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miércoles, agosto 6, 2025

El síndrome que causa irregularidad en el ciclo menstrual, acné y aumento del vello corporal, entre otros

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El síndrome de ovario poliquístico (SOP) es uno de los trastornos hormonales que aparece con mayor frecuencia en mujeres de edad reproductiva, aunque es común que no se diagnostique de forma oportuna, señala la doctora Graciela Noren Madrigal, ginecóloga y obstetra del Centro Médico ABC. Implica un desbalance entre varias hormonas clave del cuerpo, entre ellas la hormona luteinizante, los andrógenos y la insulina.

Los síntomas son diversos: períodos menstruales irregulares, acné, vello facial, caída del cabello, problemas para embarazarse o alteraciones metabólicas más profundas que pueden repercutir en la salud a largo plazo. Los efectos que este trastorno puede tener en el organismo varía de mujer a mujer.

En cuanto al origen, es complejo. Si bien existe un componente hereditario, también influyen de forma importante el estilo de vida, el entorno metabólico y la edad de la persona que lo desarrolla. Noren comenta que cada día se ven más casos en adolescentes, desde los 17 o 18 años, y esto suele relacionarse con factores como la obesidad, el sedentarismo y la alimentación rica en azúcares.

Dentro de los elementos centrales para el desarrollo de ovario poliquístico está la resistencia a la insulina, condición en la cual el cuerpo necesita producir más insulina de lo normal para mantener niveles adecuados de glucosa. Esta alteración se presenta en más del 50% de las mujeres con SOP. La resistencia a la insulina se asocia con un aumento en la producción de andrógenos, hormonas masculinas, lo que puede desencadenar síntomas como el vello facial, acné y alteraciones en el ciclo menstrual.

Otro factor esencial es la elevación de la hormona luteinizante; en niveles altos llega a alterar el equilibrio con la hormona foliculoestimulante (FSH), impidiendo la maduración normal de los folículos ováricos y dificultando la ovulación. Como resultado, se acumulan pequeños folículos en los ovarios, que no representan quistes en el sentido clásico.

Ginecóloga
Ginecóloga con paciente.

Foto: Freepik.

Adicionalmente, están los componentes genéticos. En caso de que una mujer tenga antecedentes familiares de síndrome de ovario poliquístico, sobrepeso u obesidad, diabetes tipo 2 o que la madre haya presentado diabetes gestacional durante el embarazo, es más probable que se desarrolle esta condición. Aún así, tener predisposición no significa que se manifestará, sobre todo si se mantienen hábitos saludables desde edades tempranas.

Las implicaciones del síndrome de ovario poliquístico van mucho más allá de la irregularidad menstrual. En muchos casos, las pacientes suelen buscar la primera consulta por motivos estéticos, debido al acné o el vello en el área de la papada, pero el verdadero riesgo radica en las consecuencias metabólicas que esto conlleva a largo plazo en la vida adulta.

Uno de los principales problemas es la infertilidad. Al no contar con una ovulación regular, muchas mujeres encuentran dificultades para lograr el embarazo. Esto no significa que sean infértiles, pero sí que podrían requerir tratamiento médico para inducir la ovulación.

Noren comenta que otra complicación de importancia a largo plazo es la hiperplasia endometrial, que puede ocurrir cuando las menstruaciones son muy espaciadas o inexistentes. En estos casos, el endometrio, que es la capa interna del útero, no se elimina de manera regular, lo que aumenta el riesgo de crecimiento anormal o, en casos más graves, de cáncer endometrial.

El síndrome de ovario poliquístico está estrechamente vinculado con el síndrome metabólico, condición que agrupa diversos factores de riesgo cardiovascular como hipertensión, colesterol alto, triglicéridos elevados y aumento en la grasa abdominal. Por este motivo, la vigilancia médica no debe limitarse al sistema reproductivo, sino también incluir evaluaciones metabólicas y cardiovasculares regulares.

Un diagnóstico oportuno y un tratamiento integral

El diagnóstico del síndrome de ovario poliquístico debe ser cuidadoso y multidisciplinario. Lo óptimo es que lo realice un ginecólogo o endocrinólogo, pero con frecuencia las pacientes llegan a una consulta inicial con los dermatólogos para resolver sus problemas de vellosidad o acné. Una mujer puede tener SOP si presenta al menos dos de tres hallazgos:

  • Oligoanovulación: ciclos menstruales irregulares.
  • Hiperandrogenismo: signos clínicos o bioquímicos de exceso de andrógenos, como el acné o vello facial excesivo.
  • Datos ultrasonográficos: estudio de ultrasonido que permite ver la distribución de los folículos en la periferia.

Una vez diagnosticado, el tratamiento debe ser personalizado según los síntomas predominantes y el objetivo de la paciente. Sin embargo, siempre debe estar presente el cambio de hábitos, incluyendo la actividad física regular, una alimentación balanceada y el manejo del estrés.

El Universal/GDA

Redacción

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