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domingo, julio 20, 2025

El misterio de Andiperla, el insecto carnívoro de los glaciares en Patagonia

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Cuando la biotecnóloga Luciana Grimolizzi encontró en Twitter una convocatoria para “aventureros” y con “mente muy abierta”, que quisieran investigar la presencia de insectos en glaciares patagónicos, no imaginó el cambio radical que le esperaba. Desde su Tucumán natal llegó a la lejana Esquel, más de 2.000 kilómetros al sur, y desde allí se fue al glaciar Perito Moreno.
Fue una decisión que le permitió conocer un mundo único, escondido en los hilos de agua que surcaban el hielo: el ecosistema de la andiperla, un género de insectos con características únicas que completa su ciclo de vida en los glaciares.

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Con la dirección de Pablo Pessacq y Rolando Rivera Pomar, Grimolizzi hoy es becaria doctoral del Centro de Investigación Esquel de Montaña y Estepa Patagónica (CIEMEP), que depende del CONICET y de la Universidad Nacional de la Patagonia “San Juan Bosco”.
Ingresó con curiosidad a un ambiente académico que se volvió apasionante, aunque no tenía exactamente que ver con la licenciatura que había cursado en la Universidad Nacional de Tucumán.

En diálogo con Diario RIO NEGRO, la joven profesional contó que estaba acostumbrada al trabajo de laboratorio, de horas y horas de “mesada” y análisis de datos y bibliografía, y pasó a cargar la mochila y caminar kilómetros para encontrar a los frágiles ejemplares de Andiperla.

Aportes después de décadas


El género de Andiperla son insectos exclusivos de los glaciares patagónicos/L. Grimolizzi.

De sangre fría, la andiperla es integrante del grupo de los plecópteros, que son insectos acuáticos con una vida adulta terrestre. A nivel interno, no regula su temperatura, pero tampoco muere en un entorno que habitualmente tiene clima frío y húmedo, cercano a temperaturas bajo cero. Esto ocurre justamente porque esos registros constantes son los ideales para ella, entre otras condiciones, y por su capacidad natural para aprovechar los lípidos de su organismo.

En 2021, el propio Pessacq publicó un repaso de lo estudiado desde 2015, cuando se retomaron diferentes campañas que sirvieron para identificar a una nueva especie de Andiperla. Se llama Andiperla morenensis y fue descrita a partir del material recolectado en el glaciar Perito Moreno.

Hasta entonces, sólo se contaba con referencias de la especie Andiperla willinki, gracias a lo hallado por el entonces director del Instituto de Hielos Continental Patagónico, Emiliano Huerta, en la década de 1950. Esos ejemplares habían sido hallados en el glaciar Upsala, dentro del Parque Nacional Los Glaciares.

Tras los trabajos que publicaron sus directores, Grimolizzi se sumó al equipo y profundizó en la fragilidad del organismo y en su ciclo de vida. Según la hipótesis de Pessacq, dura en promedio unos dos años.
El ciclo empieza en el estadio de larvas que respiran a través de branquias y se encuentran en los hilos de agua que recorren la superficie, hasta que llegan a la etapa adulta en los pozones naturales, donde el líquido elemento se acumula.

Esta dinámica hace especial a la Andiperla, porque hasta ahora se sabe que sólo ella completa este proceso en el glaciar.

Esos espacios fríos y lejanos se vuelven delicados no sólo por el deshielo que se acelera con el calentamiento global, sino también ante el paso de los recorridos turísticos. Por eso, es importante que las personas sean muy cuidadosas para no dañar el hábitat con las maniobras durante las caminatas o cuando se pica hielo o se arman escalones.

Si esas cuestiones del comportamiento humano no se controlan, la Andiperla abandona esos lugares para buscar mejores condiciones de vida, pero complica el rastreo de los científicos en futuras visitas, explicó la becaria.

El equipo sabe perfectamente lo difícil que es encontrar ejemplares en cada salida porque no se trata de una población distinguible a simple vista o de fácil recolección.

“En las diferentes campañas -explicó Pessacq-, se coleccionaron una gran cantidad de ejemplares. Se registraron datos de su biología y comportamiento, desconocidos hasta el momento”. Pero agregó: “Uno de los datos más interesantes de este insecto es su rango de tolerancia de temperatura, porque los ejemplares mueren por encima de 10 grados o por debajo del punto de congelamiento”.

