Fue en 2009 cuando, por primera vez, alguien deslizó la idea de regular la entrada del Park Güell, el excéntrico sueño de ciudad jardín que Eusebi Güell encargó a Antoni Gaudí convertido hoy en una de las principales atracciones de Barcelona. El área municipal de Medio Ambiente, entonces liderada por Imma Mayol (ICV) bajo la alcaldía de Jordi Hereu, planteó cobrar por entrar al recinto. Pero entre una cosa y la otra, no fue hasta octubre de 2013, con Xavier Trias a los mandos de la capital catalana, que se activó el cierre perimetral. En estos años se ha reducido a la mitad el número de visitantes, y de propina, menuda propina, la ciudad ha recaudado ya más de 200 millones de euros. Algunos vecinos de la Salut, sin embargo, siguen molestos por la presencia masiva, dicen, de forasteros.
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En tiempos de reset en materia de gestión del turismo, vale la pena evocar la historia reciente del Park Güell, pues resulta que concentra algunas de las bondades que marcan la hoja de ruta de la futura planificación turística de la ciudad. El gobierno del PSC considera que Barcelona ha llegado a su límite de capacidad en cuanto al número de visitantes. Hace algo más de una década se llegó a la misma conclusión, aplicada en este caso al jardín sito en el corazón de Gràcia, con lo que se cedió la regulación y el control a BSM, la empresa pública que tanto te conduce la grúa municipal como te cobra la zona verde o azul, te gestiona la Anilla Olímpica o te administra el Zoo y el parque de atracciones del Tibidabo. Una vez asumido que se ha tocado techo, el parque entonces y la ciudad ahora tienen como objeto gestionar ese límite de peregrinos. Lo explicó ayer el alcalde Jaume Collboni en la presentación del nuevo comisionado de Turismo: “Ahora nos concentramos en la gestión y la planificación, no en la promoción”. De ahí que la ciudad haya pasado del manido lema Visit Barcelona al realista y algo flemático This is Barcelona.

Crema solar para soportar el sol de este viernes en el Park Güell
Llibert Teixido
Puede aplicarse al Park Güell, que pasó del cartel de sean ustedes bienvenidos , sin filtro alguno, a perimetrar la zona monumental (1,7 hectáreas), con una ampliación en 2020 que llegó a las 12 hectáreas, el espacio equivalente a la plaza de las Glòries. Así las cosas, desde 2014, las visitas se han reducido a la mitad, de los nueve de 2012 a los 4,5 millones del año pasado, una cifra que algunos vecinos ponen en entredicho. A este bajón del número de forasteros se le sumó, ahora hace justo un año, el fin de la venta en taquillas, decisión que, sin estar cuantificada, debería estar achicando el número de paracaidistas que aparecen en la calle de Olot para probar suerte. Habrá quien tenga suficiente con ver las fachadas de algunas de las obras de Gaudí, pero eso no aplica en el caso del Park Güell, que como los bombones, tiene la gracia en su interior. Es decir, que sin entrada, vale poco la pena subir al lejano barrio de la Salut.
Con lo ingresado en 2024, el jardín de Gaudí llegará a cerca de 215 millones de euros recaudados en los últimos 13 años
La regulación pública del jardín se ha convertido, con los años, en una máquina de hacer dinero. Inevitable pensar qué habría pasado, o cuánto habría dejado de ingresar el Ayuntamiento, si se llega a privatizar su explotación, como sucedió en su momento con el Tram. Si en 2013 se aspiraba a lograr un millón de euros, el 2023, el último año del que existen datos cerrados, logró una recaudación de 34.677.853 euros, casi tres millones más que en 2022. Con lo conseguido en 2024 –será un montante similar–, BSM ya habrá superado holgadamente la cifra de los 200 millones de euros, puesto que hasta el año pasado, las ganancias ascendían a 182 millones de euros. Muy superior será la bolsa de 2025, ya que las entradas pasaron el 1 de enero de 10 a 18 euros.

Momento de inmortalizar la visita al Park Güell, este viernes
Llibert Teixido
El Park Güell ya supone el 9,9% del importe neto de la cifra de negocio de BSM, solo superado por AREA (la zona verde y azul), que generó cuatro millones de euros más y alcanza el 11,1% de la cifra global. Para que se hagan una idea, el jardín de Gaudí supera en cinco millones a los 49 aparcamientos públicos que gestiona esta empresa y multiplica por dos la caja anual de las atracciones del Tibidabo.
Parte del dinero que genera el parque se destinará a mejorar el entorno: en el presente mandato (2023-2027) se invertirán 39 millones en el mantenimiento del jardín y su entorno. A pesar de todo, en el barrio siguen las voces críticas sobre el turismo masivo. Dicen que ven más forasteros que nunca y hablan de “parque temático”. Tampoco era ese el sueño de Gaudí.