Wim Wenders, el reputado director de cine alemán, tiene casi 80 años, tantos como la paz en Europa que siguió a la capitulación del régimen nazi. “Desde mi infancia, he vivido 80 años en paz”, dice en un cortometraje que dirigió para conmemorar el final de la Segunda Guerra Mundial. Pero ahora, con una guerra en Ucrania que él llama “una guerra contra Europa”, Wenders dice que pocas veces hubo tanto en juego.
“Ochenta años después de la liberación de nuestro continente, los europeos volvemos a darnos cuenta de que la paz no puede darse por sentada”, dice en la película. “Ahora nos toca a nosotros tomar en nuestras manos las llaves de la libertad”. Las llaves de la libertad es, precisamente, el título del filme.
En una entrevista en su oficina de Berlín, Wim Wenders dijo que las décadas de paz “definieron mi vida”, como la guerra definió las vidas de sus padres.
Su padre, cirujano del ejército, pasó cinco años en el frente y fue el único de su clase que no murió ahí, dijo Wenders. “Tuve el privilegio de pertenecer a la primera generación de alemanes que vivió 80 años en paz -contó-. “Ninguno de mis antepasados tuvo ese privilegio”.
Esta semana, Europa y Alemania están repletas de variados esfuerzos para recordar el final de la guerra, incluidos sombríos actos conmemorativos en campos de concentración como Dachau y Bergen-Belsen. Pero el cortometraje de Wenders es un raro testamento personal y político del hombre detrás de películas premiadas como París, Texas, Las alas del deseo y El amigo americano.

Las llaves de la libertad y el Museo de la Rendición
Las llaves de la libertad dura menos de cinco minutos. Es una visita meditativa a un lugar poco conocido donde se hizo historia: una pequeña escuela de Reims (Francia), donde a las 2.41 de la madrugada del 7 de mayo de 1945 el ejército alemán firmó su rendición incondicional ante los mandos aliados. La escuela, ahora el Liceo Franklin Roosevelt, albergó entonces el cuartel general del general Dwight D. Eisenhower, comandante supremo aliado en Europa.
Hoy en día hay un pequeño museo en la escuela llamado Museo de la Rendición, que incluye la sala de mapas del último piso donde trabajaron los comandantes y se firmó la capitulación.
Cuando Eisenhower y su equipo abandonaron la escuela, entregaron las llaves a las autoridades de la ciudad, y ahora se exponen en una pequeña vitrina en el museo. “El comandante en jefe devuelve las llaves al alcalde de Reims y le dice: ´Estas son las llaves de la libertad del mundo´”, cuenta Wenders en la película. “Me conmovió mucho ver esas llaves, aunque ahora sólo sean llaves en un pequeño museo”.
Wenders deambula por el museo, observa otras exposiciones y charla con estudiantes actuales. La rendición se recrea a través de imágenes de archivo de los acontecimientos del día y una reconstrucción moderna, con actores.
Los soviéticos insistieron en que el alto mando alemán repitiera su rendición en Berlín, que habían conquistado. Ese acontecimiento tuvo lugar la noche siguiente, el 8 de mayo, que generalmente se reconoce como el momento en que terminó oficialmente la guerra en Europa. Durante años, bajo la ocupación soviética, el edificio donde se ratificó el acuerdo fue conocido como Museo de la Rendición Incondicional de la Alemania fascista en la Gran Guerra Patria 1941-1945, pero tras la reunificación alemana pasó a llamarse Museo Berlín-Karlshorst.
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“La idea era ir allí donde se negoció y firmó de verdad, no sólo se ratificó, como lo que luego se repitió el 8 de mayo en Karlshorst, sino el verdadero McCoy”, aclaró Wenders. “Un lugar en Francia al que debía esa libertad en la que transcurrió mi vida”.
Una director clave
Wim Wenders, que nació en agosto de 1945, se convirtió en una figura clave de lo que se conoció como el movimiento del “Nuevo Cine Alemán” de los años ´60 y ´70, una influyente revolución del cine de autor de la generación de posguerra.
En los últimos años, se decantó por los documentales, que hoy en día son menos complicados de financiar y obtener luz verde, afirma. Narra Las llaves de la libertad en tres idiomas, alemán, inglés y francés, y dijo que la consideraba una película política que se remontaba a sus primeros trabajos documentando las protestas alemanas contra la guerra de Vietnam.
La película surgió de una idea del Ministerio de Asuntos Exteriores de Alemania. Desde la invasión a gran escala de Ucrania por parte de Rusia y la reelección de Donald Trump, un presidente escéptico respecto a Europa, Alemania trata de ser más directa en sus mensajes públicos, especialmente sobre los valores alemanes y el compromiso del país con la seguridad europea, dijo Peter Ptassek, diplomático a cargo de comunicaciones estratégicas.
El Ministerio se puso en contacto con Wenders, quien aceptó trabajar gratis, al igual que la mayor parte de su equipo. El ministerio aportó “menos de 100.000 euros” (unos 113.000 dólares) para el proyecto, con el propósito de ayudar a pagar el personal técnico y la producción, dijo Ptassek.
“Con la guerra en Ucrania y lo que está ocurriendo ahora en los Estados Unidos, nos dimos cuenta de que teníamos que alzar la voz y explicarnos -argumentó Ptassek-. Si no explicas lo que haces, pierdes la confianza”.
Las llaves de la libertad es un símbolo que encaja muy bien -añadió-. Ochenta años de protección estadounidense ya no parecen fiables. Tenemos que tomar estas llaves y asumir nuestra responsabilidad».

Wenders espera que la película llegue a los jóvenes, pero tiene dudas. Incluso los estudiantes franceses de la escuela de Reims consideran la guerra como historia antigua, dijo. “Son la tercera generación que vive en esta paz, y por tanto la dan por sentada”, dijo. “Así que les resulta fácil creer que esto es eterno”.
El rodaje en Reims “me hizo plenamente consciente de lo preciosa que puede ser la libertad -confesó Wenders-. En mi vida también la había dado por sentada, y ver esa pequeña sala de guerra me hizo darme cuenta de lo frágil que es en realidad”.
«Hablar con los estudiantes -continuó-, me hizo darme cuenta de que es todo un trabajo, políticamente en Europa en este momento: hacer que la gente al menos se tome en serio la palabra libertad. Ni siquiera la palabra significa mucho porque no conocen otra cosa. Por eso quise dejar la película realmente abierta al final”.
Para finalizar: «Tenemos que ser conscientes de que el Tío Sam no va a hacer nuestro trabajo durante mucho más tiempo, y puede que tengamos que defender esta libertad nosotros mismos».
Traducción: Patricia Sar