Lollapalooza Argentina cumplió 10 años de vida y quiso festejarlo a lo grande. No bastaba con los shows de Shawn Mendes, Olivia Rodrigo o Justin Timberlake, había que hacer algo más. Para eso, pusieron 1010 drones a volar y armaron un espectáculo de luces que se vio a más de dos kilómetros de distancia.
Hubo una función de luces por día que se proyectaba en el cielo mientras tocaban algunos de los artistas principales del festival. Tres iconografías distintas hacían «un repaso por la trayectoria del evento en la Argentina»: unas patinetas con fuego en las ruedas, un robot gigante, un unicornio, parlantes, auriculares, unos labios que escupían el logo de la marca, entre otras cosas.
Claro que lo importante era escuchar a Chano cantar Obsesionario en La Mayor en la anticipada «última noche mágica» de la banda, pero los drones a 300 metros de altura aportaban un toque especial a la emoción. «Son los nuevos fuegos artificiales de los eventos», decía Raquel Gorospe, integrante del equipo que puso a volar los aparatos.

El backstage del lanzamiento que rompió un récord en Latinoamérica
¿Qué se necesita para sacar más de mil drones de sus cajas y acomodarlos uno por uno a 20 centímetros de distancia entre ellos? 20 rusos. Contando 12 ingenieros, tres pilotos, un project manager, un encargado de logística y un editor de videos y fotos, todos de esa nacionalidad. ¿El resultado? 1010 drones en el aire que rompieron un Récord Guinness en Latinoamérica.
«No es fácil la preparación, pero ellos lo hacían sencillo y con mucha concentración. Sonreían recién cuando el laburo estaba terminado«, contaba Gorospe minutos antes de que los drones partieran para el cierre. Mientras tanto, tocaba Tan Biónica. «Queríamos que fueran tres artísticas distintas para que los vinieron todo el fin de semana pudieran sorprenderse cada día», agregaba.
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Show de drones en el cierre del Lollapalooza
Desde las 18 hasta su lanzamiento a las 22, preparaban el show en la pista del Hipódromo de San Isidro, detrás del escenario Samsung. En las pruebas, se podían ver las diferentes luces coloridas de los drones y sus movimientos. Habían traído unos 1140 ejemplares por si las dudas.
Más allá del clásico zumbido que producen los drones al volar, no había ruidos que pudieran interferir con el imponente sonido de los escenarios de Lollapalooza. Había que colocarse un casco de seguridad para acercarse a ver el despegue y todo estaba «perfectamente sincronizado para que el público disfrutara de la sorpresa lumínica en medio del show de su artista preferido».
La empresa detrás del espectáculo
Si bien se rompió un récord en Latinoamérica, la empresa detrás del armado del espectáculo ya tenía uno más importante en su prontuario: un Récord Guinness mundial por hacer volar en simultáneo 10 mil drones juntos. O sea, lo visto en Lollapalooza pero multiplicado por 10.
Se trata de Lumasky, una empresa de Dubái líder en shows de drones, que tiene representación local a través de Iluxman, a cargo de Walter Buchholz. El equipamiento lo trajeron desde Emiratos Árabes y lo devolvieron un día después de que terminara el festival.

«Es como volar aviones de verdad», explicaba Buchholz en una entrevista y detallaba los permisos, protocolos y normativas a seguir que pide la Administración Nacional de Aviación Civil (Anac) para poner en el aire los drones.
La empresa ya había trabajado en el show de Hernán Cattaneo en Potrerillo, Mendoza y su próximo destino era en Medio Oriente para la presentación de un edificio nuevo con seis mil drones. Así de variado. Por eso, llegaron a trabajar en 57 países.
Cómo funcionan los drones
«Es muy complejo, los drones funcionan con una programación y un software específico que se enlazan a satélites y también usan señales que vienen de la tierra«, detallaba de la manera más simple posible uno de los técnicos que operaban en Lollapalooza Argentina.

En cuestiones (muy) técnicas, se permitía volar cajas en tres dimensiones de 1200 metros de boca por 350 de alto por 800 de profundidad. Para utilizarlas y que los drones «no se choquen en el aire», usaron un híbrido de sistemas. Por un lado, el sistema americano a través de GPS y por otro, un sistema ruso especial.
En cuestiones artísticas, el dron con iluminación permite no sólo hacer figuras, sino también juegos. Incluso hasta meter un QR que la gente lo cliquee (algo que no hizo el festival en esta edición). Lo que sí hizo fue meter a Lolito, un personaje que acompaña el evento desde 2014.
Cuando los drones volvieron a tierra el último día, el equipo se fundió en aplausos. Ahora había que guardar y volver a casa. De fondo, sonaba el cierre de Tan Biónica y el ruido de fuegos artificiales. Para gran parte del público, vivir la experiencia misma del festival va más allá de los artistas. Este espectáculo de luces, fue sólo otro de los tantos condimentos que formaron parte de Lollapalooza Argentina a los largos de sus 10 años.