentes para detectar cualquier evolución en la actividad.
Para los habitantes de las zonas cercanas, es clave mantenerse informados a través de reportes oficiales y seguir las recomendaciones de las autoridades locales. Aunque no se han emitido órdenes de evacuación, cualquier cambio en la actividad podría modificar la situación en los próximos días o semanas.
Un fenómeno natural en constante vigilancia
El despertar del Láscar y del Complejo Volcánico Puyehue-Cordón Caulle recuerda que la actividad volcánica en América Latina sigue siendo una fuerza natural con la que hay que convivir. Con un monitoreo constante y medidas de prevención adecuadas, es posible reducir los riesgos y proteger a las comunidades cercanas.
Si bien la alerta amarilla no indica una erupción inminente, es un llamado de atención para mantener la vigilancia y estar preparados ante cualquier eventualidad. La naturaleza es impredecible, pero con la ciencia y la prevención como aliados, las autoridades y los científicos continúan trabajando para anticipar cualquier posible escenario.