
Barcelona
La nueva presidenta de la federación de Barcelona de Esquerra Republicana, Creu Camacho, anunció ayer que propondrá una consulta a la militancia del partido en la ciudad para que decida si ERC ha de entrar o en el gobierno municipal que dirige el alcalde socalista Jaume Collboni. Sin embargo, la base de la propuesta de la nueva dirección del partido en la capital catalana tiene, al menos hoy por hoy, una base muy poco sólida, casi inexistente. Fuentes socialistas aseguran a La Vanguardia que la incorporación de ERC al gobierno del PSC es en este momento prácticamente inviable, que por su parte no hay ninguna propuesta en este sentido encima de la mesa ni está vigente el preacuerdo que pronto hará un año alcanzaron las dos formaciones y que, entre otras cosas, otorgaba a los republicanos dos tenencias de alcaldía.
“Si hay que votar, se votará”, dijo ayer Creu Camacho en la clausura del 72º congreso de la federación de ERC en Barcelona ante el presidente del partido, Oriol Junqueras, y la secretaria general y líder del grupo municipal, Elisenda Alamany, que el sábado vieron cómo, contra pronóstico, Dignitat Republicana, la candidatura menos afín a sus postulados, derrotaba por 14 votos a la lista encabezada por la anterior presidenta de la federación local, Eva Baró, más alineada con la dirección nacional de ERC.
Han pasado 10 meses desde que los republicanos aplazaron la votación sobre su incorporación al gobierno municipal
Camacho apuntó que esa consulta debería llevarse a cabo antes del verano. “Antes –precisó– tenemos que saber en qué situación esta el pacto y cómo hemos avanzado”. La respuesta a esa incógnita que dan las fuentes socialistas consultadas por este diario es muy clara: a estas alturas, a punto de cruzar el ecuador de mandato y con la estrategia de gobierno hasta el 2027 y la hoja de ruta ya trazada y en desarrollo, que ERC entre en el gobierno de Collboni ha dejado de ser una opción. De hecho, tras el fiasco republicano del 13 de junio del año pasado, cuando se produjo el surrealista aplazamiento de la votación del preacuerdo de gobierno –por increíble que parezca la suspensión se debió a que se superó con creces el aforo de la sala donde iba a tomarse por la vía asamblearia la situación– los socialistas dejaron la puerta abierta a ERC hasta que esta, inmersa en una gran crisis interna de identidad, decidiera que quería ser de mayor. Pero de eso han pasado ya diez meses y sigue habiendo serias dudas sobre cuál es el rumbo que quiere marcarse el partido de Oriol Junqueras.
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En la actualidad a ERC se le plantea en Barcelona otro problema de entidad, el de la cohabitación entre una dirección de la federación local que va por un lado y la del grupo municipal, con Elisenda Alamany al frente, que parece transitar por otro bien distinto. Ayer, Creu Camacho templó gaitas y aseguró que Dignitat Republicana no surgió “para ser críticos de nada”.
En la misma línea, Oriol Junqueras tiró de manual para afirmar que ERC es un solo partido sin otro propósito que ponerse al servicio de Barcelona y de Catalunya. Y en una formación tan carente de esta vitamina en los últimos tiempos recetó unidad. “Estamos convencidos –aseguró el presidente de Esquerra– de que la mejor herramienta que tenemos es la de la cohesión interna”.