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lunes, noviembre 3, 2025

El Reformista: Javier Milei y las leyes que podrían cambiar la Argentina

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Victoria contundente. Una potencia legislativa inesperada. Cuatro reformas de fondo que, según el Gobierno libertario y sus aliados, permitirían sentar las bases para un nuevo futuro. Desde el 10 de diciembre próximo el presidente argentino pondrá en marcha la segunda etapa de su programa de demolición y reconstrucción del Estado. Habrá resistencia y tendrá que negociar. ¿Aprovechará el León esta oportunidad histórica que le otorga la democracia?

Por Rolando Klempert
Fotos:
Damián Dopacio y Juan Foglia

En el inicio de su gobierno, en diciembre de 2023, Javier Milei se fijó una meta estrambótica, disruptiva, casi “anormal” para un país “anormal” en muchos sentidos. Dijo que quería ser un presidente “reformista” pero sin gobernadores y prácticamente sin diputados ni senadores (ni jueces). En aquel entonces prometió culminar su mandato con 4.500 reformas, para ese entonces una exageradísima cantidad de desregulaciones, modificaciones, derogaciones o eliminaciones lisas y llanas. Imposible. Inviable.

Milei creó entonces un ministerio con ese mismo y ambicioso nombre: “Ministerio de Desregulación y Transformación del Estado”. Lo puso allí a Federico Sturzenegger, creador de despectivamente bautizada Ley Ómnibus, luego adoptada por la política con su nombre real, Ley Bases. Este bodoque normativo impuesto a través de un decreto (el 70/2023) impulsaba más de 600 reformas. Y sacudió los cimientos del Congreso Nacional. Partió la política con el filo de su motosierra y el combustible de un 56% de los argentinos. Quebró a los sindicatos. Obligó al peronismo a copiarlo. Nunca había pasado algo así. Y mucho menos con un fuerte consenso social. Pero era apenas el principio.

Noviembre 2025

Según la cartera de “El Coloso”, hasta agosto de 2025 el Gobierno modificó o eliminó 1.246 normas y 8.935 artículos, incluyendo la Ley de Boleta Única de Papel que le permitió el domingo 26 de octubre conseguir una aplastante victoria en la elecciones legislativas nacionales.

Reformas y consenso. Dos palabras clave durante los primeros dos años de su administración. Y dos palabras todavía más centrales en los dos que le quedan en este primer mandato (porque está claro que Milei ya lanzó su candidatura a la reelección para 2027). Estaba claro que el líder libertario buscaría seguir avanzando en su programa reformista, pero, ¿habría consenso?

Javier Milei durante los festejos por el triunfo en las legislativas 2025 (Damián Dopacio – NA/Newsweek Argentina)

El reciente resultado electoral no dejó margen de dudas. Se sometió a plebiscito y La Libertad Avanza pasó a convertirse de la noche a la mañana en la primera minoría en Diputados y un poderoso bloque en Senadores, con la ayuda de sus aliados del PRO, los “radicales con peluca” y los gobernadores amigos o “amigados”. Ese casi 41% de los votos frente al 31% del panperonismo fue la ratificación del consenso social necesario para avanzar en la segunda etapa del programa de reformas, un voto de confianza basado en expectativas, un nuevo salto de fe hacia lo desconocido (pero menos peor que lo ya conocido, según la gente).

¿Y ahora qué? En el escenario triunfal, vestido de traje y corbata (y no de campera de cuero, porque en el universo de Milei los símbolos son tan importantes como las palabras y los hechos), el presidente lo dejó claro: “Durante los próximos dos años tenemos que afianzar el camino reformista que emprendimos para dar vuelta de una vez y para siempre la historia argentina. Ahora estamos enfocados en llevar a cabo las reformas que la Argentina necesita para consolidar el crecimiento y el despegue definitivo, para hacer grande a la Argentina nuevamente”. En síntesis, dejará a un lado la motosierra para empuñar el bisturí.

Luego lo puso en números, para que se entienda muy bien de qué estaba hablando. “Quiero destacar el rol del nuevo Congreso, que será fundamental para asegurar este cambio de rumbo. A partir del 10 de diciembre, pasamos a contar con 101 diputados en vez de 37; y en el Senado pasamos de 6 senadores a 20. Por ende, no dudo en decirles que tendremos, sin lugar a dudas, el Congreso más reformista de la historia argentina”.

