Nunca me gustaron los Backstreet Boys. Ni cuando llenaban carpetas, ni cuando salían a todo momento en Los 40 o en la MTV. Siempre fui más de Blur o Oasis que de boys band . Pero tras dos horas en The Sphere confieso que los volveré a escuchar con otras orejas. O mejor dicho con otros ojos. Porque esto no ha sido un concierto, ha sido una superproducción de Cecil B. DeMille con luces de neón y gintonics a 20 dólares. El mayor espectáculo del mundo, literalmente. Es que no existe en ningún otro lugar del planeta un show sonoro y visual como este.

Los Backstreet Boys en plena actuación en The Sphere
Jordi Basté
The Sphere, el capricho redondo de 2.300 millones de dólares inaugurado en septiembre de 2023, no es un recinto, es una experiencia inmersiva que parece construida por Steven Spielberg, financiada por Elon Musk y diseñada por un niño de 8 años con rotuladores de purpurina. Una esfera azul gigante que se ve desde cualquier habitación alta de hotel o desde el aire, antes de aterrizar. Dentro caben casi 18.000 personas, hay 1,2 millones de paneles LED y una pantalla envolvente de más de 180 grados que te traga entero. El sistema de sonido, por cierto, tiene 167.000 altavoces.
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El público de hoy es un estudio sociológico con patas: mayoría de latinos y orientales, media de 40 años, todos y todas de blanco, como si fueran a una misa pop. Hay lágrimas ya antes de que suene la primera nota y muchos gritos histéricos sin ningún sentido., Y entonces… aparecen. Los cinco. Desde el cielo, literalmente. Suspendidos en la pantalla, flotando como divinidades del mainstream. Nick, Brian, Howie D, AJ y Kevin saludan al público y el griterío podría hundir Nevada. ¡Que horror de gritos, por Dios!
La gente no sabe qué mirar: ¿a los Backstreet? ¿A las imágenes que los rodean? ¿Al camarero que les cobra 20 dólares por un gin con hielo? Hay quien se queda paralizado, todo el mundo graba, chicas que lloran y quien simplemente mira hacia arriba con la boca abierta como si viera descender al Espíritu Santo.
Locura para ver a los Backstreet Boys
Entradas a 350 euros de mediana pero los Backstreet Boys, que programaron una veintena de conciertos en el The Sphere, tuvieron que ampliar estancia por la enorme demanda. Todo para conmemorar el 25o aniversario de su disco Millenium con tecnología de alta definición, experiencia inmersiva o imágenes futuristas que se inician con la llegadas de los Backstreet Boys en una nave espacial que aparece de la cúpula… que mide más de 14.000 m2.
The Sphere no es solo un escenario. Es una catedral del espectáculo, una capilla futurista del entretenimiento donde el artista importa menos que el envoltorio. Durante el show, la pantalla se convierte en un planeta, en una ciudad flotante, en una explosión de color y movimiento que acompaña cada canción como si fuera una película. Comparado con esto, el Imax parece un VHS de Las muñecas de Famosa.
Y entre una canción y otra, mientras las latinas de blanco corean I want it that way como si fuera un salmo, me doy cuenta de que esto es Las Vegas: exceso, tecnología, nostalgia y un ligero dolor de cabeza por la mezcla de luces, emociones y ginebra.

Los Backstreet Boys en The Sphere, una de las principales atracciones musicales de Las Vegas
Jordi Basté
Se acaba este enorme espectáculo y me largo a dormir. Mañana cambio de hotel. Directo al Caesars Palace. De Trump al Imperio Romano. Solo en Las Vegas puede uno pasar de un presidente a Julio César en tres calles. Aquí todo es posible… incluso que los Backstreet Boys te acaben gustando… por una noche. Tell me why, ain’t nothin’ but a heartache .