En los lagos Musters y Colhué Huapi, en la provincia de Chubut, un equipo de arqueólogos descubrió nuevas fuentes de materias primas líticas que fueron utilizadas por los pueblos originarios para la confección de herramientas.
Según informaron a Diario RIO NEGRO, los investigadores del Instituto de Diversidad y Evolución Austral (IDEAus), dependiente del Centro Nacional Patagónico (Cenpat), el hallazgo se realizó durante la última campaña arqueológica en la localidad conocida como Valle Hermoso, una zona que fue transformada por la erosión y sequía del lago.
Las fuentes de materias primas líticas se usaron para la confección de artefactos tallados y para herramientas de molienda. Se encontraron tras realizar prospecciones y análisis de cartas geológicas.
El equipo del Conicet estuvo liderado por el director del proyecto Eduardo Moreno, junto a un investigador de Comodoro Rivadavia, Santiago Peralta González, y las becarias doctorales Eugenia Prieto y Elisa Micozzi.
“La labor del equipo de investigación en el bajo de Sarmiento arrancó en la década de 1990 y se extiende a la actualidad”, afirmó la antropóloga Micozzi, becaria en el IDEAus.
En esta oportunidad, la salida a campo fue en la localidad arqueológica Valle Hermoso, ubicada al sudeste del lago Colhué Huapi, el famoso «lago seco». Este largo proceso de sequía y erosión del lago ha presentado “pros y contras” para el trabajo arqueológico.
Por un lado, el viento genera movimientos de sedimentos que hacen que los sitios arqueológicos se destapen y tapen constantemente, facilitando el hallazgo.
«Al tratarse de una zona erosionada constantemente por el viento -continuó Micozzi-, estamos descubriendo sitios arqueológicos todo el tiempo. Es decir, por las condiciones naturales”.

Los rastros del perro Huachen
El año pasado, por ejemplo, se encontraron restos de un perro que fue denominado «Huachen» y fue uno de los hallazgos más importantes para esta especie en América del Sur ya que la particularidad era su utilidad como animal de carga.
«El cánido macho tenía entre dos y tres año y pesaba 19 kilos aproximadamente. La evidencia arqueológica determinó que el perro era usado como animal de carga debido a que sus vértebras tenían cierta inclinación o deformación que permitió inferir dicha funcionalidad. En nuestro imaginario, cuando hablamos de un perro pensamos un animal de compañía», advirtió Micozzi.
Por otro lado, la zona del Colhué Huapi resulta muy densa para el registro arqueológico y desde hace años, se transformó en un atractivo para el coleccionismo.
Chubut cuenta con una ley provincial que promueve la protección del patrimonio arqueológico y paleontológico. El órgano de aplicación es la Subsecretaría de Cultura provincial.
“Existe la figura del tenedor legal de colecciones y por eso, su registro es importante ya que permite conocer y monitorear a las colecciones del ámbito privado y brindar el apoyo en caso de ser necesario. Recordemos que tanto el patrimonio arqueológico como paleontológico requiere de responsabilidades colectivas en pos de evitar que se deterioren, pierdan o ingresen en el tráfico ilícito”, especificó.
Cuál fue el último descubrimiento
¿Qué son las materias primas líticas para la arqueología? Son los materiales rocosos que los primeros pobladores del territorio, los pueblos originarios, usaron hace miles de años para producir sus artefactos, a partir de diversas técnicas como la talla, el pulido, el abradido (que consiste en el desgaste de los objetos de piedra), entre otras.
En este caso, Micozzi está abocada al registro lítico vinculado a la talla y, Prieto, al registro asociado a la molienda. Detallaron que el estudio de las materias primas resulta muy importante para avanzar sobre el conocimiento científico.

«Lo interesante es que esto nos permite conocer otros aspectos como la movilidad de las poblaciones, las prácticas de subsistencia, la circulación de recursos y el uso de tecnologías. Aporta una mirada más regional: muestra cómo las poblaciones se vinculaban con su entorno natural y con otros no tan cercanos».
Sobre el trabajo en el campo, Micozzi explicó que los últimos hallazgos no fueron casuales. El equipo suele salir con un plan de trabajo de acuerdo a preguntas que surgen durante el proceso de investigación.
«La idea fue salir a prospectar puntos específicos que ya teníamos identificados. Estos resultan del análisis de cartas geológicas que especifican cuáles son las formaciones de rocas en determinados lugares. Posteriormente, se consulta a otros colegas y geólogos y se define la planificación de campo”, puntualizó.
Durante el trabajo de campo, se realizan prospecciones a pie. Una vez que se determinan las potenciales fuentes de materias primas, se procede el registro de lo hallado en planillas y se toman fotografías a escala. Luego, se toma una muestra de mano que será trasladada al laboratorio para futuros análisis como la determinación petrográfica.
El campo puede ser un lugar austero donde el calor, la falta de agua y comodidades complejiza el trabajo arqueológico. Los investigadores destacaron la colaboración con la investigación de los pobladores rurales de la zona y en el caso de esta campaña, agradecieron a Héctor y Miguel Martínez, Héctor Albistur y Mauro Jerez al facilitar el lugar para pernoctar. “Nos hicieron sentir como en casa”, comentó Micozzi.
Por último, resaltó que “a pesar de la situación desalentadora que atraviesa la ciencia argentina, con recortes presupuestarios que afectan gravemente el desarrollo de proyectos de investigación, aún existen investigadores y becarios que resisten con tenacidad”.
“El equipo de arqueología, así como otras áreas de investigación, continúan trabajando, superando obstáculos desde soluciones paliativas (costear económicamente su propio trabajo), en pos de avanzar en la construcción de conocimiento, a pesar de las adversidades impuestas por las políticas del gobierno nacional”.