Tal día como hoy, el 30 de diciembre de hace un siglo, el infante Fernando de Baviera y el cardenal Vidal i Barraquer inauguraban el Gran Metro entre plaza Catalunya y Lesseps, en la que ahora es la línea 3. Cien años después, la red de metro llega a casi todos los barrios de Barcelona y unos trenes sin conductor cruzan el Llobregat hasta llegar a un aeropuerto que entonces ni existía.
Más de un millón de desplazamientos se realizan a diario en el metro de Barcelona, un transporte público que asume desde este momento la categoría de centenario. Lo hace mirando al pasado, con un año por delante lleno de actividades conmemorativas, pero con ilusionantes retos de futuro. La primera teniente de alcaldía y presidenta de Transports Metropolitans de Barcelona (TMB), Laia Bonet, considera que “la historia del metro, que es una historia de éxito, lleva a que la columna vertebral de la movilidad en Barcelona tenga en el futuro una red más amplia”.
En TMB ya dan por superado el agujero del tramo central de la L9, que durante demasiados años ha sido el proyecto pendiente que lo atascaba todo e impedía mirar más allá. Ahora ya se considera un trámite que tarde o temprano acabará y centran los esfuerzos en proyectar e ilusionar con un nuevo horizonte de ampliaciones. La nostalgia histórica de fotos en blanco y negro y hombreras no tan lejanas en el tiempo que supondrá la celebración del centenario se convierte en un complemento perfecto para impulsar un nuevo crecimiento del suburbano, dando continuidad a una evolución constante que, a excepción de los años de la Guerra Civil y la posguerra, no ha parado nunca de expandirse a la vez que crecían los barrios de la capital catalana, primero, y del área metropolitana, después.
El nuevo Clínic y el barrio de la Marina del Prat Vermell son razones suficientes para abordar las obras
Y así quiere seguir haciéndolo, dando respuesta a desarrollos urbanísticos importantes de los próximos años como la construcción del nuevo hospital Clínic en las pistas de la Universitat de Barcelona, donde se entremezclan los términos municipales de Barcelona, l’Hospitalet y Esplugues. La prolongación de la L3 desde Zona Universitària hasta el centro de esta última ciudad tiene un proyecto constructivo redactado pero debe adaptarse para dar cobertura al futuro centro sanitario que no estaba sobre la mesa cuando se planificó, sin olvidar tampoco a los pacientes del hospital materno-infantil de Sant Joan de Déu, que tantos años lleva esperando un mejor transporte público hasta allí arriba.
Los planes de futuro compartidos por el Ayuntamiento de Barcelona y la Generalitat también pasan por hacer realidad proyectos que en su momento no salieron adelante y que ahora tienen más sentido, como el intento de Pasqual Maragall de hacer llegar el metro a la montaña de Montjuïc. La prolongación prevista de la L2 no servirá solo para ir a los museos o al Palau Sant Jordi, sino que también conectará los dos recintos feriales –el de Montjuïc y el de Gran Via–, y permitirá acercar al centro de la ciudad el nuevo barrio de la Marina del Prat Vermell, además de ofrecer una vía más directa hasta el aeropuerto de El Prat, utilizando la infraestructura de la L9 con la que conectará el nuevo túnel proyectado hasta Parc Logístic. Es el proyecto más ambicioso que hay sobre la mesa, con una inversión milmillonaria que habrá que ver de dónde sale y que requiere actualizar los estudios previamente, por lo que aún tardará unos cuantos años en empezar a materializarse.
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La línea 2 probablemente tome el relevo a la gran obra que lleva dos décadas en marcha y que se ha convertido en una rémora: el tramo central de la L9, paralizado tras la crisis económica de hace más de diez años y renqueante desde entonces. La mala planificación del gobierno de ERC aún empeoró más las cosas y la única tuneladora que hay activa se pasará un año parada en la estación de Mandri esperando que llegue un nuevo cabezal para reemplazar el anterior, maltrecho e incapaz de continuar tras pasarse casi una década bajo tierra sin avanzar ni un centímetro. La intención de los responsables del proyecto es ir poniendo en servicio algunas estaciones cuando acabe el túnel, aunque la finalización de la obra por completo se irá al 2030 como pronto.