Todo esto ya los obliga a extremar el cuidado y el trabajo con precisión. Deben cometer la menor cantidad de errores posible, porque de eso depende el aprovechamiento de operativos costosos de varios días y con una importante logística.

También completan el equipo la doctora Cristina Horak y el técnico Mauricio Dromaz (personal de apoyo del CIEMEP) y Daniel Bea, técnico de laboratorio del Centro de Bioinvestigaciones de la Universidad Nacional del Noroeste de la Provincia de Buenos Aires (UNNOBA). Los prestadores de ‘Hielo y Aventura’ asisten al equipo con la movilidad y el alojamiento en el glaciar Perito Moreno, valoró la biotecnóloga.

Garantía de pureza


La presencia de la Andiperla indica la pureza del agua en zonas remotas de la Patagonia/L. Grimolizzi.

Los investigadores ya saben que las poblaciones de Andiperla lograron evolucionar y adaptarse como “carroñeras” que digieren los restos de otros seres. Por eso se dice que son “carnívoras” dentro de un eslabón superior de la cadena, el último en el ecosistema glaciar patagónico, sin competencia con otras amenazas naturales, comentó Grimolizzi. Esa posibilidad le otorgó un rol ecológico necesario para la dinámica a su alrededor.

Los ejemplares de Andiperla tienen la particularidad de ser insectos omnívoros y sin alas entre sus “parientes” de la familia llamada Gripopterygidae, que son mayormente herbívoros y alados.

Esa condición distintiva de alimentación a su vez le permite no sufrir donde otros ni siquiera podrían sobrevivir. Esa presencia la convierte en un “bioindicador” de algo muy preciado en tiempos de alarma ambiental, por la preservación de los espacios naturales: mientras avanzan los estudios, el hallazgo continuado de la Andiperla en el Perito Moreno indica la pureza del agua que circula en la zona.

Los desafíos de la biotecnóloga


Para llegar a la instancia de trabajo en la que se encuentra, la licenciada Luciana Grimolizzi tuvo que profundizar su conocimiento en taxonomía, genómica y entomología. Además, trabajó con otras especies para incorporar la destreza previa necesaria para la labor y revisión en laboratorio de las Andiperlas.

Explicó que no es lo mismo trabajar estudiando bacterias, preservadas en frío, que es posible replicar y recuperar si algo las afecta o se contaminan, que hacerlo con ejemplares tan delicados. En este último caso, por las condiciones que requieren para mantenerse fuera de su hábitat y por la fragilidad de sus cuerpos, el estudio de su estructura y funcionamiento interno se vuelve más complejo.

Justamente para conocer más en este sentido, hasta mayo de este año, la biotecnóloga estuvo en Austria por cuatro meses para avanzar en el análisis de la lipidómica de estos insectos, aplicando la técnica de HPLC-MS-QTOF, y aprovechando tecnología que es difícil conseguir en la Argentina.

“Fui con una beca a hacer una pasantía en la Universidad de Graz, en el Departamento de Bioquímica I del Instituto de Biología Molecular”, señaló.

La beca se llama “Lab Rotation Program”, es financiada por BioTechMed-Graz. Habla también del interés internacional en sumar conocimiento sobre un sitio valioso, que tiene mucho más que belleza. Esta “oportunidad única”, como la describió la profesional, le permitió contar con el apoyo de Ronald Kühnlein como mentor y ser supervisada por Gerald Rechberger y Thomas Züllig.

Grimolizzi se encuentra en un ambiente académico en el que las mujeres han podido sumar conocimientos, miradas y experiencias. De todos modos, en el diálogo con Diario RIO NEGRO, comentó su condición de neurodivergente y su diagnóstico de TDAH para hablar de los desafíos que tuvo que enfrentar. Esto le demandó una cuota extra de creatividad, perseverancia y resiliencia. Pudo sobrellevarlo gracias a la contención médica, a la predisposición de sus directores académicos en todo el camino transitado y a un sistema que se las ingenió para seguir adelante a pesar de todas las necesidades financieras e incluso edilicias. “El fuerte en Argentina es y seguirá siendo su recurso humano, por su dedicación y creatividad para resolver igual, sin esperar que aparezcan todas las condiciones necesarias”, destacó.

Eligió compartirlo para alentar a otros colegas que están pasando por lo mismo y que sin la orientación o el diagnóstico necesario muchas veces dejan sus carreras o proyectos inconclusos. “Ojalá yo hubiera podido abordarlo antes”, reconoció la becaria.

Redacción

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