Con historia, naturaleza y playas únicas, Puerto San Julián es una joya poco conocida en el sur de la Patagonia.
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El sur de la Patagonia esconde lugares que parecen salidos de otra época, donde la naturaleza domina el paisaje y el tiempo parece correr a otro ritmo. Uno de estos rincones es Puerto San Julián, una ciudad costera de Santa Cruz que combina más de 500 años de historia con una riqueza natural impactante. Fue aquí donde en 1520 desembarcó Fernando de Magallanes, y hoy una réplica de su embarcación, la Nao Victoria, recuerda aquel momento clave en la exploración mundial. Desde su pintoresca bahía hasta sus circuitos naturales, San Julián invita a sumergirse en un viaje inolvidable.
Recorrer el circuito costero por la bahía de San Julián es una de las mejores maneras de empezar a conocer el lugar. Son 27 kilómetros que se pueden hacer en auto o bicicleta, bordeando playas solitarias, acantilados y miradores naturales.
En el Parque Interjurisdiccional Marino Makenke, la fauna se vuelve protagonista: lobos marinos, cormoranes y toninas overas acompañan el paisaje. Dos playas, La Mina y Pigafetta, ofrecen miradores ideales para la observación de animales en su hábitat natural.
Para los más aventureros, las excursiones embarcadas a las islas Cormorán y Justicia son imperdibles. Allí, frente a la costa, se concentra una biodiversidad única: una colonia de 130 mil pingüinos de Magallanes, flamencos, cisnes y hasta ocasionales avistajes de orcas. Además, en tierra firme, la Reserva Natural de San Julián y las ruinas históricas de Floridablanca suman alternativas para quienes quieran combinar historia y naturaleza.
Puerto San Julián no solo deslumbra por sus paisajes. Sus calles reflejan la historia de inmigrantes que dejaron su huella en la arquitectura, con un casco histórico que conserva el espíritu de principios del siglo XX. Desde el «Punto Cero» –que marca el origen simbólico de la Patagonia– hasta las playas tranquilas de su bahía, todo en San Julián invita a descubrir una Patagonia más íntima y auténtica.
Además de su gran valor ecológico y cultural, este pueblo ofrece opciones de alojamiento como hoteles, cabañas y camping, y cuenta con restaurantes donde probar sabores patagónicos. Las temperaturas pueden ser extremas, por lo que se recomienda visitarlo entre octubre y abril. En un escenario de vientos persistentes, luces claras y horizontes infinitos, Puerto San Julián, en un rincón de Santa Cruz, guarda una esencia que enamora a quienes se animan a llegar.