Durante la pandemia, el sector MICE —reuniones, congresos, ferias y convenciones— fue uno de los más golpeados a nivel global. La cancelación masiva de eventos presenciales y la rápida adopción de formatos virtuales llevaron a muchos analistas a pronosticar su declive definitivo. En ese contexto, la idea de que los encuentros cara a cara quedarían relegados por soluciones digitales ganó espacio incluso dentro de la propia industria.
Sin embargo, el escenario posterior desmintió esas proyecciones. Lejos de extinguirse, el turismo de reuniones se recuperó con fuerza y, en numerosos mercados, superó los niveles previos a 2020. La presencialidad no solo conservó su vigencia, sino que volvió a imponerse como un factor diferencial para la generación de negocios, el intercambio profesional y la construcción de redes, incluso en un entorno donde los formatos híbridos continúan disponibles.
Buenos Aires, en particular, se convirtió en uno de los casos más ilustrativos de esa dinámica. La ciudad no solo sostuvo su posicionamiento internacional como sede de eventos, sino que consolidó su liderazgo regional en un segmento intensivo en empleo calificado, planificación de largo plazo y derrame económico sobre múltiples actividades. El desempeño argentino en los rankings globales y la evolución de la actividad local reflejaron que el sector MICE no atravesó un simple rebote coyuntural, sino una reconfiguración con bases más sólidas.
Ese diagnóstico fue el punto de partida de un encuentro que el Buenos Aires Convention & Visitors Bureau (BAC&VB) mantuvo con un grupo de periodistas de medios de negocios y especializados. Allí, los principales referentes de la institución expusieron datos, proyecciones y definiciones estratégicas sobre una industria que volvió a ganar centralidad en la agenda económica de la Ciudad.
“Hubo un momento en el que vaticinaban el fin de la actividad. La realidad mostró exactamente lo contrario”, señaló Carlos Solanet, presidente del Buenos Aires Convention & Visitors Bureau y de la Sociedad Rural Argentina.
Fundado en 1998, el Buenos Aires Convention & Visitors Bureau (BAC&VB) es una entidad sin fines de lucro que articula al sector privado con el sector público para posicionar a la Ciudad como destino competitivo y confiable para eventos internacionales. A lo largo de distintas gestiones y contextos económicos, el Bureau ha sostenido una estrategia de largo plazo que permite dar continuidad a las políticas de captación de congresos y convenciones, más allá de los ciclos políticos y presupuestarios.
“El MICE necesita previsibilidad. Es una actividad que se planifica con dos, tres, cuatro años de anticipación, eso implica trabajar con todos los gobiernos de manera mancomunada independientemente del color político”, sumó Solanet.
Los números dimensionan el peso de la actividad. Según el Anuario Estadístico 2024 del Observatorio Económico de Turismo de Reuniones de Argentina, el segmento generó en 2024 un impacto económico nacional de $3,45 billones, con 3.641 reuniones realizadas en todo el país y 7.866.961 asistentes entre congresos, convenciones, ferias y exposiciones. Buenos Aires concentró cerca del 30% de las reuniones totales y el 68% de los eventos ICCA, en función de su infraestructura y su nivel de internacionalización.
En 2025, las estimaciones para la Ciudad de Buenos Aires refuerzan esa tendencia. Se proyectaron alrededor de 1.134 eventos MICE, con un total de 3 millones de asistentes. El Bureau estima que el impacto económico total estimado para la Ciudad podrá alcanzar los u$s 2.500 millones, combinando u$s 1710 millones de gasto de visitantes y u$s 790 millones vinculados a la economía directa de los eventos.
El perfil del visitante explica buena parte de ese resultado. Un asistente internacional a un evento MICE en Buenos Aires registró un gasto diario promedio de u$s 188 y una estadía media de 5,2 noches, lo que arrojó un gasto total cercano a u$s 978 por viaje. En el caso del visitante nacional, el gasto diario promedio fue de u$s 140, con una estadía de 2,3 noches y un gasto total de u$s 322. Los asistentes locales, aunque no pernoctan, generaron un gasto incremental urbano estimado en u$s 125 por evento.
“Por cada dólar que deja un turista tradicional, el visitante MICE deja cuatro”, sintetizó Solanet. Esa diferencia no solo se explica por la estadía, sino por el tipo de consumo: alojamiento de mayor categoría, gastronomía, transporte, servicios profesionales y actividades complementarias.
Un estudio de impacto económico sobre un congreso médico realizado en la Ciudad refuerza esa lectura. Según ese relevamiento, el gasto de un asistente internacional fue 11 veces superior al de un residente del AMBA que asistió al mismo evento, mientras que el gasto de un asistente nacional resultó cinco veces mayor. Además, por cada peso gastado directamente en un evento, se generaron dos pesos adicionales en otros sectores de la economía.
La economía del evento en sí misma constituye otro de los motores centrales. Para el calendario 2025, el impacto económico asociado a la producción de eventos —alquiler de venues, producción técnica, logística, catering, tecnología, staffing y servicios profesionales— se estimó en u$s 790 millones, con un rango que podría alcanzar los u$s 900 millones en función de la escala de los encuentros.
“A diferencia de otros segmentos turísticos, el MICE genera actividad los doce meses del año. Es una economía urbana que funciona sin estacionalidad y activa más de medio centenar de actividades”, señaló Mariano Castex, vicepresidente del Bureau.
Esa característica explica también su relevancia en términos de empleo. En 2024, el turismo de reuniones empleó 3.869 puestos de trabajo permanentes equivalentes en actividades centrales y 27.492 en actividades de apoyo. Se trata de un entramado productivo compuesto mayoritariamente por pymes, con fuerte participación de jóvenes y perfiles técnicos, que combina oficios, servicios y conocimiento.
