La ceremonia de colocación de la primera piedra del nuevo dique de refuerzo en el Port Fòrum, celebrada el pasado 8 de julio, marcó el inicio de una gran transformación. Un proyecto que invita a la instalación portuaria a convertirse en un eje central de ocio y a la vez en un motor de dinamización para una de las zonas más olvidadas de Catalunya: el Baix Besòs. El concepto de oasis urbano metropolitano refleja la visión de un proyecto renovador que se empezó a gestar hace 20 años y que ahora culmina.
El nuevo Port Fòrum tiene la clara vocación de “ser un punto de encuentro”, como lo define el director general de la instalación portuaria, Eduardo Guerrero. “Vemos el puerto como un parque de ocio familiar, ocio diurno” asentado en cuatro ejes de dinamización: la cultura, la música, la restauración y, sin lugar a dudas, el deporte. “Queremos que la propia ciudad crezca sobre el puerto en un proceso natural de expansión integradora. Planteamos todo tipo de actividades para dar cabida a todos los públicos” incide el director de la instalación.
Va a ser un puerto como un parque de ocio familiar, ocio diurno, no pensamos en ocio nocturno
Eduardo GuerreroDirector General Port Fòrum
La idea es crear un slow-space, atendiendo al concepto urbanístico de diseño de espacios sostenibles que priorizan la tranquilidad y el bienestar de las personas. Para ello se destinarán unos 30 millones, de los que la mitad se invertirán en obras de infraestructuras portuarias.
Para alcanzar el propósito transformador el puerto ha encarado el encaje de cinco proyectos, en parte impulsados por la llegada del hotel de lujo SLS, recién construido junto a la ronda Litoral, pero también con la mirada puesta en el futuro hub Catalunya Media City en las Tres Xemeneies o el complejo de oficinas de Inditex, que junto a los ya consolidados, como el campus de la UPC, el edificio de Telefónica o el CCB, hacen de esta zona uno de los enclaves metropolitanos con un mayor potencial. Seis hoteles en menos de un kilómetro cuadrado, cuatro de cuatro estrellas y dos de cinco estrellas, uno de ellos de superlujo, son los ingredientes idóneos para la eclosión de un nuevo espacio urbano.

Panorámica de Port Fòrum
Xavier Cervera / LV
Uno de los principales retos es la transformación del antiguo edificio de Capitanía, que fuera también el Beach Club. Se modificará por completo para convertirse en el Seasea Club. La planta baja seguirá como un club de playa impulsado con una potente oferta gastronómica. La primera acogerá una sala de exposiciones y un salón para convenciones. La segunda planta tendrá un restaurante de alto nivel gastronómico y en la última se instalará un spa urbano.
La accesibilidad es otro de los grandes obstáculos para popularizar el puerto. Con la transformación, los actuales aparcamientos portuarios se abrirán al exterior y garantizarán el acceso desde la ronda Litoral. El estacionamiento del parque de la Pau se reabrirá en breve con dos salidas a la playa y al propio parque. Ambosmbos se prevé que impulsen las tarifas populares. En el parque de la Pau se instalará un pump track, una pista para bicicletas o patines y un quiosco.
De 300.000 visitantes a cuatro millones
En la punta norte del puerto, hacia la playa, se abrirá un segundo beach club que unirá el arenal con el puerto y que generará un nuevo acceso peatonal. Por otro lado, el paseo superior frente al hotel SLS pasará a convertirse en una gran terraza vegetal con tres locales gastronómicos, una zona abierta sombreada con árboles de 12 metros de altura, jardines verticales y un parque infantil. “En ningún caso estamos pensando en actividades de ocio nocturno”, incide el director de Port Fòrum.
En el aspecto propiamente náutico, el puerto, además de los 270 amarres de los que ya disponía para barcos de entre 10 y 80 metros de eslora, generó la misma cantidad en tierra con una marina seca. Si a ello se suma la reciente incorporación de 23 amarres de la “dársena verde”, el total se aproxima a los 600 amarres. El puerto emplea a unas 50 personas directamente, pero cuenta con 300 empresas con las que coordina varias actividades. La “dársena verde” está dotada de placas fotovoltaicas, placas de biosfera y un futuro ciclo de regeneración de agua cuyos usos se negocian con el Àrea Metropolitana (AMB).
Por el Port Fòrum pasan en la actualidad unos 300.000 visitantes anuales. Con los efectos multiplicadores previstos en la transformación, que esperan estén listos en un año, según el director, “aspiramos a que nos puedan visitar cuatro millones de personas
El gran atractivo: un globo aerostático cautivo
El último proyecto que centra la transformación de la zona de la laguna del Port Fòrum, ubicada en uno de sus extremos, será la instalación de un globo aerostático de helio cautivo en el que se podrán subir hasta 25 personas y que se elevará 150 metros del suelo para ofrecer una gran panorámica del skyline del litoral barcelonés. “Es el equivalente a los que ya existen en Disneyland París, Berlín o Budapest”, resume Eduardo Guerrero. Solo hay 27 globos de estas características en el mundo y el número 28 esperan que sea el gran atractivo del Port Fòrum. Aparte de la actividad de ocio que supone para las familias elevarse sobre el puerto, se impone la vertiente educativa en un espacio con una pequeña aula y el que se vendrá a llamar Museo del Globo, un área pedagógica que abrirá todo el año para los centros escolares. Además de la propia experiencia de subir en globo, los usuarios conocerán la historia de los aerostáticos y sus relación con la ciudad de Barcelona y, por supuesto, pondrán a prueba el principio de Arquímedes. “No dista mucho de conocer por qué flota un barco en el mar, pero con un globo aerostático”, apunta el director.