Con menos de mil habitantes y rodeado de cerros imponentes, este pueblo es un refugio de paz y tradiciones en el Valle Calchaquí.
En el sudeste de Salta, a 206 kilómetros de la capital provincial, se encuentra Molinos, un pueblo que parece suspendido en el tiempo. Sus calles angostas y casonas antiguas invitan a un recorrido tranquilo, ideal para quienes buscan desconectarse y vivir unas vacaciones de invierno lejos del ritmo de la ciudad.
Molinos conserva el aire de los tiempos en que las decisiones se tomaban en Madrid, y su esencia colonial aún se respira en cada rincón.
Entre sus joyas arquitectónicas destaca la iglesia de San Pedro Nolasco, declarada Monumento Histórico Nacional. Con influencias del arte cuzqueño, este templo alberga los restos de Nicolás Severo de Isasmendi, el último gobernador español de la intendencia de Salta del Tucumán antes de la revolución. La iglesia y el entorno histórico conforman un auténtico museo a cielo abierto en pleno Valle Calchaquí.
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Gastronomía, vinos y cultura viva
La cocina de Molinos es un viaje por los sabores del norte: empanadas, tamales, charqui, maíz mote y anís elaborados según recetas ancestrales, acompañan a los reconocidos vinos de altura producidos en la región. Los viñedos, ubicados a más de 2.700 metros sobre el nivel del mar, aprovechan el clima y la altitud para lograr vinos intensos en color y aroma, destacados entre los mejores del país.
Pero la experiencia no termina en la mesa. A pocos kilómetros del pueblo, las ruinas precolombinas de El Churcal son testimonio de la cultura originaria, con vestigios de alfarería, textiles, cestería y madera. Molinos invita así a conectar con la historia y la naturaleza, en un entorno que inspira calma y contemplación.
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Este pueblo tiene fiesta, folklore y tradición
Cada año, a fines de enero, el pueblo cobra vida con la fiesta patronal y el Festival Nacional del Poncho, Doma y Folklore. Artistas destacados y demostraciones gauchescas acompañan la música tradicional y la gastronomía local, en una celebración que refleja la identidad y el espíritu de la región.
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Molinos es mucho más que un destino turístico: es un lugar para reencontrarse con lo auténtico, dejarse llevar por el ritmo pausado de la vida rural y disfrutar de unas vacaciones de invierno diferentes en el corazón de Salta.