Una casa con libros en cada una de las habitaciones —de Historia, de Ciencia Poltica, de Literatura—: estantes altos al sol, otra hilera baja junto a la ventana, un busto de Alfonsn que observa. All, en el barrio de Martnez de la Provincia de Buenos Aires, Elsa Llenderrozas ordena papeles, corrige parciales y responde correos desde las seis de la maana. Especialista en Relaciones Internacionales, politloga y candidata a diputada nacional por la lista en conjunto entre la Coalicin Cvica de Carri y la UCR bonaerense, dirigi la carrera de Ciencia Poltica de la UBA durante nueve aos —de 2016 a 2025—.
La vida domstica y la poltica se mezclan, se aglutinan: en los aos ochenta, en la UCR, conoci a Horacio Barreiro —entonces presidente de la Juventud Radical bonaerense— y desde ese cruce nace una biografa compartida. Amor y convicciones. Tuvieron dos hijas —hoy de 31 y 34 aos—. En la casa de Elsa, alrededor de una mesa larga, se encadenan las conversaciones: suelen sentarse, junto al matrimonio, el politlogo Andrs Malamud, entre distintos analistas y referentes radicales, amistades que tambin trazan una tradicin poltica.
Nacida en Carapachay, hija de inmigrantes espaoles que llegaron a principios de los cincuenta, fue la primera universitaria de su familia. Aquella Argentina de clase media extendida —casa propia, coche, vacaciones— aparece como un teln de fondo que explica obsesiones y vocaciones. La transicin democrtica la encontr en la Juventud Radical, con materiales hechos a pulmn y timbreos casa por casa. Luego, la UBA, la docencia, el Centro de Estudios de Estado y Sociedad (CEDES), los reconocimientos y la proyeccin de la carrera acadmica.
Su lectura del presente nace de la experiencia del territorio bonaerense que recorri como candidata en 2021 —por la lista «Dar el Paso» que encabez Facundo Manes— y de una biografa poltica socializada en la primera seccin electoral. Llenderrozas advierte sobre el deterioro de las rutas y los caminos rurales, el colapso de IOMA —la obra social de la Provincia de Buenos Aires— y la crisis educativa. Reclama polticas de Estado y un orden institucional que permita discutir prioridades presupuestarias. El conurbano —lo dice con crudeza— multiplica problemas: inseguridad cotidiana, empleos que no alcanzan, viajes interminables al trabajo.
Su mapa bonaerense incluye escenas pequeas que explican estadsticas grandes: grupos de WhatsApp que se organizan a las cinco de la maana para ir juntos a la parada del colectivo, robos que no se denuncian y no figuran, adolescentes cooptados por bandas de narcomenudeo. Las polticas que se necesitan son urgentes.
—Qu te llev a empezar a militar? Por qu el radicalismo? —le preguntaEl Economista.
—En mi casa siempre se habl de poltica. Mi padre vena de familia anarquista del lado republicano y haba un rechazo total al dictador Franco. Ellos eran filo‑radicales: Balbn primero, despus Alfonsn; marchas y actos. Mi militancia arranc en Carapachay, con un peridico local y el Centro Cvico, entre dirigentes de larga trayectoria y jvenes de la transicin —responde.
Desde esa matriz, Llenderrozas piensa el sistema poltico como un tablero polarizado en tercios. Describe dos bloques ntidos —el milesmo con el PRO y el espacio de «Fuerza Patria»— y un tercero que no quiere ni pasado ni presente y exige una alternativa «coherente y creble».
«Nos formamos en los ochenta con una cultura democrtica del dilogo», repite.«Dialogar» como un verbo legtimo: acuerdos para proyectos que duren ms de un ciclo y resistan a mayoras transitorias. Llenderrozas cita dos polticas de Estado: el MERCOSUR —de Alfonsn y Jos Sarney al Tratado de Asuncin— y el paquete de leyes de Defensa y Seguridad Interior de los aos ochenta.
La biografa acadmica es una parte decisiva de su recorrido. Politloga por la Universidad de Buenos Aires (UBA), integr la primera camada de estudiantes y graduados de Ciencia Poltica y tuvo como profesores a figuras como Luis Tonelli, Emilio de pola, Liliana De Riz, entre otros. Magster por FLACSO-Universidad de San Andrs (UdeSA) y por la Universidad de Barcelona en una maestra cotutelada, fue becaria en el Institut Barcelona d’Estudis Internacionals (IBEI).
