
Tarragona
El excelente estado de las reservas de agua de los tres embalses del tramo final del río Ebro (Mequinensa, Riba-roja y Flix) ha permitido que la habitual crecida controlada de primavera río abajo sea la más generosa de los últimos años. En total se liberarán 55 hectómetros cúbicos (hm³), según los cálculos de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE).
Superados los efectos y restricciones de la sequía, mucho menos severa en la cuenca del Ebro, la liberación de más caudal y durante más tiempo permitirá a los expertos analizar mejor el recorrido de los sedimentos arrastrados por la riada hasta el delta del Ebro.
Mequinensa, Flix y Riba-roja abren compuertas a la vez y liberan más agua gracias al buen estado
La voluntad de la CHE es que se puedan movilizar más sedimentos aprovechando el buen estado de los pantanos. “La acumulación de sedimentos no es buena para el medio ambiente. Los embalses deben de tener agua, no sedimentos”, destacó Miguel Ángel García Vera, jefe de Planificación Hidrológica de la CHE.

La apertura de compuertas en Riba-roja provocará una crecida regulada del tramo final del río
Jordi Marsal / ACN
Gracias al buen estado de los tres pantanos, con Mequinensa, que es el de mayor capacidad, por encima del 90%, la cota del embalse de Flix se pudo reducir previamente dos metros respecto al nivel normal para favorecer al transporte de sedimentos.
Lee también
El turismo vuelve a pantanos y ríos catalanes en un final desigual de la sequía
Sílvia Oller, Esteve Giralt

Se trata de un mismo sistema integrado por los tres pantanos, desde Mequinensa hasta Flix, el de menor tamaño, pasando por el de Riba-roja. La liberación de parte del caudal da más margen de seguridad ante una hipotética crecida del Ebro, río arriba.
La falta de sedimentos es una de las causas principales del retroceso del humedal ebrense, con problemas graves como la subsidencia o la salinización.
La crecida controlada empezó a primera hora de la mañana de ayer con la apertura de compuertas en la presa de Mequinensa (Aragón), liberando un caudal de 1.200 m3por segundo (m³/s) y finalizó por la tarde con el desembalse del pantano de Flix (Ribera d’Ebre), con un caudal desembalsado que osciló entre los 1.400 y los 1.500 m³/s. En el caso de Riba-roja, entorno al 80% de capacidad, se envío un caudal de 1.500 m³/s.
La crecida controlada, dirigida por la CHE, el organismo estatal competente, forma parte del régimen de caudales ecológicos fijados en el plan hidrológico de la cuenca del Ebro para el tramo final del río hasta la desembocadura al mar.
Para rastrear el recorrido de los sedimentos, se realiza una monitorización de sus movimientos en el embalse de Riba-roja a través de cuatro embarcaciones. Los técnicos toman muestras en profundidad y con sensores se realiza el seguimiento de la carga de sedimentos de fondo en la presa. Se realizará también el estudio en detalle de los efectos de la movilización de los sedimentos en los canales del delta del Ebro.
Las crecidas controladas sirven también para favorecer la limpieza de macrófitos del cauce del Ebro, con efectos beneficiosos para el estado ecológico del río.