Tatyana Ovechkina (Moscú, 1950) dirige actualmente el programa de baloncesto femenino en Rusia. Se retiró después de una carrera esplendorosa. Dejo las canchas tras ganar dos oros olímpicos, seis Europeos y un Mundial. Era una época de imposibles porque la base nunca perdió un partido oficial con la URSS. Es una leyenda del básket femenino, con un currículum extraordinario, de otra época. Ahora, a la deslumbrante exjugadora del Dynamo de Moscú simplemente la conocen como la madre de Aleksandr Ovechkin (Moscú, 1985).
El capitán de los Capitals de la NHL, de 39 años, ha batido el récord de goles del canadiense Wayne Gretzky, el Michael Jordan del hockey hielo. Un número frío en torno a una pila inhumana de goles, 894, marcaba una de las últimas cotas del deporte profesional americano. Ovi lo ha dejado atrás.
Lo igualó el viernes ante los ojos del mito, que estaba en el Capital One de Washington D.C., y acaba de superarlo en el Islanders-Capitals, dejando la cota en 895 tantos. Un Everest del deporte.
Tatyana Ovechkina, junto a su hijo Aleksandr
Las plusmarcas de Gretzky son tan fascinantes que al canadiense simplemente se le recuerda como El Grande. Sobra la grandilocuencia. Con cuatro títulos de la Stanley Cup y 56 récords vigentes en la NHL, es un referente deportivo en Estados Unidos, el gran icono del hockey hielo profesional, el responsable de numerosas gestas deportivas (el personaje más importante de la historia de Canadá, según una encuesta entre los canadienses) y una figura tan deslumbrante que se erigió en el protagonista de la expansión del campeonato por el Oeste de Estados Unidos cuando los responsables de la competición le pidieron que fichara por los Kings de Los Ángeles para llevar la pasión por el hockey hielo a California, bajo el sol y las palmeras. También lo logró.
Allí, junto al Crypto.com Arena, tiene su estatua. En Edmonton tiene otra que hace unas semanas fue profanada con excrementos por su amistad con Donald Trump, pero esa es otra historia.
Le dije a Ovi, si puedes mete tres goles y me superas ya que he venido a ver tu récord
Wayne Gretzky, leyenda de la NHL
Wayne Gretzky, sentado, en un partido con los Oilers.
Una carrera de videojuego
Cuando dejó de jugar en 1999 para dar por finalizada una carrera de videojuegos, Gretzky había firmado tres temporadas de 200 puntos (único en la historia en esa suma de goles y asistencias), había sido nueve veces MVP (trofeo Hart) y 10 veces máximo anotador (trofeo Art Rose). Llegó a meter 50 goles en una racha de 39 partidos, la plusmarca que más le enorgullece. Ningún deportista profesional americano ha acumulado tanto premio individual.
Gretzky y Ovechkin, el viernes, cuando el ruso igualó el récord del canadiense.NHL
894 goles en temporada regular tenían sus derechos de autor desde hace 31 años. El registro firmado por una leyenda vivía con el aura de una marca teóricamente inalcanzable «porque no habrá otro Gretzky», decían.
Ovechkin no había nacido entonces y por supuesto, el mundo del deporte asumió sin dudar que nadie podría alcanzar semejante cima, igual que muchos pensaron que nadie superaría la producción de Abdul-Jabbar en la NBA hasta que llegó LeBron James.
Aquella plusmarca era el triunfo de la excelencia, el del hockey hielo del talento orgánico, porque Gretzky, de ascendencia polaca, no medía 1,91 ni pesaba 100 kilos como el extremo izquierdo ruso de los Capitals. “Un buen jugador sabe dónde está el disco. Un gran jugador sabe dónde va a estar y se anticipa”, suele decir para justificar su extraordinaria visión de juego.
Ovechkin, tras marcar el gol 894.LaPresse
Más dotado físicamente, más fuerte y con un rendimiento más prolongado en el tiempo, Ovechkin, sin embargo, es el estandarte del hockey muscular y temperamental del siglo XXI.
Ovi, que hace una donación a una fundación para la investigación de cáncer infantil por cada gol que ha marcado esta temporada, es también un orgullo para los rusos. Empezaron a celebrar su récord en Moscú a principios de abril, días antes de consumarse. «Ovechkin es siempre primero». También hubo guiños al héroe ruso en San Petersburgo, junto a la estatua de los héroes del asedio de Leningrado en la II Guerra Mundial.
Un imagen de Ovechkin en un rascacielos de San Petersburgo.LaPresse
Talento industrial
Después de marcar el gol a los Islanders y alcanzar los 895 en su 20ª temporada con los profesionales tras formarse en su amado Dynamo, Ovechkin, ‘The Big 8’ (su mamá jugaba al básket con ese número), demostró que también es colosal, pero a su manera, con su talento industrial.
El ganador de la Stanley Cup de 2018 con los Capitals (proeza para una franquicia sin gran tradición en el hockey hielo y para la ciudad, que no vivía un título desde 1991, los Redskins de la NFL), tiene una combinación diabólica de habilidad, potencia e intensidad. Con una actitud indestructible (“si me dicen que juegue de portero, lo hago”), su grandeza radica en la constancia.
En esta temporada, cuando los aficionados esperaban su ascenso al trono anotador de Gretzky como el que aspira a beber del Santo Grial, se hizo una fisura en el peroné de su pierna izquierda. Fue el 18 de noviembre. “Da igual, si no es este año, será al siguiente”. Con 35 años había firmado un contrato de cinco temporadas.
Ovechkin, antes de un viaje con los Capitals, con su bolsa de Cheetos
Pese a su edad, se recuperó en 40 días. Se perdió sólo 16 partidos. Nadie dudaba de que estaría en disposición de aspirar al récord tras meter 19 goles en 33 noches para confirmar una recuperación milagrosa. Alex había mostrado un estado de forma como en sus mejores tiempos.
Pocos deportes más exigentes que el hockey hielo, una disciplina extrema, explosiva y frenética, donde los jugadores están en la pista en turnos de 70 segundos de juego real. No se puede mucho más al máximo nivel. La NHL te obliga a una carrera de 100 metros cada dos por tres.
Presentación de Ovechkin en un partido de los Capitals.LaPresse
Lo que me ha hecho llegar hasta aquí es el trabajo duro. La energía de batir el récord de una leyenda me impulsó
Aleksandr Ovechkin, máximo goleador historia de la NHL
Pero Ovechkin, cuyo ritual en los viajes es comerse en el avión una bolsa de Cheetos picantes, no lo acusa. Vive en un dulce gulag. Trabaja con buena cara hasta el límite de sus fuerzas. «Si puedo entrenar siete horas, mejor que seis y ocho mejor que siete».
Y tanto trabajo le dio mucha puntería. Tercer máximo anotador en esta campaña (41), es el único jugador en la historia con 14 temporadas con 40 tantos o más y el segundo en alcanzar esa cifra con 39 años (el récord es de Gordie Howe en 1969, 44 goles).
El último guiño del destino ha sido que los 895 goles los ha hecho en 1.487 partidos, justo los mismos que empleó Gretzky para los 894. Increíble pero cierto. «Sin Gretzky, yo no estaría aquí. El trabajo y la energía que necesitaba me lo dio la posibilidad de batir el récord de una leyenda. Me impulsó».
