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martes, abril 22, 2025

El papa Francisco dejó el primer santo de la Patagonia en Río Negro y una en proceso en Neuquén

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Entre toda su vida y obra, el papa Francisco tuvo un gesto particular hacia Río Negro con la canonización de San Artémides Zatti de Viedma en octubre de 2022, más conocido como el “enfermero de los pobres”. 

Imagen de Artémides Zatti ya es un Santo más de la Iglesia Católica

En Neuquén, la religiosa y enfermera Cecilia María Sánchez Sorondo de San Martín de los Andes está en proceso de beatificación iniciado hace un año, aún no se concretó.

Se trata de una carmelita descalza que vivió y murió con una sonrisa en los labios, como decían en su entorno. Era sobrina de un obispo allegado al papa Francisco, monseñor Marcelo Sánchez Sorondo, canciller de la Academia Pontificia de Ciencias del Vaticano.

La canonización es el proceso formal en la Iglesia Católica por el cual se declara a una persona ya fallecida como santa, lo cual permite que sea venerada públicamente. En el caso de Zatti se formalizó, pero en el de Sorondo, aún está en trámite.

«Zatti fue un ejemplo vivo de gratitud, con su bicicleta, curado de la tuberculosis dedicó toda su vida a servir a los demás, a curar los enfermos con amor y ternura»; habían sido las palabras del papa Francisco durante la homilía celebrada en el Vaticano por la canonización del patagónico.

Fue el vicegobernador de Río Negro, Pedro Pesatti, quien recordó hoy al santo Zatti, tras la muerte del papa Francisco y lo calificó como un hecho “histórico”. “Ese acto de amor hacia nuestro pueblo y hacia toda la Iglesia fue un regalo que jamás olvidaremos”, sostuvo. 

El mandatario rionegrino había podido conocer personalmente a Francisco en Roma, cuando se realizó el acto por la canonización de Zatti. Si bien fue un encuentro breve, fue profundamente “conmovedor”, en sus propias palabras. 

Zatti, el santo patagónico al que canonizó el papa Francisco


El santo de la bicicleta, Artímides Zatti, nació en Boretto (Italia) el 12 de octubre de 1880 y un siglo después comenzó su proceso de santificación que culminó el 9 de octubre de 2022 durante una ceremonia en la Plaza San Pedro del Vaticano.

Como otras tantas familias Luis Zatti, Albina Vecchi y sus siete hijos emigraron hacia la Argentina donde llegaron el 9 de febrero de 1897, para escapar de las penurias económicas de Europa de fines del Siglo XIX.

Se instalaron en Bahía Blanca y en esa ciudad comenzó la relación de Artémides con la Iglesia Católica. A poco de cumplir 20 años decidió ingresar al seminario de la Congregación Salesiana de Bernal pero no pudo culminar sus estudios sacerdotales por razones de salud.

Su enfermedad lo llevó a Viedma, para recuperarse en las instalaciones religiosas ubicadas en la actual Manzana Histórica, donde compartió vivencias y problemas de salud con Ceferenino Namuncurá.

En ese tiempo el hospital San José tenía como responsable al religioso Evasio Garrone, quien impulsó a Zatti a dedicar su vida a los enfermos luego que se curara de su enfermedad por considerar que hubo una intervención divina de la Virgen María Auxiliadora.

El enfermero se sumó al personal del hospital local, en 1903 quedó a cargo de la farmacia, en 1911 se convirtió en Coadjutor Salesiano (laico consagrado con votos religiosos) y a partir de 1913, tras la muerte de Garrone, amplió su trabajo hospitalario como vicedirector y administrativo del lugar.

En 1914 recibió la ciudadanía argentina y el título de idóneo en Farmacia, extendido por la Universidad de La Plata, en 1915 contó detalles de su enfermedad y lo que consideró su «milagrosa recuperación» en un nota publicada en elperiódico Flores del Campo con el título: «Creí, prometí y sané».

Durante casi medio siglo se desempeñó en el hospital San José, primero en la actual esquina de Álvaro Barros e Irigoyen lugar que fue demolido para la construcción de la sede del Obispado de Viedma, luego en un sector de la conocida como «quinta de los curas» hasta su actual locación en el centro de salud que lleva su nombre.

En 1950 comenzó a padecer un cáncer de pancreas y el 15 de marzo de 1951 falleció a raíz de esa enfermedad tras haber consagrado su vida a los más necesitados.

Zatti tuvo como distintivos inconfundibles su bicicleta con la que recorría la ciudad y su guardapolvo de enfermero.

Zatti y los dos milagros que le reconoció el papa Francisco


Al enfermero se le reconocen dos milagros: el primer ocurrido en el país y el segundo en Filipinas.

El primero fue la recuperación del sacerdote salesiano Carlos Bossio quien sufrió una septicemia múltiple en la década del 80. Estuvo más de un mes internado en el hospital Muñiz de Buenos Aires y después de que los médicos le retiraran la medicación porque consideraron que no había más alternativas, el religioso se recuperó. La Iglesia supo que sus compañeros de seminario habían hecho dos novenas a Don Zatti por su sanación. 

El otro ocurrió en 2016 en Filipinas, donde una persona sufrió un accidente cerebro vascular (ACV) masivo, y los médicos dijeron que no tenía salvación. El paciente tenía un hermano que también era coadjutor salesiano y fue él quien invocó a Zatti para su curación y el hombre sanó sin secuelas. Se consideró un milagro tras la rigurosa investigación realizada por la Iglesia.

El caso de Cecilia Sánchez Sorondo: el papa Francisco no llegó


Sor Cecilia María de la Santa Faz, según su identidad como monja carmelita, ingresó al monasterio ubicado en Santa Fe en diciembre de 1997, a los 24 años. La Iglesia católica asegura que su entereza en el proceso inspiró a muchos y por eso abrió el proceso de beatificación que aún no se concretó. 

Cecilia Sánchez Sorondo fue reconocida entre sus compañeras por su autenticidad y alegría.

Hace un año, la iglesia comenzó a transitar la postulación de esta carmelita, cuya imagen internada en el Hospital Austral se viralizó hace casi ocho años, apenas 13 días antes de morir: tenía una hermosa sonrisa en los labios, conservaba la belleza de la juventud y la paz en el rostro, a pesar del sufrimiento que atravesaba por un cáncer de lengua que se la llevó en solo seis meses.

Nació en el interior de Neuquén en 1973 y murió por un cáncer en 2016, sin embargo su historia sigue influyendo hasta la actualidad. 

El arzobispo a cargo de ese monasterio, Sergio Fenoy, había firmado el edicto que inicia el proceso previo a la apertura de la causa de canonización.

El documento de respaldo afirma que su testimonio de “amor y confianza en Jesucristo, incluso en medio de las pruebas más duras, ha despertado en muchos corazones el deseo de un mayor compromiso con la vida cristiana”. El fray Marco Chiesa fue el postulador que hizo la solicitud formal, ya que “con los años, creció su fama de santidad y de signos”.

Desde la Arquidiócesis la describieron como una persona “cálida, cercana y acogedora, con una gran capacidad de relación, interesándose siempre por las personas; su compasión la inclinaba hacia los más olvidados: mayores y alejados”.

Su vocación religiosa había surgido en quinto año del secundario y aseguran que siempre “sobresalía por su sencillez en el trato”.

Redacción

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