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miércoles, octubre 29, 2025

‘El porvenir’, la nueva exposición de Franco Fasoli que reescribe los símbolos de la patria

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Entre Franco Fasoli y Joaquín Barrera parece haber una complicidad a través de la cual buscan representar parte del imaginario visual del país, continuando con una línea de trabajo que pudo verse en la galería Quimera en el 2024, cuando Fasoli presentó El canon Billiken y se paró frente a dos siglos de historia para analizarlos, acompañado de otros colegas que habían realizado un ejercicio similar y que también contó con la curaduría de Barrera. Esta vez, un nuevo proyecto que comenzó a gestarse hace tres años, llega al Centro Cultural Borges bajo el título de El porvenir.

El porvenir, de Franco Fasoli, con curaduría de Joaquín Barrera en el Centro Cultural Borges (Viamonte 525). Foto: gentileza.El porvenir, de Franco Fasoli, con curaduría de Joaquín Barrera en el Centro Cultural Borges (Viamonte 525). Foto: gentileza.

«Nos propusimos pensar una muestra que girara alrededor de charlas y debates que hace tiempo tenemos, a partir de ese concepto de canon que se vincula con un repertorio de imágenes que aparecen en artistas contemporáneos y que tienen su origen en las representaciones históricas que una parte de la clase ilustrada diseñó buscando crear un ideal de país contrapuesto a las clases inmigrantes y así constituir una unidad nacional acorde a su mirada», explica Barrera.

Con el paso de las décadas, esas imágenes se popularizaron gracias a manuales escolares, libros y revistas infantiles como Billiken, Anteojito y más, que una gran parte de la sociedad consumía de manera habitual y que llegaron a manos de muchas generaciones de niños, entre ellos futuros artistas que encontraron en este material incipientes fuentes de inspiración.

El porvenir, de Franco Fasoli, con curaduría de Joaquín Barrera en el Centro Cultural Borges (Viamonte 525). Foto: gentileza.El porvenir, de Franco Fasoli, con curaduría de Joaquín Barrera en el Centro Cultural Borges (Viamonte 525). Foto: gentileza.

Saga de revisionismo

En El porvenir, Fasoli se embarca en un nuevo capítulo en su saga de revisionismo bien recibido, que materializa a través de un cuerpo de obra versátil, que oscila entre pinturas cargadas de color e imágenes y esculturas de contornos duros y formas sintéticas, donde predomina el blanco que imita al mármol, aunque están hechas de tergopor, poliuretano, madera y pintura solvente, materiales que se pueden conseguir en una ferretería, que son permeables al paso del tiempo y se encuentran en las antipodas del pretencioso marmol que pretender durar por siempre.

Fasoli le gana una pulseada al tiempo y permite que una obra pensada por el escultor Rogelio Yrurtia finalmente cobre vida, aunque no presenta la pieza como un todo, eso que el artista habría visualizado alguna vez, sino desperdigado a lo largo de las salas. «El destino de la patria se rompe porque solo está hecha de pedacitos, fragmentos débiles y frágiles», sostiene Barrera.

La hipótesis de la muestra está vinculada a ese proyecto que artista y curador presentaron hace tres años, pero, como tantas cosas que quedan en el tintero, no se pudo llevar a cabo y que se vincula directamente con el boceto que Yrurtia realizó para un concurso internacional que lanzó el gobierno nacional en 1907 y que buscaba encontrar un monumento que reemplazara a la Pirámide de Mayo, que algunos creían representaba a una Argentina poco próspera –»pobre y colonial»–, por lo que buscaban ficcionar otro escenario por medio de representaciones artísticas entre otras cosas.

«El porvenir como esa promesa mentirosa de un país que ya va a llegar». A ese concurso se presentaron 72 bocetos que fueron exhibidos en La Rural y se eligieron 5 finalistas. Eduardo Schiaffino, fundador y director del Museo de Bellas Artes, formaba parte del jurado y reclamaba que dentro de ese cupo debía haber un argentino, razón por la cual se suma Yrurtia.

