“Soy nieto de Héctor Germán Oesterheld y estoy vinculado con esta obra en lo emocional y artístico prácticamente desde que nací. Así que para mí es muy importante el momento que estamos viviendo”, lanza sus cartas de presentación el realizador, guionista y artista visual Martín Mórtola, antes de dar lugar a las sensaciones que le genera El Eternauta, suceso que lo tiene como consultor creativo.

-Cuando habla de “vinculación”, ¿desde qué sitio parte?
–El Eternauta fue escrito en la casa que pertenecía a mis abuelos, en el mismo lugar donde se originó la obra, y también en la misma Editorial Frontera. Esta editorial fue clave en los Cincuenta, cuando se vivió lo que muchos consideran la época dorada del cómic latinoamericano, un período que tuvo una gran influencia en Europa, luego, durante los años Ochenta. En la casa de mis abuelos, aquel chalet donde comienza la historia original, se reunían artistas que luego serían mundialmente reconocidos como Francisco Solano López, Hugo Pratt, Alberto Heredia y José M uñoz. Mi abuelo es quien creaba los guiones y el que generó todo un fenómeno justamente desde Editorial Frontera, fundada con su hermano Jorge.
-¿Allí, en la casita de Vicente López, en Béccar, se generó la revista Hora Cero en la que se publicó El Eternauta?
-Exacto. En Hora Cero todas las historias eran escritas y editadas por mi abuelo, y los dibujos estaban a cargo de diferentes artistas. Entre esos dibujantes, muchos crearon escuela desde sus inicios. Para mí El Eternauta tiene un vínculo muy íntimo y personal.

-Es decir que todo lo que sucedía en esa casa están ligados a su entorno familiar…
-Mi abuelo vivía ahí, y cada vez que yo veía El Eternauta o lo leía, especialmente cuando lo hice por primera vez a los ocho o nueve años, me daba cuenta de que había algo de esa historia que tenía que ver conmigo. El dibujo de aquel chalet, donde tantas fotos se tomaron, me resultaba familiar. La ventana que aparece en El Eternauta, por donde se comunica el personaje de Germán con la historia original, está en el mismo chalet donde mi abuelo solía escribir… Todo eso me generó, cuando era chico, una conexión muy importante con la obra, al punto que en lo emocional me cuesta mucho tomar distancia y descubrir que es una obra de ficción popular reconocida en todo el mundo.
“EN TODA LA OBRA DE BRUNO (STAGNARO, EL DIRECTOR) LOS PERSONAJES SON REALES, CERCANOS, Y UNO SE IDENTIFICA CON ESE MUNDO CASI ENTRAÑABLE”

Martín Oesterheld sostiene que “lo mejor de la historia de El Eternauta es que se la relacióona con el concepto del héroe colectivo. Este héroe no es uno solo, sino un grupo de personas comunes que se enfrenta a una nueva realidad y debe estar a la altura de esa aventura. En tal sentido -agrega-, cada personaje ocupa un lugar único en la historia y en la aventura. Aunque la trama se centra en el drama interno de Juan Salvo, lo que El Eternauta transmite es una especie de épica del hombre común que a partir de su resistencia frente a lo incontrolable, como una invasión extraterrestre, se ve obligado a aferrarse a lo más elemental del costado humano: la solidaridad, el ingenio, la amistad y la fuerza para sobreponerse a situaciones que no puede controlar. Los personajes de El Eternauta son reales y cercanos. Cuando supe de la posibilidad de que fuera Bruno el director, pronto comprendí que todo lo vincular quedaba garantizado”, afirma quien conoció a Stagnaro unos meses antes de la pandemia.