La derrota en las legislativas abre las heridas internas en el peronismo (Juan Foglia – NA/Newsweek Argentina)

Y, por último, pidió que ese consenso social que vuelve a surgir de las urnas también se traduzca en un consenso político. “Por fuera de los inadaptados de siempre, que se piensan que la economía se arregla haciendo la danza de la lluvia y solo saben poner palos en la rueda, hay decenas de diputados y senadores de otros partidos con los que podemos encontrar acuerdos básicos. Nos alegra saber que en muchas provincias la segunda fuerza no fue el kirchnerismo, sino el oficialismo provincial.

Oficialismos que son actores racionales, pro-capitalistas, y a los que uno más uno les da dos. Es por eso que queremos invitar a la gran mayoría de los gobernadores que tendrán representación parlamentaria a discutir en conjunto estos acuerdos. En definitiva, ahora sí podremos traducir en leyes las consignas del Pacto de Mayo. Vamos a poder sentarnos a discutir las bases para una Argentina distinta, una Argentina que hoy en día no nos podemos ni siquiera imaginar. Porque un dato que quedó en claro hoy es que dos de cada tres argentinos no quieren volver al pasado”, concluyó.

Un Milei reformista. Y un Milei que quiere ponerse el traje de estadista, algo que molesta enormemente a quienes le asignan esa cualidad solo a Cristina Kirchner o a Mauricio Macri.

Si bien es cierto que estas reformas están en su programa general desde un principio, también se han vuelto una exigencia, un mandato de otros actores importantes. ¿De quién? Por un lado, del “Círculo Rojo”, del establishment autóctono. Por el otro, nada menos que los EEUU, en la figura del mismísimo Donald Trump y con el brazo ejecutor de su secretario del Tesoro, Scott Bessent. “Lo he ayudado mucho”, se jactó Trump al día siguiente en la cabina del Air Force One. Y así fue: prometió un paquete de hasta US$ 40.000 millones e intervino el mercado cambiario argentino comprando pesos. (Un analista bromeó ese domingo a la noche: “¡Mañana van a estar los ‘arbolitos’ vendiendo pesos en la vereda de Wall Street!”).

En términos económicos, el lunes 27 de octubre será recordado como uno de los lunes más tranquilos en el mercado argentino, con todas las acciones en alza y el dólar a la baja.
Sin más excusas, ahora Milei tiene todo para avanzar en sus reformas. Solo debe aprovechar su oportunidad histórica.

LEYES VITALES

Milei ya no habla de miles de reformas. Necesita cuatro. Trascendentales. Quiso avanzar en ellas en aquella Ley Bases, pero entre el Congreso y la Justicia lograron ponerle un freno. Hablamos de la reforma laboral, de la reforma previsional, de la reforma tributaria y de la reforma al Código Penal. De la reforma fiscal, que piden los gobernadores, ya no se habla. Y el Presupuesto 2026 se da por descontado, más allá de un más o menos sincero debate en el recinto. Según Milei y buena parte del arco político, estas cuatro leyes son las que el país necesitaría para definitivamente permitir una planificación a largo plazo, estimular inversiones, promover la creación de empresas y la generación de puestos de trabajo, eliminar barreras burocráticas, desbaratar la madeja impositiva que desestimula el desarrollo y, en definitiva, crecer. En los últimos 10 años, de acuerdo a cifras oficiales, se perdió el 8,9% de los puestos de trabajo en el sector privado, mientras que la economía no logra salir de su estancamiento (“el problema es la política”, dicen los políticos).

Claves de la mega reforma laboral que impulsa Milei en Argentina: qué países tomaron el mismo rumbo

El peronismo, la izquierda, sectores del radicalismo, otros espacios filosocialistas y los gremios obviamente se oponen a estos proyectos y argumentan todo lo contrario: que son recetas neoliberales que ya se probaron en los ‘90 y llevaron al país a la crisis de 2001-2002. “Menemismo 2.0”, advierten. Sin embargo, ahora la agenda la tiene Milei y todos ellos parecen correrlo de atrás: se apuran a presentar sus propios proyectos para unas reformas que en verdad no quieren hacer.

Por eso es que, más allá del consenso social validado en las elecciones, del consenso empresarial, del consenso político mayoritario, 2026 se perfile también como un año de retorno de la conflictividad social. ¿Está garantizado el control de la calle sin Patricia Bullrich en Seguridad? ¿Con menos poder en el Congreso el peronismo y la izquierda van a fogonear y acompañar las protestas en el espacio público para intentar frenar estas reformas? ¿Van a esperar, mientras dirimen sus internas, a que algo en el plan libertario falle para retomar el control de la agenda?

