El neuquino Nicolás Heredia está detenido desde el 5 de febrero en el Establecimiento de Ejecución Penal 3 de Bariloche, acusado de querer provocar incendios en Mallín Ahogado, zona rural de El Bolsón. Su caso desató una fuerte controversia, ya que testigos afirman que en realidad estaba ayudando a combatir el fuego. «Estoy encerrado todo el día, no veo el sol. Es muy feo lo que estoy pasando«, relató el joven.
Alojado en una celda sobrepoblada junto a condenados, Heredia asegura que vive con miedo: «Apenas entré, la primera noche no pude dormir, escucho ruidos y voces. Duermo en el piso, acá a la noche está la parca«. A pesar de ser un delito excarcelable, su defensa insiste en que no hay pruebas sólidas en su contra y que no existe riesgo de fuga ni de entorpecer la investigación.
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La pericia realizada por la justicia rionegrina descartó su participación directa: la botella con combustible encontrada cerca de él no tiene sus huellas, y su mochila no contenía rastros de líquidos inflamables. Sin embargo, la Justicia mantiene su detención preventiva hasta el 7 de marzo y solo ha peritado 1 de los 16 GB de su celular en 20 días.
De turista a detenido
Heredia, oriundo de Senillosa, Neuquén, llegó a El Bolsón como turista, consiguió changas y terminó ayudando a los brigadistas. Fabián Pazos, dueño del camping donde se alojaba, defendió su inocencia: «Llegó como turista y se quedó para ayudar. Para mí, es un héroe marginado«. También denunció que la causa fue armada: «Apareció otro hombre con una botella en la mano y de repente Nicolás era el culpable. La Policía puso la botella al lado de su mochila y tomaron la foto que circuló en los medios«.
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Desde Senillosa, su madre Mirta Gramajo viajó a Bariloche para luchar por su liberación. «Mi hijo es inocente, no fue a El Bolsón a hacer fuego. Lo detuvieron por su cara, por ser morocho, humilde, porque pensaban que no tenía a nadie«.