¿Será un (mal) resabio de nuestro pasado tribal? ¿O quizás una educación que prefiere cohesionar en vez de potenciar lo individual? Una u otra, siempre ha habido razones para la marginación, para lateralizar al de al lado, y no sin sufrimiento. Por décadas, por ejemplo, las burlas sobre la orientación sexual dominaron el paisaje aunque no estaban solas, iban de la mano del color de piel o del dinero.
En los últimos 30 años hubo un cambio radical -al menos hasta el auge libertario-. Las diferencias de género empezaron a ser “copadas” y hasta existe la sensación de que el hetero full es un poco aburrido, como que se queda sin probar la frutilla del postre (una tontería, a excepción de los reprimidos: no la prueba porque no le interesa).
¿Pero esto significa que el bullying se va esfumando? Nop. Cambia de rostro, nomás. Una encuesta realizada hace unos años en las escuelas de Madrid mostró que la principal “causa” de discriminación en las aulas era ser “raro”. Y la segunda, la obesidad. La homosexualidad recién estaba en el puesto décimo. Cambian las posiciones, pero sigue la idea de convertir al distinto en objeto de las burlas.
Curioso lo de “raro” en esta época en que lo nerd abunda. Me pregunto si alguna gente no lo elige como forma de comportamiento para mostrar su hartazgo ante las relaciones tradicionales. No lo sé. Pero sí estoy seguro que sería más sencillo tomar esas diferencias con naturalidad: así se tenderían puentes y habría menos grupos estancos. Justo eso recuerdo de la infancia y de la adolescencia: pertenecer no era sencillo, estar entre los elegidos piolas costaba. Y cuando no lo conseguíamos nos sentíamos unos losers.
¿Ideas? ¿Algo nuevo? Creo que me inclinaría por algo viejo: alertar, formar, hablar, tener maestros -y escuelas y clubes- que presten atención a estas brechas. Para muchos lo dado, lo que siempre fue es agruparse entre iguales y burlarse o ironizar. Quizás sea momento de mostrar que existe otra cara de la luna.