La victoria del ultra George Simion el domingo en la repetición de las elecciones presidenciales en Rumanía ha acabado con la coalición de gobierno de socialdemócratas y liberales –más el partido de la minoría húngara–, cuyos miembros han hecho la lectura correcta de los resultados de la primera vuelta celebrada ayer: fue un claro voto de castigo. Simion no solo rozó el 41%, casi doblando el porcentaje del aspirante en segunda posición, sino que este no era el candidato de unidad de la coalición gobernante, el liberal Crin Antonescu (20,07%), sino el recién llegado e independiente Nicusor Dan (20,09%), alcalde de Bucarest. Peor aún, el voto de la diáspora rumana también se decantó por Simion en un 60% y por Dan, con el 25%. La diferencia en número de votos fue notoria: 3,86 millones para Simion; 1,97 para Dan y 86.000 menos para Antonescu.
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