Dudas sobre el anuncio de inversión.
El anuncio de que OpenAI invertirá u$s25.000 millones en un data center de 500 MW en la Patagonia se presentó como un hito tecnológico, pero en el mundo empresarial y político no todos compran el entusiasmo oficial. La magnitud de la inversión, el momento del anuncio y la falta de precisiones técnicas despiertan sospechas sobre un uso político de la noticia en un año donde la economía busca oxígeno y la imagen del Gobierno necesita un impulso.
La compañía de Sam Altman planea levantar una instalación de escala global junto a la firma argentina Sur Energy, pero no hay información confirmada sobre plazos, ubicación exacta ni licencias ambientales. Tampoco se conoció el nombre del “cloud developer” que acompañará el proyecto, un dato clave para dimensionar la viabilidad real de la iniciativa.
“En un mundo donde la IA depende de la continuidad, la seguridad va mucho más allá de proteger los datos: hay que garantizar la no interrupción del suministro”, señaló Daniel Fiorda, director de operaciones de SkyOnline, al remarcar que un proyecto de este tamaño exige una red eléctrica robusta y estable que hoy Argentina no tiene garantizada.
Fiorda fue más allá: “Un corte, por breve que sea, no es un simple inconveniente; es una cascada de consecuencias económicas”. En el sector, los números son claros: el 54% de las interrupciones en centros de datos cuestan más de u$s100.000, y el 20% supera el millón de dólares, según el Uptime Institute.
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Mientras tanto, desde el Gobierno se busca capitalizar la novedad. Funcionarios de la administración de Javier Milei celebraron la inversión como “una muestra de confianza en el rumbo económico del país”, aunque la falta de detalles alimenta las dudas sobre si se trata de una negociación concreta o de un anuncio de impacto electoral.
La historia reciente abunda en promesas de inversión tecnológica que nunca pasaron del PowerPoint. En este caso, la escala de la obra —y su necesidad de un consumo energético equivalente al 3% de la electricidad nacional— hace difícil imaginar un inicio inmediato. “Un reactor nuclear, una línea de transmisión o un parque solar requieren años. Todo el sistema energético global está sobredemandado”, recordó Fiorda.
El Gobierno de Milei, por su parte, impulsa un programa de reactores nucleares modulares (SMR) bajo la órbita de Nucleoeléctrica Argentina, que preside Demian Reidel. Según fuentes del sector, esa iniciativa también podría servir como marco político para justificar la supuesta llegada de OpenAI, más que como soporte técnico real.
En los pasillos de la industria, algunos analistas señalan que el anuncio llegó en el momento justo para distraer la atención de otros frentes conflictivos, como el aumento de tarifas eléctricas y los recortes en subsidios. “El timing es perfecto: una noticia monumental que llena titulares y deja en segundo plano los ajustes”, comentó un consultor energético.
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En paralelo, expertos en telecomunicaciones advierten que Argentina carece hoy de la infraestructura logística, portuaria y tecnológica para sostener una inversión de esa escala sin apoyo externo, y que el abastecimiento energético sería el cuello de botella inmediato.
Aun así, el anuncio cumple su objetivo político: poner al país en la conversación global de la inteligencia artificial, aunque más en los discursos que en los hechos. Detrás de los números y las promesas, la pregunta persiste: ¿es el futuro de la IA o una jugada electoral con final incierto?