De las nuevas tecnologías –que ya no son tan nuevas– se ha dicho y escrito casi todo. Como novedoso podría sumarse que pueden ser un vehículo en el camino a la santidad. De hecho, fue un medio clave del cual se valió para difundir aspectos del catolicismo Carlo Acutis, que murió en Italia en 2006 con apenas 15 años. Y que el próximo domingo 7 de setiembre en la Plaza de San Pedro será proclamado santo –el primero millennial– por el papa León XIV en lo que se prevé como una ceremonia multitudinaria.

Desde lo religioso el caso de Carlo también es singular. Porque llegar a ser santo a los 15 años es una rareza en 2000 años de historia de la Iglesia católica. Pero pasa a ser algo absolutamente excepcional cuando el adolescente efectivamente tuvo una vida religiosa extraordinaria como para abrazar la santidad, pero no fue un religioso consagrado (o sea, que hizo los votos de castidad, pobreza y obediencia), ni murió como mártir (el otro requisito para abrazar la santidad).
Miles de fieles
Pero lo más sorprendente es la gran veneración que suscitó, potenciada a partir de 2020 cuando Francisco lo declaró beato (el paso anterior a la santidad). Su tumba en Asís –la tierra de San Francisco– es visitada por miles de fieles.
En la Argentina cada día se suman más devotos de este adolescente que se dedicó a través de internet a difundir los llamados milagros eucarísticos (la transubstanciación de la hostia consagrada) y apariciones de la Virgen María.
“Su vinculación con las nuevas tecnologías nos lo acercó en forma más rápida y abarcativa, por lo que lo hace muy católico, es decir un gran santo universal”, dice el escritor argentino Jesus María Silveyra, autor de varios libros sobre santos y ahora de San Carlo Acutis, una biografía, que acaba de publicar el sello V&R editoras.
Silveyra afirma que le sorprendió que “siendo un niño, reconvirtió a sus padres al camino de la fe que habían perdido”.
También le llamó la atención su espiritualidad. “Además, me impacta su disciplina espiritual ya que desde que hizo la primera comunión, a los siete años, iba todos los días a misa, comulgaba, hacía Adoración al Santísimo Sacramento y rezaba el rosario”, cuenta.
Señala que “esto lo hizo diariamente, desde los siete años hasta los quince en que murió. Me impresiona también su frase: ‘La felicidad es la mirada puesta en Dios’».
Silveyra cree que la explicación del fervor que provoca hay que buscarla en el hecho de que “murió muy joven y su fama se extendió rápidamente por el mundo a través de las redes, pero esto, apoyado en la profundidad de sus palabras y pensamiento espiritual, sumado a una sonrisa permanente en su rostro, aún en el final de sus días. Carlo –añade– soportó el dolor con alegría y diciendo: ‘Hay otros que sufren más que yo’, mientras agonizaba de una leucemia terminal”.

Acercar a los jóvenes
Considera, por otra parte, que Carlo puede acercar a muchos jóvenes –hoy renuentes– a la religión. “Su cercanía a través de las redes y esa naturalidad física de un joven que mezclaba ganas de vivir y disfrutar de la vida, con una espiritualidad que alimentaba las ganas de estar y vivir cerca de Dios, lo vuelven un santo al alcance de la mano, un influencer de Dios muy particular”, opina. “Como si les dijera a los otros jóvenes: estar cerca de Dios no es algo malo sino una fuente de alegría”, completa.
Por lo demás, Silveyra considera que las nuevas tecnologías pueden aportar mucho a la difusión de la fe “aunque ello no implique alimentar la fe sólo con las tecnologías, ni dejarse formar espiritualmente por una Inteligencia Espiritual, pero sí saber utilizarlas como herramientas para un bien mayor, como él lo hizo. En este sentido –apunta– el Papa Francisco dijo de Carlo: ‘Él fue capaz de usar las nuevas técnicas de comunicación para transmitir el Evangelio, para comunicar valores y belleza’».
San Carlo Acutis, una biografía, de Jesus María Silveyra (V&R editoras).