
En los próximos tres meses, la República Popular China (RPC) tendrá varias oportunidades para avanzar en su compromiso multilateral con las Américas, aprovechando el descontento de muchos gobiernos de la región con la nueva postura del gobierno de los Estados Unidos en temas como los aranceles, entre otros. Estas oportunidades incluyen el 4.º Foro Ministerial China-CELAC en mayo de 2025 en Beijing, la 55.ª Asamblea General de la Organización de los Estados Americanos en junio de 2025 en Antigua y Barbuda, y la cumbre de los BRICS en julio de 2025 en Río de Janeiro, Brasil.
El esperado 4.º Foro Ministerial China-CELAC será el primer encuentro a nivel ejecutivo de esta entidad desde el 3.º Foro China-CELAC realizado en México en diciembre de 2021. Se prevé la asistencia de Luis Ignacio Lula da Silva de Brasil y de Gustavo Petro de Colombia, entre otros líderes latinoamericanos, a China, lo que creará posibilidades de múltiples interacciones bilaterales que potencien la coordinación estratégica entre estas figuras, el presidente Xi Jinping, y entre los mismos líderes latinoamericanos.
Tradicionalmente, tales reuniones han representado oportunidades para que la RPC presente su agenda y los Estados latinoamericanos expresen su conformidad con las directrices chinas para el compromiso con la región en los años venideros. Aunque el “hoja de ruta” resultante suele estar redactada de manera ambigua, destaca las áreas prioritarias de Beijing en relación con enfoques hacia los asuntos globales. Este próximo foro, que se celebra tras la asunción de la presidencia rotativa de la CELAC por parte del izquierdista Gustavo Petro de Colombia en abril de 2025, será la primera oportunidad para que la RPC coordine actividades y posiciones con la región sin la participación de los Estados Unidos desde la inauguración del presidente estadounidense Donald Trump en enero de 2025. Esto ocurre en un contexto en el que el gobierno de Trump ha implementado acciones significativas, incluyendo el involucramiento en Panamá respecto a la influencia china sobre el Canal de Panamá, la vigilancia sobre el acceso de la RPC al mercado estadounidense a través de operaciones manufactureras en México, y la imposición de nuevos aranceles a China, América Latina y el resto del mundo.

Previo a la cumbre China-CELAC, la cumbre anual de líderes gubernamentales de la CELAC en abril de 2025 culminó con la “Declaración de Tegucigalpa”. Sin embargo, su tono relativamente tibio y la falta de acciones específicas sugieren que los gobiernos de América Latina y el Caribe aún están luchando por encontrar una postura colectiva frente a las nuevas políticas de los Estados Unidos. Esto podría cambiar cuando se reúnan en Beijing en junio de 2025, alentados por el probable estímulo de la RPC y sus propuestas, las cuales podrían ofrecer alternativas a los Estados Unidos.
Aunque algunos Estados latinoamericanos en Beijing se mostrarán más dispuestos que otros a acercarse a la RPC a riesgo de provocar a Washington, la hoja de ruta resultante probablemente reflejará el creciente interés de Beijing en la compra de productos agrícolas y otras materias primas de América Latina para compensar la disminución de sus importaciones de dichos productos desde los Estados Unidos. Además, es probable que esta hoja de ruta incluya el compromiso de Beijing de construir infraestructura e invertir en diferentes ámbitos con el fin de aumentar la capacidad de la región para venderle más productos. Los aumentos arancelarios estadounidenses y otros cambios en la relación bilateral con los Estados Unidos probablemente harán que los gobiernos latinoamericanos estén más abiertos a aceptar dichas propuestas y compras en términos favorables para la RPC. De manera similar, es previsible que la hoja de ruta contenga iniciativas que permitan a la RPC expandir su posición en sectores estratégicos como telecomunicaciones y otras infraestructuras digitales, vehículos eléctricos, generación y transmisión de energía renovable, cooperación espacial, así como una mayor colaboración en el ámbito “gente a gente”. En mapas estratégicos anteriores, el gobierno del Partido Comunista Chino se comprometió a financiar viajes para más de diez mil personas de la región en un período de tres años. En el actual entorno de tensiones con Estados Unidos, es posible que los gobiernos latinoamericanos se sientan aún menos limitados por las preocupaciones de los Estados Unidos a la hora de aceptar las ofertas de China.
La inclusión de una cooperación espacial ampliada en la nueva hoja de ruta es probable y sería estratégicamente relevante. La organización de Lanzamiento y Control de Rastreo Espacial de China (CLTC, por sus siglas en inglés), perteneciente al Ejército Popular de Liberación (EPL) chino, ya opera la instalación de Radar Espacial Profundo en Neuquén, Argentina, con posibles aplicaciones militares, mientras que entidades chinas también manejan telescopios espaciales con posibles fines duales, como las instalaciones en Ventarrones, Chile, y el Radiotelescopio Chino-Argentino (CART, por sus siglas en inglés) en Río Negro, Argentina. Además, la RPC ya está trabajando con Brasil en el desarrollo y lanzamiento de nuevos satélites, incluyendo el programa CBERS y la constelación comercial china Thousand Sails. También están utilizando su Estación Internacional de Investigación Lunar (ILRS, por sus siglas en inglés) como incentivo para ampliar su acceso a la arquitectura espacial de la región y su personal, trabajando incluso con la recién creada Agencia Espacial de América Latina (ALCE) con sede en México, lo cual será un área particularmente interesante de monitorear.
Al igual que en el ámbito espacial, será revelador si el plan de ruta incluye abiertamente una creciente colaboración militar y de seguridad con la RPC. En los últimos meses, dicha cooperación ha sido limitada por países como México para evitar provocar al actual gobierno estadounidense.

Más allá de China-CELAC, la Organización de los Estados Americanos (OEA), bajo el nuevo Secretario General Alberto Ramdin, podría ofrecer nuevas oportunidades de compromiso con la RPC. Aunque no es antiestadounidense, Ramdin, un profesional orientado al consenso con amplia experiencia en la burocracia de la OEA, podría mostrarse más abierto que su predecesor, Luis Almagro, a permitir o facilitar la participación de la RPC en entidades del sistema interamericano, basándose en su estatus como estado observador de la OEA desde 2004. Esto podría incluir la participación en la Junta Interamericana de Defensa y el Colegio Interamericano de Defensa, donde el Ejército Popular de Liberación anteriormente envió a un representante. Una participación más destacada por parte de la RPC en la 55.ª Asamblea General de la OEA en junio de 2025 en Antigua y Barbuda, donde ya tiene una fuerte presencia comercial y política, podría ser una indicación de una inminente ampliación de su participación en otras instituciones del sistema interamericano.
Construyendo sobre estos eventos multilaterales, la 17.ª Cumbre de los BRICS, organizada por Brasil en Río de Janeiro los días 6 y 7 de julio de 2025, podría representar para la RPC la mejor oportunidad de promover un evento multilateral significativo que involucre a las Américas y que comprometa posiciones antiestadounidenses y proyectos colaborativos que sirvan a los intereses estratégicos de China como respuesta a las iniciativas de los Estados Unidos en temas como los aranceles.
En última instancia, los logros probables de la RPC destacan el riesgo inherente de la estrategia estadounidense: el aislamiento y desarme estratégico en el ámbito del “poder blando,” facilitando así el avance geopolítico chino en América Latina y más allá.
* Evan Ellis es Profesor de Investigación sobre América Latina en la Escuela de Guerra del Ejército de Estados Unidos. Las opiniones expresadas en este trabajo son estrictamente suyas.