Pocos saben que Estados Unidos mantiene desde 1903 el control sobre un terreno en Cuba, arrendado bajo un acuerdo que aún sigue en vigor. Se trata de la Bahía de Guantánamo, un punto clave para entender la historia reciente de las relaciones entre ambos países y un símbolo permanente de conflicto, estrategia militar y debate internacional.
Guantánamo: la bahía que divide a Cuba y EE. UU.

Ubicada en el sureste de Cuba, la Bahía de Guantánamo es uno de los escenarios más emblemáticos de la tensión entre el país caribeño y Estados Unidos. A pesar de que legalmente es territorio cubano, desde hace 122 años una parte de esta zona permanece bajo administración estadounidense, producto de un tratado firmado en 1903 tras la intervención norteamericana en la isla.
El contrato, considerado por el gobierno cubano como ilegítimo, ha sido rechazado en múltiples ocasiones, aunque sigue vigente. Estados Unidos continúa enviando un pago anual por el arrendamiento, que Cuba se niega a cobrar como gesto simbólico de protesta. Mientras tanto, la base se mantiene activa y altamente operativa.
De refugio migrante a prisión polémica

Este pedazo de tierra latinoamericana adquirió notoriedad internacional en los años 90, cuando acogió a miles de migrantes durante la crisis de los balseros. Sin embargo, su fama cambió radicalmente tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, cuando se convirtió en el lugar elegido por EE. UU. para instalar una prisión de máxima seguridad para sospechosos de terrorismo.
La elección no fue casual: al tratarse de un territorio fuera del suelo estadounidense, se eludían ciertos procedimientos legales y se habilitaban prácticas muy cuestionadas. Guantánamo pasó así a ser un símbolo de la lucha contra el terrorismo, pero también del limbo jurídico en que quedaron detenidas decenas de personas sin juicio ni cargos claros.
Un enclave militar que aún genera controversia
Guantánamo es una de las bases más costosas del ejército estadounidense, y también una de las más cuestionadas. Declaraciones como las del presidente Donald Trump, quien propuso ampliar la capacidad de detención hasta 30.000 camas para migrantes considerados peligrosos, reactivaron las críticas sobre los derechos humanos en este tipo de instalaciones.
El hecho de que las personas detenidas allí no cuenten con garantías legales plenas ni acceso a un debido proceso convierte a la prisión en un foco constante de debate. Guantánamo no solo representa un conflicto político sin resolver, sino también una prueba viva de cómo el control territorial y la seguridad nacional pueden cruzar límites éticos y legales.