El ajuste económico implementado por el gobierno de Javier Milei comienza a mostrar sus consecuencias en el plano social y empresarial. En los últimos días, cinco de las principales empresas del país se reunieron con el ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, para expresar su preocupación por la abrupta caída en las ventas. La respuesta fue directa: “Al Presidente no le interesa”, habría dicho el ministro, reafirmando el rumbo inflexible del plan económico.
Caputo ya le anticipó al Presidente que el dólar continuará con tensión en los próximos meses, al menos hasta las elecciones legislativas de 2025. Lejos de corregir el rumbo, Milei instruyó profundizar el ajuste y continuar con la estrategia de “estrangular” la economía, convencido de que eso permitirá mostrar indicadores macroeconómicos favorables en el año electoral.
Sin embargo, en el círculo de poder más cercano al Presidente, conocido como el “Triángulo de Hierro” —compuesto por Milei, su hermana Karina y el estratega Santiago Caputo—, hay señales de alerta. Uno de sus integrantes sigue de cerca encuestas privadas que reflejan un creciente malestar social, alimentado por la recesión, la pérdida del poder adquisitivo, el aumento de tarifas y el desempleo encubierto.
Mientras tanto, la presión social va en aumento y el humor en la calle se deteriora. A pesar de ello, el oficialismo mantiene su diagnóstico: priorizar la consolidación fiscal, sostener el superávit y continuar con el plan de estabilización, aun a costa de un fuerte costo social. La gran incógnita es cuánto tiempo más podrá sostenerse este camino sin consecuencias políticas.