Dio clases —y da—, entre otros, en la Universidad de Buenos Aires (UBA), la Universidad Nacional del Litoral (UNL), la Universidad Pedaggica Nacional (UNIPE), en posgrados de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP).
En su gestin en la UBA, se reform el plan de estudios y naci el Modelo de Naciones Unidas de la UBA (MONUBA), un simulacro acadmico en el que estudiantes representan delegaciones y negocian resoluciones en comits de la ONU; en la actualidad, estudiantes viajan al Modelo en Nueva York con premios en la valija. Esta iniciativa pinta el talante de Llenderrozas: involucrada en la formacin de los estudiantes, conectada —a la vez— con el mundo y con su pas, hacedora del trabajo como disciplina del pensamiento.
Entre los textos como autora o coautora se destacanArgentina, Brasil y Chile en la misin de paz en Hait, publicado por Editorial Acadmica Espaola en 2011 —un recorrido por las razones que llevaron a Buenos Aires, Brasilia y Santiago a sumarse a la misin de la ONU que busc estabilizar Hait tras la crisis de 2004—;Relaciones internacionales: teoras y debates, que Eudeba lanz en 2013 —un panorama de corrientes que salen del carril principal y ofrecen otras lentes para leer la poltica mundial, material de ctedra que qued como referencia en numerosas materias—; y un aporte sustantivo alManual de la poltica exterior argentina, una obra coral —compilada por el politlogo Juan Pablo Laporte— que Eudeba public en 2022.
Llenderrozas responde a las preguntas deEl Economistadesde su casa. Es tan atenta como incisiva en su lectura del presente. Papeles apilados, diarios subrayados, un mate que llega desde la cocina. Mira hacia el 2027 como horizonte bonaerense, con la expectativa de construir una opcin poltica que ensamble identidad y disciplina para que pueda ofrecer una alternativa. sa es la apuesta de Llenderrozas. En el busto, Alfonsn parece incentivarla a nunca decirle que no a los desafos.

—En la carrera de Ciencia Poltica tuviste un rol de articulacin entre distintos espacios. Cmo imagins llevar esa experiencia al mbito legislativo?
—Mi generacin se form en los aos ochenta con una cultura democrtica basada en la tolerancia y el dilogo.Esa formacin atraviesa la manera de leer la poltica. Si bien se compite en elecciones y se representan partidos distintos, nunca debera destruirse la posibilidad del dilogo y de llegar a acuerdos.La negociacin es legtima en democracia. El discurso antipoltico tiende a desprestigiarla, pero en realidad es parte esencial del sistema.Es la nica forma de construir proyectos que perduren en el tiempo. De lo contrario, con una mayora transitoria se impone un proyecto que no fue discutido, y esa imposicin es frgil.Uno de los grandes problemas de la Argentina es justamente la ausencia de polticas de Estado. Y stas slo se construyen con dilogo y con voluntad de acuerdo.
Por ejemplo, el MERCOSUR, como proyecto poltico, se fue consolidando desde los acuerdos de cooperacin alcanzados en los aos ochenta entre Ral Alfonsn, al frente de la Argentina entre 1983 y 1989, y Jos Sarney, presidente de Brasil de 1985 a 1990, hasta culminar en el Tratado de Asuncin en 1991, que dio nacimiento formal al MERCOSUR. Con altibajos, sigue siendo un proyecto de Estado, con dimensiones comerciales en algunos momentos y polticas en otros. Otro ejemplo: las leyes de Defensa Nacional y de Seguridad Interior, aprobadas en los aos ochenta, nacieron de consensos amplios entre todas las fuerzas polticas. Y siguen vigentes. Cuando se logra ese ejercicio, aunque demande tiempo y esfuerzo, el resultado es slido y perdurable.
En cambio, si se impone una visin unilateral, se cae en la dinmica de atraso permanente.Hoy el Congreso est devaluado por sus propios miembros: la intolerancia, los gritos, los insultos, la falta de preparacin degradan la institucin. En ese contexto es difcil, pero mi compromiso es llevar esa vocacin de dilogo y de lmites al poder, con respeto a la tradicin republicana del radicalismo: funcionamiento institucional, Constitucin, democracia. Y, al mismo tiempo, trabajar para sostener un proyecto de pas basado en la salud pblica y la educacin pblica de calidad.
—Los radicales estn fragmentados en el Congreso. Se propone impulsar un nico bloque?