En paralelo, la conectividad aérea acompañó ese proceso. Solo en junio de 2025, Buenos Aires registró 6.026 vuelos internacionales, con casi 960.000 pasajeros transportados y una ocupación promedio del 78%, conectando con 36 ciudades del exterior.
Ese contexto ayuda a consolidar el posicionamiento internacional de la Ciudad. En la última edición del ranking ICCA, Buenos Aires se ubicó como la ciudad número uno de América por 14° año consecutivo y como la única ciudad del continente americano dentro del Top 20 global, ocupando el puesto 18 a nivel mundial.
“Llegar es difícil, pero mantenerse es mucho más complejo”, sostuvo Castex. “Ese liderazgo no es casualidad: responde a una política sostenida de articulación público-privada y a la calidad del recurso humano”, añadió. “No es un logro coyuntural, es consistencia”, remarcó Laura Veronesi, secretaria del BAC&VB.
Esa reputación se refleja también en los indicadores de satisfacción. Según datos de encuestas realizadas en distintos eventos, más del 90% de los asistentes afirmó que volvería a la ciudad, muchos de ellos incluso en viajes posteriores de ocio o con sus familias.
La propia evolución institucional del BAC&VB funciona como termómetro del sector. En el último año y medio, la entidad creció un 25% en cantidad de socios, hasta alcanzar 64 miembros activos, de los cuales alrededor de 50 son pymes. “Ese crecimiento refleja que la actividad volvió a expandirse y que las empresas necesitan organizarse y profesionalizarse”, explicó Castex.
Castex sumó una definición clave para entender el vínculo entre la actividad y el ciclo económico. “El MICE acompaña a la economía real. Cuando un sector crece —minería, salud, tecnología, finanzas—, crece la necesidad de profesionalización, de encuentros, de capacitación. Cuando esos sectores se retraen, la actividad también lo siente”, explicó.
Durante el intercambio con los periodistas, los voceros detallaron los ejes de trabajo que el Buenos Aires Convention & Visitors Bureau desarrolla de manera coordinada con el Gobierno de la Ciudad, con un foco central en la captación de eventos internacionales. Esa tarea, que constituye la razón de ser del Bureau, se lleva adelante en articulación con Visit Buenos Aires —la agencia público-privada de promoción del destino, de cuyo directorio la entidad forma parte— y explicó buena parte del posicionamiento alcanzado por la Ciudad en los rankings globales.
Sobre esa base, el segundo eje estuvo vinculado a la capacitación continua del capital humano, considerada estratégica para sostener estándares internacionales de calidad, junto con la mejora de la competitividad a través de un tratamiento fiscal acorde a una actividad exportadora de servicios. El tercer eje apunta a la inversión en infraestructura, entendida no sólo en términos edilicios, sino también de tecnología, conectividad y financiamiento de largo plazo.
Al tratarse de una exportación de servicios que genera ingresos en moneda extranjera, desde el BAC&VB plantean la necesidad de revisar impuestos como Ingresos Brutos y el impuesto a los sellos. “Exportamos servicios, pero pagamos impuestos que otras actividades exportadoras no pagan”, sostuvo Solanet.
“Competimos contra ciudades y países que tienen esquemas impositivos mucho más favorables”, advirtió Claudio Anfuso, revisor de Cuentas BAC&VB. “Uruguay, Colombia, Perú o Panamá ofrecen exenciones de IVA o tasas cero para eventos internacionales. Nosotros no pedimos privilegios, pedimos condiciones para ser competitivos y devolver ese beneficio en mayor derrame económico”, afirmó.
En ese punto, los voceros coincidieron en que algunos cambios recientes en el contexto macroeconómico mejoraron las perspectivas del sector. Castex destacó que la flexibilización parcial del cepo resultó clave. “Hoy los organizadores pueden girar fondos, pagar proveedores y operar con mayor previsibilidad. Eso destrabó congresos que antes eran inviables y permitió cerrar eventos para 2026, 2027 e incluso 2028”, explicó.
Más allá de los megaeventos
Uno de los tramos más ricos del encuentro surgió al abordar la estructura real del calendario MICE. Aunque los grandes congresos concentran visibilidad, la actividad se sostiene mayoritariamente en una trama de eventos medianos y pequeños, distribuidos a lo largo de todo el año.
“Son muchos eventos que, en conjunto, generan estabilidad”, explicó Solanet. “No estresan la ciudad como un pico masivo y permiten una ocupación hotelera desestacionalizada”, dijo. Castex completó la idea: “La exigencia del asistente es la misma, sea un evento de 200 personas o uno de 10.000. La experiencia tiene que ser excelente en todos los casos”.
Capacitación y empleo joven, el desafío silencioso
La conversación también puso sobre la mesa un desafío estructural: la captación y formación de talento joven. “Es una industria intensiva en trabajo, pero trabajar en eventos no es tan glamoroso como se cree”, reconoció Anfuso. “Se trabaja en vivo, no hay margen de error, y eso exige capacitación, actitud y compromiso”, agregó.
El Buenos Aires Convention & Visitors Bureau y sus socios avanzaron en convenios con universidades y programas de formación, mientras que a nivel nacional AOCA —la entidad que nuclea a los organizadores— desarrolló una escuela de negocios específica para el sector.
Finalmente, los referentes se mostraron optimistas respecto del horizonte de mediano plazo. Con eventos ya confirmados para 2026 y 2027 y postulaciones en marcha para años posteriores, el turismo de reuniones vuelve a operar con la lógica que lo define: planificación de largo plazo. “El MICE es menos sensible al precio o al tipo de cambio, pero muy sensible a la experiencia”, concluyó Castex. “Y Buenos Aires hoy tiene con qué competir”.
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