Antes de los emperadores, incluso mucho antes de la construcción de la Gran Muralla hubo una dinastía que casi nadie recuerda. Pero sin ella, no existiría China tal como la conocemos hoy: se llamó la Dinastía Xia (2070–1600 a.C.).
Durante mucho tiempo, fue considerada más mito que hecho histórico, una narración fantástica que los historiadores chinos de la antigüedad contaban como parte de su glorioso pasado. Sin embargo, con las excavaciones arqueológicas modernas, la Xia ha resurgido de las sombras, revelando una civilización que sentó las bases de la China imperial.
En Erlitou, en el corazón de la provincia de Henan, hay un sitio donde el tiempo parece haberse detenido justo en el momento en que nació una civilización.
Muchos turistas que viajan al gigante asiático sueñan con perderse en las calles de Pekín o disfrutar de ciudades futuristas como Shanghai y Chongqing. Pero muy pocos saben que en Henan, silencioso y humilde, se esconde el Museo del Sitio de Erlitou, un portal hacia la legendaria Dinastía Xia, considerada la primera dinastía de la historia china, pero también la más misteriosa.
Durante siglos, se creyó que la Dinastía Xia era una leyenda o mito popular, como Atlantis o El Dorado. Pero en el siglo XX, excavaciones en Erlitou revelaron ciudades planificadas, restos de palacios, calles urbanizadas, talleres con objetos de bronce que encajaban perfectamente con los relatos de los antiguos textos chinos y que hablaban de una sociedad avanzada hace casi 4000 años atrás. De golpe, la leyenda cobró vida…
El protagonista absoluto es Yu el Grande (Da Yu). No era un guerrero, sino un ingeniero. Lejos de las conquistas sangrientas o territoriales, su hazaña fue detener las gigantescas inundaciones del río Amarillo con un sistema de canales que salvó al pueblo.
La gente lo amó tanto, que cuando el rey murió, eligieron a Yu como sucesor. Así nació la monarquía hereditaria en China.
Construyeron palacios de madera, ciudades con murallas de tierra apisonada, y tenían ya una estructura social jerárquica. Usaban bronce y jade con increíble precisión. Se cree que practicaban rituales chamánicos y adoraban a sus ancestros.
Se han encontrado restos de carruajes, herramientas y objetos que confirman su sofisticación.

El último rey Xia, Jie, fue descrito como cruel y hedonista. Según cuentan los historiadores, obligaba a sus súbditos a bailar sobre brasas encendidas, que tenía una piscina llena de vino, y que gobernaba con puño de hierro. Finalmente, fue derrocado por Tang, el fundador de la Dinastía Shang.
El colapso de la Dinastía Xia llegó a través de una rebelión liderada por Tang, un noble de la región que se sublevaría para fundar la Dinastía Shang, que tomaría el control de la región y marcaría el fin de la era Xia. Esta transición, de una dinastía a otra, fue uno de los momentos más trascendentales en la historia temprana de China.
Ahora, ¿por qué fue tan importante el hallazgo de estos objetos que le dieron veracidad a la historia de Dinastía Xia? Porque marca el inicio de la historia china escrita, el origen de la monarquía y el comienzo de una cultura que sigue viva hasta hoy.

La Dinastía Xia no solo dejó un legado de ingeniería, sino que también marcó el nacimiento de la estructura social de China. Durante su tiempo, los Xia establecieron el modelo de gobierno hereditario, donde el poder pasaba de padre a hijo, sentando las bases de la monarquía china que perduraría por milenios.
La figura de Yu el Grande como fundador de la dinastía reflejaba la centralización del poder y la importancia de los líderes capaces.
Además, la tecnología del bronce comenzó a florecer durante la Dinastía Xia. Los arqueólogos descubrieron varios artefactos de bronce, incluyendo vasijas, armas, y herramientas que muestran un nivel de sofisticación sorprendente para la época. Los Xia también comenzaron a usar jade, un material precioso asociado a la nobleza y la realeza. Esta habilidad para trabajar con metales fue un paso crucial en la evolución tecnológica de China.
En Erlitou también descubrieron palacios y tumbas reales, lo que refuerza la teoría de que era la sede de los primeros emperadores de China. Sin embargo, a pesar de estos hallazgos, aún no se ha encontrado evidencia suficiente para confirmar de manera concluyente que Erlitou fue la capital de la Dinastía Xia. La falta de inscripciones claras y otras pruebas materiales continúa siendo un tema de debate entre los historiadores y arqueólogos.
Además, el legado cultural de los Xia, con su conexión profunda con los rituales ancestrales, el culto al jade y las tradiciones de ingeniería, es un testamento del ingenio humano en los albores de la civilización.
Un viaje al Museo del sitio de Erlitou, cuna de la civilización china
Hay lugares en el mundo donde las piedras susurran secretos de hace miles de años. En Henan se encuentra el Museo del Sitio de Erlitou, un espacio que abrió sus puertas en 2019 y se encuentra pocos kilómetros de la actual ciudad de Luoyang, en Henan.

Pero este sitio no es solo un museo. Es una máquina del tiempo que hace comprender un poco mejor la legendaria y mítica Dinastía Xia: desde afuera, el edificio ya impresiona con sus líneas limpias, modernas e inspiradas en los antiguos diseños palaciegos que una vez dominaron estas tierras.
La sensación al entrar es extraña. No hay multitudes ni grandes decorados. En cambio, hay silencio, respeto, y vitrinas que guardan tesoros que cambiaron la historia de China.
Cada sala es una etapa del viaje. Cada objeto, una ventana a la vida de quienes, miles de años atrás, comenzaron a construir lo que sería uno de los imperios más duraderos del mundo.

Una de las grandes estrellas del museo son los objetos de bronce. Es que Erlitou alberga algunos de los bronces rituales más antiguos jamás encontrados, piezas de una complejidad técnica que sorprende a cualquier visitante.
Entre ellos destaca una auténtica joya: una pequeña carroza de bronce que, según los expertos, era usada por la élite para rituales o para demostrar poder. Aunque pequeña, su existencia prueba que ya en esa época existía un nivel de sofisticación social y tecnológico impresionante.

Pero eso no es todo. En las salas también brillan los jades tallados a mano: pequeños discos, cuchillas ceremoniales y figuras que combinan fuerza y delicadeza. Y lo que impresiona más aún es que trabajar con jade requiere de técnicas avanzadas incluso hasta hoy en día. Entonces, ¿cómo es que lograron hacerlo hace cuatro milenios?
Otra sorpresa de la visita es ver los instrumentos musicales antiguos, como flautas hechas de hueso de pájaro y campanas de bronce. La cerámica también tiene su espacio especial. Vasijas finísimas, pintadas con esmero, nos cuentan sobre una sociedad que no solo sobrevivía: también disfrutaba del arte y la belleza.
En algunos de los salones se puede sentir lo que los arqueólogos descubrieron al encontrarse con huellas en el barro, piezas dispersas, pistas de una civilización que todavía no reveló todos sus secretos.
Además de los objetos, el museo ofrece reconstrucciones basadas en hallazgos: invita a imaginar cómo eran las casas, cómo trabajaban los artesanos, cómo funcionaban los palacios.
Quienes caminan las salas de este museo no solo ven objetos antiguos, ven los primeros latidos de un pueblo que conquistó el tiempo y pueden visualizar como era una ciudad, mil años antes que muchas civilizaciones de Occidente pensaran en construir la suya.