Romina Yan tenía 36 años, tres hijos chiquitos (Franco, 10, Valentin, 7, y Azul, 4) y toda una vida por delante.
Hija de una de las productoras más exitosas de la pantalla y de uno de los pioneros de la televisión argentina, supo abrirse su propio camino y se convirtió en una estrella que brillaba con luz propia… ¡Con una gran luz! Pero el destino, perversamente, se cruzó en su camino.
La tarde en la que la primavera se apagó
Romina vivía junto a su marido, Dario Giordano, y sus tres hijos en el barrio privado Rincón del Arca de Beccar. Y fue justamente de allí que salió el martes 28 de septiembre pasadas las seis de la mañana dispuesta a disfrutar de una corrida como tantas veces. Y lo hizo: corrió seis kilómetros y volvió a su casa para llevar a los chicos al colegio.
Más tarde se dirigió al gimnasio Fisical y se ejercitó 45 minutos en la cinta de correr.
Al salir, caminó hasta la esquina de Libertador y Alvear y sucumbió en plena calle. Eran las 16.10 horas y un vecino acudió en su ayuda.
Viendo que no lograba hacer nada con sus propias manos, no lo dudó: tomó a la actriz en sus brazos y la colocó en su auto particular para llevarla al hospital más cercano que era el Hospital Central de San Isidro.
Cuando los médicos de Emergencias tomaron el control de la situación (o al menos eso pensaba el joven), él tomó el celular de la actriz y llamó al último número que había marcado Romina: el de una amiga. Ella fue la primera en enterarse que Romina se había descompensado.
Lo que no supo decirle aquel desconocido es que la actriz había llegado sin signos vitales a la Guardia. Su corazón ya se encontraba detenido. Y aunque los doctores intentaron reanimarla por más de cincuenta minutos, ya nada pudieron hacer. A las 17.20, oficialmente, uno de ellos registró la muerte de la adorada hija de Cris Morena.
El dolor atravesó a sus padres
Fue Gustavo Yankelevich quien, en los pasillos del hospital y como pudo, le dió la noticia a Cris Morena. Su ex mujer lo negó con las palabras, con sus movimientos de cabeza y con todo el cuerpo. No podía ser… no podía ser. Hasta que sacó de la cartera su celular y marcó de memoria el teléfono de su hija. Tras unos tonos interminables, la atendió el contestador, y fue entonces que se derrumbó. Atravesada por tanto dolor cayó desmayada y el personal médico del segundo piso del Hospital debió atenderla. Ya no había vuelta atrás.
Hubo una autopsia
Aunque la familia inicialmente se oponía a la autopsia, la misma se realizó y determinó que Romina no había sufrido lesiones ni traumas, y que el causante de su muerte fue un paro cardíaco. La causa de su muerte se caratuló entonces como paro cardiorrespiratorio no traumático.
Una ironía del destino fue que la actriz se había realizado exámenes médicos cinco meses antes, y que todos le habían arrojado resultados absolutamente normales.
Fotos: Archivo Atlántida
