Antes la gente venía a coronar cumbres y ahora a enlazar refugios; la mayoría siguiendo la Carros de Foc, sea completa o una parte”, reflexiona Valentí Sagristà, guarda de Amitges entre 1986 y el 2021, cuando tomó el testigo su hijo, Roc. A la hora del desayuno se comenta la persecución de la gente que hace vivac. “Habiendo taxis que entran en el parque nacional y refugios, con todo lo que comporta, me parece una contradicción que se prohíba dormir al raso”, opina Genís Cabau, un veterano trabajador de Amitges, en Espot.

Cuarta etapa
LV
Charlo con Valentí y Genís sobre este asunto y hacia las nueve me preparo para iniciar la cuarta etapa, que será más corta de lo previsto pues anuncian lluvia. En lugar de enfilar hacia el refugio de Saboredo, después del puerto de Ratera me desvío a la izquierda por el GR-11 buscando la vía más directa que me lleva a Colomers. Pero antes de partir, delante mismo del refugio, veo pasar a dos agentes rurales con la misión de cazar a campistas. A esa hora imagino que si alguien ha dormido bajo las estrellas, esta pasada noche de luna llena, ya habrá abandonado el lugar sin dejar ningún indicio de la infracción. Antes sí han pillado a un excursionista de Creta, Antónios, que ha pernoctado con su hijo de seis años, en una tienda. El hombre, compungido, cuenta que desconocía la prohibición de esta actividad.
Roger, guarda de Colomers, opina que ahora toca crecer en calidad, en el confort de los huéspedes
Valentí me explica al detalle el itinerario hasta Colomers, una etapa muy, muy placentera. En la salida coincido con la familia belga Van den Berg: Thys y Micke con sus hijos Las, de 11 años, y Rube, de nueve, y la pequeña Hanna, de cinco. Afirman que la lluvia no les atemoriza en absoluto, que por supuesto prevén culminar la etapa completa, sin atajos como yo, que ya nos encontraremos a la hora de la cena en Colomers.

Panorama después del puerto de Ratera
R.M. Bosch
Empiezo a andar con el pensamiento de que quizás me dejo amilanar por cuatro gotas de agua. ¿Y qué? Hoy necesito un poco de relax. Con Valentí comentamos el triste caso de la pareja de jóvenes médicos hallados muertos junto al lago de Pòdo en el 2020, en una zona muy perdedora. La complicación, subraya, es en sentido contrario al que hago yo; es decir, bajando de Colomers hacia Amitges a la altura del lago Obago, de donde sale a la derecha un sendero que recorre el circo de Colomers y que deben evitar quienes sigan la Carros de Foc. El Conselh Generau d’Aran ha colocado postes indicadores en este punto para evitar que más gente se pierda.

Pim Van der Griendt posa delante del refugio de Colomers
R.M. Bosch
Al mediodía ya estoy en mi destino, un renovado refugio a orillas del lago Major de Colomers comandado por el guía de alta montaña Roger López de Aro y su pareja, Nati Allievi. Aunque es una jornada poco apacible y gris, busco una mesa en el exterior para tomar notas. Al poco rato, se acerca un hombre delgado, con apariencia de cansancio y con el rostro curtido por el sol. Me pregunta si puede sentarse y sonríe mostrando ganas de charla. Se llama Pim. Pim Van der Griendt, holandés de 63 años y no más de 55 kilos de peso. “Cuando salí de Cabo Higer pesaba 60, pero ahorita calculo que habré perdido al menos cinco. Empecé hace un mes la Transpirenaica por el GR-11, lo llevo todo a cuestas, también la tienda, pero aquí no se puede acampar…”, susurra en un castellano que ha aprendido en Méjico, donde vive su novia. Pim es un gran conversador y un hombre positivo. Ha pasado no pocas penurias, pero no se queja. Lo bueno y lo menos bueno forman parte de lo que busca. “Esta travesía tiene para mí tres niveles, físico, mental y espiritual, de conexión con la naturaleza. Me he perdido dos veces, la primera durante toda una jornada; otro día me sorprendió una fuerte tormenta, estuve seis o siete horas tiritando hasta que llegué a Parzán (Bielsa) y tengo los pies destrozados… Cuando estoy en casa salgo a correr dos veces por semana, pero en Holanda no hay montañas, esto es otra historia. Aquí los bajones son muy pronunciados, pero los subidones también. Para mí esto es un peregrinaje, es lo que necesito ahora”, cuenta Pim, jubilado tras cuatro décadas en nómina de la compañía Philips.
Además de la belleza del parque nacional, los testimonios de personajes como Pim son un plus en estas travesías de refugio en refugio. A las 15:30, los Van den Berg aparecen secos y sonrientes. La lluvia ha sido leve. Antónios, el turista de Creta que quería acampar en el parque nacional, también entra con su hijo en busca de habitación.

Los guardas de Colomers, Roger López de Haro y Nati Allievi, con su hija, Martina
Nati Allievi
“Antes, en verano, iba a los Alpes a hacer de guía, ahora ya no, lo he cambiado por Colomers. Quiero promover las salidas de alpinismo y de esquí desde aquí, en esta zona hay muchas crestas”, comenta Roger, guarda desde hace un año. “Carros de Foc –añade– es el principal dinamizador de los refugios, creo que hemos tocado techo y que a partir de ahora se puede crecer en calidad, en mejorar las instalaciones para un mayor confort de los huéspedes, el secreto es no morir de éxito”.
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