-¿Cuándo sintió usted que todo comenzaba a fluir?
-Ya había una aproximación a los primeros guiones, que ofrecían la energía de la obra original, muy bien transmitida y trasladada a la época actual. En aquel momento empezamos a hablar sobre el arco total de la historia, cómo iba a ser su correspondencia con la trama de la historieta, y sobre el arco dramático de Juan Salvo. Con el tiempo la historia se fue ajustando. El formato de serie fue una de las decisiones que lo acercó más a la actualidad. Decidimos llevar El Eternauta no al cine, sino al formato de serie, para plataformas digitales. A partir de ahí, diferentes directores se acercaron con sus propias visiones. Cuando conocimos a Bruno, nos impactó su compromiso con la historia de mi abuelo. Desde la primera vez que leyó El Eternauta, él quería ser fiel al sentimiento de ese joven que lo leyó. En el proceso, se transformó en un director con gran habilidad para manejar el guion dentro de una serie y con la capacidad de llevar adelante una aventura así.

-¿Cuál fue su rol, Martín, cuando Stagnaro les presentó su perspectiva?
-Pronto comprobamos que había un punto de contacto clave, relacionado con el vínculo entre los personajes. En toda la obra de Bruno sus personajes son reales, cercanos. Uno se identifica con ese mundo casi entrañable y con ese ambiente porteño que a la vez se adapta a las condiciones necesarias para contar una historia de ciencia ficción en esta parte del mundo. Se trató de una decisión tomada desde el punto de vista de su trabajo, a partir de su conexión con los personajes y su desarrollo. El héroe de El Eternauta se va formando dentro de un grupo de personajes que, aunque algo desorganizado, deben avanzar para defender no sólo su ciudad, sino algo más profundo: su vínculo familiar y, de alguna manera, el hecho del hombre común frente a lo que no puede controlar. Bruno entendió muy bien cómo, en medio de la resistencia, hay algo profundamente humano. Ese grupo de personajes, los últimos humanos resistiendo una invasión que termina mal, refleja la lucha contra lo desconocido y una conexión íntima con lo que significa el ser humano frente a lo incontrolable.
“PARA MI ABUELO LA AVENTURA ERA UN POCO MÁS QUE UN FORMATO: ERA UNA DECISIÓN ÉTICA ANTE LA VIDA”

“Las historias tienen tensiones propias, se actualizan, dicen nuevas cosas, adquieren nuevos significados y se interpretan de manera diferente social, simbólica y hasta políticamente. Por eso, siempre en todos los proyectos, y esta vez puntualmente con la versión de El Eternauta, me parecía que lo adecuado era actualizarlo. Todo transcurre en el contexto de la época actual”, explica Martín, antes de volver a su abuelo Héctor: “Para él la aventura era un poco más que un formato: una decisión ética ante la vida. El héroe no está antes que la aventura; la condición del héroe es que primero esté la aventura, y afrontarla se constituye en toda una toma de conciencia y de decisión ante la vida. Los personajes de El Eternauta primero deben aventurarse en esa ciudad de Buenos Aires que se ha convertido en terra incognita. Son personas comunes que, frente a un suceso extraordinario, se convierten en ese héroe colectivo que al fin y al cabo es protagonista de esta gran historia”, redondea.

-Allí surge la identificación con el mundo porteño.
-… El mundo casi entrañable de lo porteño, lo argentino, con las condiciones de un lugar del mundo que no suele ser el elegido para contar ciencia ficción. La tradición anglosajona es contar a partir del mito. Nosotros, en cambio, estamos contando a nuestra manera, desde un punto austral del mundo. Y siempre detrás de la mirada y la visión de Bruno, aportando y alimentando constantemente el punto de vista de la adaptación.

-¿La flamante adaptación persigue, entonces, los preceptos de su abuelo, Martín?
-La nueva adaptación fue trabajada con mucho talento y convicción, tomando esas resonancias de la obra de mi abuelo con la idea de que sea coherente. Todos coincidimos en que intentar traducir la obra con exactitud, simplemente cambiarla de formato, hubiera sido poco interesante. Sin dudas era más fiel a su espíritu que discutiera con lo que pasa ahora.
Fuente: Gentileza de Netflix
Fotos: Mariano Landet, Sebastián Arpesella y Marcos Ludevid (Netflix
Diseño de apertura: Silvana Solano
Agradecemos a Agustina Benvenuto (Netflix) y a María Sol Pena (Edelman)