El mercadillo de la miseria se recompone en la ronda Sant Pau, entre el Raval y Sant Antoni. Aquí, cada semana con mayor frecuencia, pese a que un mes y poco atrás el Ayuntamiento puso en marcha un plan contra la degradación de estas calles, una veintena de vendedores ambulantes sin permiso ofrecen al caer el sol restos de negocios que no tuvieron otro remedio que cerrar, de pisos de personas que murieron y fueron vaciados por encargo, de contenedores solidarios reventados, de la basura… Solo se retiran cuando ven llegar a policías municipales, muchas veces junto a un vehículo de los de limpieza. “La Guardia Urbana y los servicios de limpieza realizan intervenciones prácticamente a diario –dicen en el Ayuntamiento–. Está previsto seguir con esta presión”. El gobierno del alcalde Jaume Collboni entiende que los dispositivos puestos en funcionamiento en agosto están mejorando la situación.

La presencia de vendedores es cada día más abundante en la frontera de los barrios del Raval y Sant Antoni
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“Queremos que el Consistorio ponga el acento en la asistencia, que no desplace el problema a otro barrio”
Entretanto, la clientela del mercadillo de la miseria de Sant Antoni es cada día más abundante y variada. Ya no vienen sobre todo amas de casa magrebíes del Raval, también acude mucha gente del Eixample de toda la vida y todas las edades. Hablamos de una de tantas manifestaciones de la pobreza enquistadas en este lado de Barcelona. Este mercadillo de cargadores de teléfonos analógicos, zapatillas de segunda mano y cafeteras se instaló en la gran plataforma de hormigón dispuesta durante años en la ronda Sant Antoni hasta que la presión policial dispersó a sus vendedores por calles del Raval. El problema quedó años bajo la alfombra. Hace pocos día el concejal del PP Daniel Sirera reclamó al gobierno municipal que redoble la presencia policial.

Aquí pueden encontrarse muchos restos de negocios cerrados y de pisos de personas fallecidas que fueron vaciados
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Barcelona bate sus registros de personas viviendo en la calle y ya suma alrededor de 1.600
Hasta ahora el plan de choque del ejecutivo de Collboni logró principalmente rebajar las molestias que tantos partidos de fútbol desencadenaban por las noches en la ronda Sant Antoni. Últimamente los policías municipales llaman la atención a los chavales cuando entienden que hacen mucho ruido. Algunos vecinos hartos de pelotazos colgaron varios carteles de protesta. Y la verdad es que el toxicómano que fuma sus dosis en la calle Manso, la indigente con incontinencia que abandona sus pañales en una esquina de la calle Calàbria, el subsahariano que en sus divagaciones siempre acaba con los pantalones por los tobillos y el resto de personas con muchos problemas que desataron la inquietud entre tantos vecinos y comerciantes continúan pululando por el barrio. Como el que grita por las calles todas las madrugadas. Al parecer los servicios sociales tratan de establecer vínculos con todas las personas en situación de vulnerabilidad que vienen y van, pero no es tan sencillo.

Últimamente en la ronda Sant Pau se instalan una veintena de vendedores en cuanto tienen la oportunidad
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Una veintena de vendedores se ponen cada vez con mayor frecuencia en la ronda Sant Pau
Y luego de que el Ayuntamiento comenzara la retirada o cambio de ubicación del 60% de los elementos del mobiliario urbano de la politizada supermanzana, los sintecho que últimamente dormían en sus bancos amanecen ahora tirados en las aceras. Las entidades vecinales y comerciales que este verano dieron la voz de alarma están dispuestas a dar al menos un mes y medio de margen al Ayuntamiento antes de plantearse montar protestas. Así intentarán afinar sus reivindicaciones, mejorar su diagnóstico de la situación e incorporar otras sensibilidades. Se trata de un asunto muy espinoso. “Queremos que el Ayuntamiento también ponga el acento en la asistencia de los más vulnerables, que no desplace el problema a otros barrios. En la avenida Mistral ya se instalaron personas que fueron desalojadas del parque de la Estació del Nord; ¿qué pasará cuando desalojen el asentamiento del parque Joan Miró? El trabajo social es más complicado y sus resultados requieren más tiempo”.

Tiempo atrás la presión policial empujó y dispersó estos puestos por varias calles del Raval
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En los últimos tiempos esta actividad estuvo escondida baja lo alfombra, dispersa por varias calles del Raval
Barcelona está batiendo sus récords de personas viviendo en sus calles. A finales del 2023, la fundación Arrels calculaba que eran 1.384, 153 más que un año antes. En el 2019 hablábamos de 1.195. Esta primavera, el Ayuntamiento estimaba que ya eran 1.583. Fuentes municipales relacionan estos incrementos con el precio de la vivienda y la precarización laboral. Otros vecinos y comerciantes de Sant Antoni consideran que estas nuevas postales son resultado de unas pacificaciones del espacio público más bien chapuceras. Este escenario también alimenta conductas dirigidas por el odio. En junio dos indigentes fueron atacados con amoniaco.

Un guardia urbano impide que un vendedor ambulante monte su puesto
Ana Jiménez
El juego del policía y el vendedor
Los vendedores ambulantes suelen llegar a la ronda Sant Pau de una manera muy cautelosa sobre las siete de la tarde. Entonces tratan de atisbar si acaso los guardias urbanos también están rondando por la zona. La presencia policial en este lado de Barcelona es muy habitual, pero en muchos casos los requerimientos obligan a los agentes a marchar a otros lugares. Entonces los vendedores despliegan sus artículos sobre la acera. Otras veces, sin embargo, los agentes sorprenden a los vendedores y muchos de sus productos acaban en un vehículo de los servicios de limpieza municipales.