El porvenir, de Franco Fasoli, con curaduría de Joaquín Barrera en el Centro Cultural Borges (Viamonte 525). Foto: gentileza.El porvenir, de Franco Fasoli, con curaduría de Joaquín Barrera en el Centro Cultural Borges (Viamonte 525). Foto: gentileza.

La escultura en cuestión estaba pensada para ser un gran arco del triunfo con un cuerpo escultórico adentro. Finalmente, ninguno de los proyectos, ni siquiera el boceto ganador, llegó a ejecutarse, y a la Pirámide de Mayo solos se la movió de lugar en 1912 debido a un plan de modernización urbana.

El monumento desmembrado de Fasoli se encuentra en estrecho diálogo con un imponente conjunto de pinturas, a través de las cuales se planta en el año 1910 y viaja en el tiempo hacia 1820, una época de guerras civiles y luchas entre unitarios y federales, para desentrañar momentos claves de esos 90 años de historia que aún resuenan en el presente.

El porvenir, de Franco Fasoli, con curaduría de Joaquín Barrera en el Centro Cultural Borges (Viamonte 525). Foto: gentileza.El porvenir, de Franco Fasoli, con curaduría de Joaquín Barrera en el Centro Cultural Borges (Viamonte 525). Foto: gentileza.

«Esos conflictos marcaron el comienzo de las hostilidades que durante tanto tiempo marcarían el destino de un país demasiado joven». Aparece el famoso encuentro entre Lavalle y Rosas, cuando se llevó a cabo el Pacto de Cañuelas de 1829, que buscaba dar fin a la guerra civil. Fasoli representa un momento «tras bambalinas» cuando Lavalle, al llegar primero, se queda dormido, y es observado con complicidad por Rosas, que ordena que lo dejen descansar.

Trofeo de una batalla

Sin embargo, también anticipa su destino y asesinato en 1841 en Jujuy, y la huida de sus seguidores con su cuerpo, para evitar que cayera en manos de sus enemigos federales y fuera presentado como trofeo de una batalla que parecía no tener fin.

Otra pintura representa a los dos grandes caudillos de La Rioja, Juan Facundo Quiroga y Ángel Vicente «Chacho» Peñaloza, el asesinato de Quiroga y los cuatro supuestos responsables que observan como fantasmas por la ventana: Rosas, Sarmiento, Reynafé y José María Paz.

El porvenir, de Franco Fasoli, con curaduría de Joaquín Barrera en el Centro Cultural Borges (Viamonte 525). Foto: gentileza.El porvenir, de Franco Fasoli, con curaduría de Joaquín Barrera en el Centro Cultural Borges (Viamonte 525). Foto: gentileza.

Fasoli también representa en forma de alegoría la vida del General Artigas, con una obra atravesada por un potente río rojo como representación de la banda federal y el Río Uruguay, y el destino hacia un exilio del cual no volverá.

En una misma línea simbólica aparece una pintura que Barrera denomina como las «aventuras y desventuras de Estanislao López y Francisco Ramírez, de Santa Fe y Entre Ríos, en su lucha contra la ciudad de Buenos Aires», donde se deja ver en todo su esplendor un águila furiosa con todos los huevos en una misma canasta, y esa falta de representación federal que aún aqueja a nuestra patria. Es la ambición de una ciudad que mira hacia el río y lo quiere todo.

El porvenir ofrece un pantallazo por las alianzas, conflictos, conspiración, asesinatos, sed de venganza y otros acontecimientos de un momento incipiente, imprecisa y salvaje, que formaría los cimientos del futuro de Argentina. Una clase magistral de historia, que podría reemplazar el imaginario de aquellas revistas infantiles en un abrir y cerrar de ojos.

El porvenir, de Franco Fasoli, con curaduría de Joaquín Barrera en el Centro Cultural Borges (Viamonte 525), de miércoles a domingo de 14 a 21 con entrada libre y gratuita.

Redacción

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