En silencio, híper concentrados, con movimientos delicados y minuciosos, un grupo de restauradores apura las tareas en el espectacular hall de ingreso al Palacio Ceci, en Villa Devoto. Trabajan la madera de pisos y puertas con una maestría quirúrgica. En otro lugar del palacio, un grupo de trabajadores avanza con la obra más gruesa, la de albañilería, la de las nuevas instalaciones; todo ocurre al unísono hacia el interior de una de las construcciones icónicas de este barrio.
La residencia fue proyectada por el ingeniero Alfredo Ceci y construida por la empresa familiar, Ceci Hermanos -inmigrantes italianos, llegados desde Camerano, un pueblo de Ancona-. Según los datos de la Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y de Bienes Históricos, fue proyectada en 1911 y construida entre 1913 y 1918.
Está ubicada en Avenida Lincoln al 4300 y fue concebida como una villa suburbana, de estilo o arquitectura «italianizante»; una estética que se extendió rápidamente por toda la Ciudad gracias a los saberes de aquellos inmigrantes.
La intervención que lleva a cabo el Ministerio de Infraestructura porteño contempla la refuncionalización total del palacio. Sin embargo, y pese al avance de las obras (se espera que finalice para fines de año), el gobierno porteño no informó aún cuál será el destino, qué uso se le dará.
El proyecto incluye la restauración de la fachada y la puesta en valor de todo el interior: pisos, revestimientos, instalaciones eléctricas, sistemas de climatización, impermeabilización de los techos, cerramientos, colocación de un nuevo ascensor, entre muchos otros detalles.


La obra tiene enormes desafíos, y no sólo por su valor patrimonial; sino también por la implicancia que tiene el palacio en la historia del barrio y en la comunidad con discapacidad auditiva. Entre 1938 y 2016 funcionó allí el Instituto Nacional de Sordomudos Bartolomé Ayrolo (luego escuela bilingüe para niños, niñas, jóvenes y adultos con discapacidad auditiva y formación integral número 28 “Profesor Bartolomé Ayrolo”).
Con un avanzado estado de deterioro, la obra arrancó en mayo de 2023 (el llamado a licitación es de julio de 2022, los trabajos los lleva adelante la empresa Hit, especialista en este tipo de obras). La intervención abarca las tres plantas que componen la residencia: el subsuelo, en donde funcionaba la cocina y los servicios; la planta baja, con los usos nobles (sociales); y el primer piso, con las habitaciones.



La recorrida que Clarín hizo por la residencia -acompañada por las arquitectas Laura Suari Troncoso, Diana Arias Abad y Analia Rossi- se inició por el subsuelo. Enseguida el palacio muestra toda una curiosidad: un revestimiento que por estos días está de moda y que aquí cubren incluso algunas partes de los techos, abovedados. Los famosos azulejos tipo subway. Ya reciclados, lucen toda su sencillez y belleza al mismo tiempo.
Y aunque el edificio por seguridad ya no volverá a tener gas, se conservará una cocina original de la casa como testimonio del pasado. De la misma manera se conservará el elevador montaplatos que comunica las tres plantas de la residencia.
En estos momentos, el andamio impide la visión de la fachada principal del edificio, precedida por una espectacular escalera de granito; las otras tres ya se pueden ver, totalmente recuperadas y con esa luz especial que generan las restauraciones en este tipo de construcciones. Después de tantos años, décadas, de verlos oscuros, las obras le devuelven su color original.


En fachadas y superficies interiores, se realizaron análisis estratigráficos para dar con los colores originales, porque a lo largo de los años es común que se pintan y re pintan muchas veces las superficies. Después de tomar muestras y sacar varias capas de pintura, los especialistas logran llegar al color original. Y como explican las arquitectas, luego se busca dar con una pintura actual que se acerque con la mayor certeza posible a la que eligieron los Ceci hace más de 110 años.
Como ocurría con buena parte de las construcciones de este estilo, la ornamentación y muchos detalles -desde el mármol para las escaleras, mobiliario, cerramientos, vitrales y boiserie, entre otros- se encargaban por catálogo y llegaban desde diferentes lugares de Europa. Incluso los pisos, venían en partes y aquí se encastraban, como un puzzle.
En pleno proceso de restauración, el carpintero Pablo Morinelli trabaja en una guarda del piso de madera, ubicado justo en la base de la escalera principal. Le da forma a pequeñas piezas que tuvieron que ser repuestas casi por completo: «Tuvimos que realizar de cero casi el 80% de esta zona del piso. Ninguna pieza es igual a la otra», explicó Pablo. También tuvieron que limpiar el piso para llegar al color original, porque tenía capas y capas de cera que se fueron acumulando con los años. Pablo explicó que justamente esas ceras comerciales terminan cambiando el color de la madera.



La escalera principal de la casa -de mármol, que lleva hacia las habitaciones- en estos días se encuentra protegida por una suerte de encofrado de madera. Igualmente, hay tres vitrales muy importantes que fueron quitados para su restauración en un taller. Y próximamente arranca la obra para recuperar la cúpula: al encontrarse debajo de una estructura con techo, se encuentra en «buen estado de conservación general», según evaluaron los especialistas a cargo.
De todas maneras es una curiosidad. No está muy claro cuándo se construyó esa estructura que finalmente le quita el ingreso de luz cenital al corazón y a la doble altura del palacio.
La planta superior tiene un par de joyas que se están restaurando por completo pero quedarán sin uso: son los dos baños principales de la familia. Se encuentran incluso con termotanques de la época y calefacción central (como el resto de la casa). Una guarda de color, marca que uno estaba destinado a hombres y otro, a mujeres.


La historia
Como se dijo, el edificio primero fue residencia familiar; y entre 1938 y 2016 funcionó el Instituto Nacional de Sordomudos Bartolomé Ayrolo (luego escuela bilingüe para niños, niñas, jóvenes y adultos con discapacidad auditiva y formación integral número 28 “Profesor Bartolomé Ayrolo”).
Después de la mudanza de la escuela (a un edificio junto al palacio) se continuó usando pero sólo para el dictado de talleres. Ya en 2019 el Ministerio de Educación solicitó presupuesto -que fue denegado- para su puesta en valor. El deterioro avanzó y en un momento quedó en desuso.
En marzo de 2022, el palacio fue transferido al Ministerio de Desarrollo Económico. Se dijo en su momento que podía llegar a ser epicentro del Distrito del Vino. Los rumores sobre el futuro del Ceci generaron mucha incertidumbre en las familias vecinas y en la comunidad educativa.



Finalmente ese distrito quedó reducido en sus límites y la crisis económica, que impacta en lo gastronómico -incluso con cierres muy resonantes en los últimos meses-, también paró la expansión y los planes de las bodegas.
Desde 2001, el palacio es «Bien de Interés Arquitectónico para la Ciudad», declarado por la Legislatura porteña, y tiene protección integral, que sólo permite trabajos de conservación y restauración.
SC