Adentro del recinto, aseguran, el número está. Milei no tiene quórum propio, pero con sus 101 diputados y sus 20 senadores puede llegar a él sin transpirar tanto a partir del 10 de diciembre, con los gobernadores todavía rengos por el estrepitoso porrazo que se dio Provincias Unidas en su primer ensayo electoral y con la ayuda de legisladores que ya le respondían cuando le iba peor que ahora. Muchos dirigentes de todos los espacios no solo coinciden en esa visión de país (incluido Macri), sino que también ven con buenos ojos que el precio político de esas duras reformas lo pague Milei. En unos años nadie recordará si el Congreso votó o no esas leyes; la culpa será del León, calculan confiando en su experiencia.

UNA POR UNA

El caso más emblemático de este programa reformista es el de la “modernización” laboral. Sturzenegger la incluyó en el Decreto 70/2023, pero chocó con la CGT en la Justicia, y el oficialismo tuvo que resignar la mayor parte de los puntos. Salió una versión light consensuada con la bancada de Pichetto, el PRO y parte del radicalismo. Pero en 2024 se presentó un proyecto que ahora cobra nueva vida a la luz de este triunfo. Se trata de la “Ley de Promoción de Inversiones y Empleo”, cuya autora es la diputada Romina Diez, presidenta de LLA Santa Fe y legisladora de confianza de Karina Milei, una de las grandes ganadoras del 26-O.

¿Qué propone? Es muy amplio, pero podría resumirse así: jornada laboral de 12 horas (en vez de 8); la alternativa de pagar salarios con ticket canasta o restaurant (hay fallos de la Corte que lo impedirían); divisibilidad de las vacaciones y la creación de “bancos de horas”; la posibilidad de pagar indemnizaciones en 12 cuotas; incentivos tributarios para la creación de empresas; y, sobre todo, lo que llaman “salarios dinámicos”. ¿Qué significa? Que lo que se conoce como “salario mínimo” pasaría a ser un “salario máximo”, es decir, que se eliminan los pisos de los convenios colectivos de trabajo para establecer techos. O sea, lo contrario de “dinámicos” o, mejor dicho, “dinámicos hacia abajo”. Luego podrá haber negociaciones por empresa o incluso por sector, pero atados al límite que establecerá el Estado en relación a la productividad. Además, se busca deshacer el sistema de actualización por inflación en paritarias. El vocero presidencial, Manuel Adorni, dijo recientemente que “el salario mínimo debería desaparecer como concepto”, ya que se trata de una forma de intervención estatal en el mercado. Una pregunta queda por ahora sin respuesta: ¿serán fichas de cambio aquellos artículos que tocan los fondos y los mandatos de los sindicatos?

Esta anhelada reforma se vincula muy estrechamente a otra: la reforma previsional. En Argentina, el sistema no aguanta más. En el mundo no aguanta más. La ecuación es simple: la expectativa de vida se eleva, mientras la tasa de natalidad disminuye; por lo tanto, la población envejece al tiempo que hay cada vez menos trabajadores formales que aportan a los sistemas previsionales. ¿Quién va a pagar la jubilación de los hoy jóvenes de la Generación Z, por ejemplo? Incluso gobiernos “socialistas”, como el de Gabriel Boric en Chile, entienden el problema y avanzaron en modelos mixtos (público-privados) para encontrar alternativas.

Reforma laboral: el Gobierno pide a los empresarios que la aprovechen contratando gente

El propio Milei entrecruzó ambas reformas en una entrevista con Antonio Laje al día siguiente de la victoria: “Hay algo que es muy interesante. Dicen: ‘Nooo, van por tus derechos…’. No, no vamos por los derechos de nadie. Hay un régimen contractual vigente que es anacrónico. Tiene más de 70 años, no está diseñado para este mundo, para la Argentina de bien. Porque, si la mitad de los trabajadores están en el sector informal, quiere decir que eso no funciona. Entonces, en ese contexto, no lo planteamos así; nosotros decimos: ‘Si vos querés usar estos contratos, los podés usar’. O sea, se sientan las partes y dicen: ‘Nosotros queremos seguir usando estos contratos’. No hay problema… O sea, los insiders probablemente quieran seguir con ese contrato, es decir, los que ya están adentro del mercado laboral formal. Pero, ¿qué es lo importante? Que vos le das flexibilidad a los outsiders -los que están afuera-, y eso va a permitir que los que están en el mercado informal puedan encontrar algún sistema -acordado entre las partes- para ser formal. Cuando vos hacés eso, duplicás la cantidad de trabajadores haciendo aportes. Y eso significa que hay el doble de ingresos disponibles para pagar mejores jubilaciones”.

