El primer empresario beato del mundo -el peldaño anterior a la santidad- en la historia de la Iglesia católica será un argentino: Enrique Shaw, un hombre nacido en una familia de una muy buena posición económica, que dedicó su vida a llevar los valores de la Doctrina Social de la Iglesia al mundo de los negocios, defendiendo los derechos de los trabajadores, sin que ello implicara que las empresas dejaran de ser eficientes y perdieran dinero.
El Vaticano anunció oficialmente este jueves que el Papa León XIV promulgó el decreto que dispone la beatificación de Shaw -fallecido en 1962 en Buenos Aires- tras años de un minucioso estudio de su vida y sus escritos que se inició en 2001, y la comprobación de que Dios obró un milagro por su intercesión: la curación de un niño de cinco años que había sido golpeado en la nuca por un caballo.
Su vida y obra
Nacido en 1921 en el distinguido Hotel Ritz de París y casado con Cecilia Bunge -hija del fundador de Pinamar-, con la que tuvo nueve hijos, pertenecía a una de las familias más ricas del país: su madre era Sara Tornquist y su padre, Alejandro Shaw, fundó el banco que llevaba el nombre de su esposa. Además de ser los fundadores de Pinamar, uno de los balnearios más distinguidos del país.
En familia. Enrique estaba casado y tenía nueve hijos.Fue traído al país por su familia siendo muy chico, estudió en el colegio La Salle de Buenos Aires, fue un oficial sobresaliente -y el más joven- de la Marina, la fuerza menos religiosa, a diferencia del Ejército, donde impartía la catequesis a sus camaradas hasta que pidió el retiro para ingresar al mundo empresarial llegando se ser gerente general de Cristalerías Rigolleau.
Entre sus muchas iniciativas, se cuenta haber fundado la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE), de la que fue su primer presidente; ser uno de los promotores de la naciente Universidad Católica Argentina (UCA), y organizar la ayuda de los empresarios a la Europa de la posguerra, donde tenía fluidos contactos con figuras como Alcide De Gasperi.
Como dirigente de la entonces pujante Acción Católica Argentina (ACA) -además de haberlo sido del Movimiento Familiar Cristiano- estuvo preso unos días en 1955 cuando se agravó el conflicto de Perón con la Iglesia. Además, fue un gran promotor de diversas leyes laborales, entre ellas la del salario familiar, que finalmente logró que se aprobara.
Shaw fue un oficial sobresaliente de la Maria hasta que pidió el retiro para ingresar en el mundo empresarial.Durante una crisis de la empresa, el directorio dispuso el despido de parte de los obreros, pero Shaw -enfático- pidió un tiempo para aplicar un plan con el fin de evitar los que él mismo había pergeñado -“el despido no puede ser el primer recurso», decía-, que terminó siendo exitoso, ya que la firma la superó sin que se echaran trabajadores.
Cuando a los 42 años un cáncer apagaba su vida y se pidieron dadores de sangre, los obreros de la empresa hicieron una larga fila para donársela, en una demostración del afecto que Shaw se había ganado, a quienes conocía por su nombre porque se preocupada por hablar con cada uno de ellos e interesarse por sus problemas.
La causa y el milagro
La causa de canonización de Shaw se inició tras una propuesta en ese sentido del cardenal argentino Jorge Mejía a ACDE a fines de los ‘90. En 2021 el Papa Francisco firmó el decreto que reconocía que el empresario había vivido las virtudes cristianas de modo excepcional y, por tanto, lo declaraba Venerable.
Restaba la comprobación de un milagro por su intercesión que la curación de un niño de cinco años que el 21 de junio de 2015 había sufrido una patada en la nuca de un caballo en una finca cercana a Buenos Aires y que debido a la gravedad de la herida no pudo recibir el tratamiento adecuado.
Enrique fue un gran promotor de leyes laborales y consiguió que se aprobara la del salario familiar.En ese momento, el padre de Matías recurrió a Enrique Shaw para rezarle pidiendo su intercesión. La mejoría fue confirmada por médicos en 2016 y 2018, a pesar de algunos déficit neurológicos leves. Hoy lleva una vida normal, practica deportes y tiene un buen rendimiento escolar.
Palabra de León XIV
En un mensaje a la conferencia de la Unión Industrial Argentina, en noviembre, León XIV destaco la visión de Enrique Shaw como “un empresario que entendió que la industria no era sólo un engranaje productivo ni un medio de acumulación de capital, sino una verdadera comunidad de personas llamadas a crecer juntas”.
“Su liderazgo se distinguió por la transparencia, por la capacidad de escucha y por el empeño para que cada trabajador pudiera sentirse parte de un proyecto compartido”, dijo.
Afirmó que “en él, la fe y la gestión empresarial se unieron de manera armónica, demostrando que la Doctrina Social no es una teoría abstracta ni una utopía irrealizable, sino un camino posible que transforma la vida de las personas y de las instituciones al poner a Cristo como centro de toda actividad humana”.
«Enrique -subrayó- promovió salarios justos, impulsó programas de formación, se preocupó por la salud de los obreros y acompañó a sus familias en sus necesidades más concretas”, dijo y señaló que “no concebía la rentabilidad como un absoluto, sino como un aspecto importante para sostener una empresa humana, justa y solidaria”.
Shaw con su familia de regreso de un viaje a los Estados Unidos. Añadió que “en sus escritos y decisiones se percibe claramente la inspiración de Rerum Novarum, que pedía a los empresarios ‘no considerar a los obreros como esclavos; respetar en ellos, como es justo, la dignidad de la persona, sobre todo ennoblecida por lo que se llama el carácter cristiano’”.
“Pero la coherencia del Siervo de Dios -afirmó- no se limitó al ejercicio de su profesión: también conoció la incomprensión y la persecución profetizadas por Cristo para los que trabajan por la justicia” (porque) fue encarcelado en tiempos de tensiones políticas y aceptó esa experiencia con paz y serenidad”.
Destacó que “más tarde afrontó la enfermedad, pero nunca dejó de trabajar ni de alentar a los suyos. Ofrecía el sufrimiento a Dios como acto de amor y, aún en medio del dolor, se mantenía cercano a sus obreros”.
“Su vida muestra que se puede ser empresario y santo, que la eficacia económica y la fidelidad al Evangelio no se excluyen, y que la caridad puede penetrar incluso en las estructuras industriales y financieras”, sostuvo.
Palabra de Francisco
A su vez, Francisco dijo una vez: ”Yo conocí gente rica y estoy llevando adelante acá la causa de beatificación de un empresario rico argentino, Enrique Shaw que era rico, pero era santo”.
Y agregó: “Una persona puede tener dinero. Dios se lo da para que lo administre bien. Y este hombre lo administraba bien. No con paternalismo, sino haciendo crecer a aquellos que necesitaban de su ayuda”.
Resta ahora que se fije la fecha de la ceremonia de beatificación que se descuenta será el año que viene en Buenos Aires.