![Visita a la tuneladora de la L9 de metro a la altura de Camp Nou. Cabeza de la tuneladora.](https://www.lavanguardia.com/files/content_image_mobile_filter/uploads/2024/12/29/677193f889945.jpeg)
La tuneladora del tramo central de la L9 cuando horadaba el terreno antes de llegar al pozo de Mandri
Mané Espinosa / Archivo
Más inminente será la prolongación de la L4 de La Pau a la Sagrera, de la que falta menos de medio kilómetro de túnel para acabarla y supondrá una gran mejora en la interconexión de distintas líneas del metro, ya que en la Sagrera se encontrará la L4 con las líneas 1, 5, 9 y 10, además de pasar por la futura gran estación de alta velocidad, donde también harán parada los trenes de Rodalies y se habilitará una terminal de autobuses interurbanos.
Todos estos proyectos de gran dimensión se acompañan de otros más pequeños pero no menos importantes. Se trata de la prolongación de la L1 desde Fondo hasta el centro de Badalona, una actuación fundamental para tejer la red en esa zona del área metropolitana, y a la vez acompañada de unas nuevas cocheras y talleres que la L1 requiere desde hace años para complementar las instalaciones ya existentes. En ese caso serán algo menos de dos kilómetros.
Aún más pequeño es el tramo por cubrir entre Trinitat Nova y Trinitat Vella en la L3. Con menos de un kilómetro de túnel, se acercarán los dos barrios separados por la Meridiana y se conectarán las líneas 1 y 3, actuando así como un gran intercambiador que reducirá, por ejemplo, a la mitad el tiempo para ir de Santa Coloma al hospital Vall d’Hebron.
TMB aspira a comprar 39 nuevos trenes para reducir el tiempo de espera a tres minutos en todas las líneas
La presidenta de TMB aspira a “ganar 350.000 viajeros diarios más con todas estas actuaciones”, con el foco puesto de manera importante en el ámbito metropolitano para captar usuarios del vehículo privado. Además, Bonet espera alcanzar “frecuencias de tres minutos o menos en todas las líneas”, un intervalo que se ofrece desde hace años en las líneas 1 y 5 en hora punta y que en el resto de líneas convencionales oscila entre los tres y los cuatro minutos, y en las automáticas es de siete minutos.
Para conseguirlo será imprescindible incorporar un número considerable de nuevos trenes. En las oficinas centrales de TMB ya tienen redactados los pliegos con las condiciones técnicas para sacar a licitación la compra de 39 nuevos trenes, de los cuales 22 irán a la L9 cuando se abra el tramo central y 17 más al plan de mejora de la oferta en el resto de la red. “La demanda crece y nos debemos adecuar con un crecimiento de la oferta”, reconoce el consejero delegado de TMB, Xavier Flores, que también pone en valor un conjunto de acciones menos vistosas pero fundamentales, como la mejora de aspectos técnicos y de modernización de la infraestructura. “Hay que abordar la mejora de la red sin olvidar que debemos estar concentrados siempre en el mantenimiento”, remarca. En ambos aspectos es fundamental el entendimiento de la operadora pública con la Generalitat, que es la administración responsable de la infraestructura.
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Uno de los proyectos más relevantes en ese sentido es la renovación de la señalización de la L4, que es muy antigua en comparación con el resto de líneas. A su vez, cada verano los pasajeros de alguna línea sufren el corte de algún tramo para renovar las vías con el objetivo de reducir las vibraciones y facilitar los trabajos de mantenimiento que se llevan a cabo cada noche, en el rato que pasa entre el último tren y el primero.
Otro aspecto del que la compañía saca pecho con orgullo en una red centenaria es la accesibilidad. Siete estaciones impiden todavía que se pueda hablar de plena accesibilidad, aunque cuando acabe el centenario esa cifra se espera que se haya reducido a tres (Urquinaona, Plaça de Sants y Verdaguer). Tener prácticamente todas las estaciones con ascensores y preparadas para personas con movilidad reducida es un hito que otros metros con más de cien años de historia no contemplan ni de lejos. Aunque Barcelona quería celebrar el centenario con el 100% de accesibilidad, habrá que esperar aún unos años.
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