El proyecto de reforma previsional, aunque todavía no hay detalles finos, propondría una unificación de los regímenes (hay más de 200 regímenes excepcionales) y una mayor correlación entre aportes y los haberes que se perciben al momento de la jubilación o pensión. Según trascendió, también se sometería a debate le inclusión de fondos privados, una remake de las famosas AFJP de los ‘90. ¿Será un modelo parecido al de Chile?

Cómo lograr un sistema previsional más sostenible, equitativo y eficiente

La reforma tributaria, en tanto, también apunta conceptualmente a una simplificación y se vincula con la reforma laboral. Dijo Milei: “En materia tributaria tenemos un plan para bajar 20 impuestos ahora, bajar alícuotas, expandir la base imponible, de modo tal que, al bajar las alícuotas, no tenga sentido la evasión. O sea, la gente no quiere estar en lo informal. Eso por un lado. Eso lo que permite es liberarle recursos al sector privado. Cuando yo digo esto, alguien podría decir: “Bueno, pero vos prometés bajar impuestos en campaña”. Sí, pero lo que pasa es que yo hoy tengo track récord; yo ya hice delivery. Nosotros bajamos dos puntos y medio del PBI en impuestos, es decir, somos el primer gobierno que le devuelve dinero a la gente. Entonces, no es una promesa de campaña: esto es, de hecho, el programa que tiene diseñado el ministro Caputo. Permite devolverle al sector privado, de acá al 2031, o sea, si la gente, los argentinos, decidieran que nosotros continuáramos, US$ 500.000 millones de dólares. Hoy la deuda argentina es de US$ 450.000 millones; nosotros heredamos US$ 500.000 millones. Y, además, pagamos US$ 50.000 millones de dólares de deuda. O sea, somos el gobierno más desendeudador de la historia. Entonces, al liberarse recursos al sector privado, vos vas a tener expansión del sector privado. Y eso nos permite avanzar en una modernización laboral”.

¿De qué se trataría ese nuevo marco tributario? Primero, como se señalaba, una simplificación: solo 10 de los más de 120 impuestos explican el 90% de la recaudación. La primera etapa implicaría la eliminación de 20. En segundo término, la revisión completa del IVA: la Nación cobraría apenas el 9% y luego permitiría a las provincias cobrar su propio IVA, lo que generaría una competencia tributaria entre distritos. Obviamente, como contrapartida, dejará de enviarles fondos coparticipables por ese concepto. Y, tercero, una reducción del Impuesto a las Ganancias para trabajadores y jubilados (Milei votó como diputado para reducirlo y luego lo subió de nuevo al asumir la Presidencia).

Patricia Bullrich celebró su triunfo y convocó a otros espacios a «construir mayorías» en el Congreso

Y, finalmente, la reforma del Código Penal. “Plan Tolerancia Cero”. Así lo bautizaron Milei y Bullrich hace algunas semanas. En trazos gruesos, proponen “una reforma de fondo” para “dejar atrás el garantismo” y que “el que las haga, las pague”. Y tiene tres grandes lineamientos: “el agravamiento de las penas, la imprescriptibilidad de los delitos aberrantes y el cumplimento efectivo de la pena”. En sintonía con su habitual discurso a favor de la “mano dura”, Bullrich aseguró que el proyecto busca “defender a los policías en cumplimiento del deber y en el marco de la ley y la Constitución Nacional”.

Milei estuvo en aquel lanzamiento y afirmó. “Que este conjunto de reformas se implemente o no, depende directamente del Congreso de la Nación. Depende de que quienes estén sentados en las butacas del poder Legislativo tengan la vocación de ponerse del lado de las víctimas y no del lado de los delincuentes. El país necesita diputados y senadores que comprendan esto, no hay puntos medios». Lo dijo antes de saber que podía contar con el número.

Como ya está más que claro, el triunfo del 26-O le otorga a Milei la oportunidad que pocos hombres tienen o han tenido en la historia del país, la de tener en sus manos su propio destino y el de la nación que gobiernan. El León ya eligió. Para bien o para mal, decidió convertirse en “Milei, el Reformista”. ¿Lo logrará?

Redacción

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