—S. El objetivo, el compromiso y la voluntad pasan porreconstruir un radicalismo con representacin nica en la Cmara de Diputados, con un liderazgo capaz de ordenar desde la escucha y la identificacin con los proyectos histricos del partido. La fragmentacin actual merece una mirada crtica, lo mismo que ciertos mensajes contradictorios que algunas figuras del radicalismo emiten hacia la sociedad. La pregunta que se instala es obvia: qu se representa exactamente? Cuando se habla de identidad partidaria, en realidad se habla de identificacin y de representacin: qu se quiere representar hoy.Hay conductas de dirigentes y legisladores radicales que generan confusin; conviene corregirlas.

—Qu representacin debera encarnar el radicalismo?
—La tarea consiste en reconstruir un proyecto con dos ejes: instituciones slidas y movilidad social. Se trata de representar el proyecto de recrear una Argentina de clase media, queen las ltimas dcadas achic su tamao y perdi expectativas.
No alcanza con consignas. Hoy circula un dato demoledor: de cada 100 estudiantes, slo 10 terminan la secundaria a tiempo y con aprendizajes adecuados, en promedio nacional. En CABA la cifra sube a 23 de cada 100; en la provincia de Buenos Aires ronda 10 de cada 100; en otras jurisdicciones cae an ms. El problema principal es la calidad educativa. A eso se suma un drama de inclusin: para ensanchar la clase media se necesita empleo y empleabilidad, cerrar brechas y abrir oportunidades para jvenes y mujeres.
Por primera vez aparece empleo registrado con salarios de pobreza. Si se ignora, se desconoce lo que la sociedad padece. Para sostener un proyecto de clase media extendida y recuperar a quienes caen en vulnerabilidad, hace falta un puente de capacitacin y acceso a trabajo decente para jvenes y mujeres. La otra cara es la informalidad: crece sin pausa. Al mismo tiempo, necesitamos recuperar el nivel formativo de la escuela pblica y mejorar un sistema educativo degradado.
En el plano institucional,hay un tema de fondo que exige coraje: la ley de coparticipacin federal. Funciona como un nudo gordiano del sistema poltico. Para la Provincia de Buenos Aires es crucial: aporta cerca del 35% de la masa coparticipable y recibe alrededor del 22%.Los representantes bonaerenses deberan ponerlo sobre la mesa de modo sistemtico.
No es un eslogan: si no se capacita a los jvenes y no se los reintegra a un circuito que les d herramientas reales, el sistema se queda sin base. Incluso si maana apareciera una lluvia de inversiones en el conurbano, faltara mano de obra con calificaciones mnimas para industria y servicios.
—Qu desafos enfrentan las fuerzas polticas que no forman parte del milesmo y del peronismo?
—La magnitud de esta polarizacin es muy fuerte. El desafo es lograr diferenciarse y romper con esa idea instalada de que un voto puede desperdiciarse si la opcin poltica elegida no es la triunfante. Muchos electores piensan que siempre hay que apostar al ganador, sin tener en cuenta que en unas elecciones legislativas no se elige presidente ni gobernador, sino representantes: legisladores que encarnen ideas, valores y proyectos.
—En 2025 no hubo PASO. Cmo afect eso a los espacios de centro que suelen atraer a electores moderados? Imagins que las PASO volvern en 2027?
—Las PASO son un tema central. El ao pasado y este ao todas las fuerzas opositoras estaban en shock, paralizadas, y no se animaron a resistir con firmeza el proyecto de suspensin. Porque hay que aclararlo: las PASO no fueron eliminadas, fueron suspendidas.
A menudo se escucha en los medios un discurso antipoltico que las califica como un gasto intil, una encuesta cara. Pero cuando se suspenden, aparece el discurso contrario porque «se pelean los partidos hacia adentro, no logran ponerse de acuerdo». El problema es que ya no tienen reglas para ordenar las candidaturas.Las PASO eran un mecanismo civilizado de resolucin interna. A futuro, hay que sostenerlas.Votar es parte de la fiesta democrtica. Basta mirar procesos donde no hay democracia para valorar lo que significa ese acto.
—Qu pueden hacer los dirigentes polticos para desmantelar la antipoltica?
—Educar.Educar en el sentido dereconstruir una cultura poltica que valore la democracia, las libertades, la igualdad ante la ley, el Estado de derecho.
La corrupcin, la doble vara, la justicia lenta o ineficaz erosionan esa cultura y generan desafeccin democrtica. El Latinobarmetro lo muestra: la democracia pierde apoyo cuando la sociedad percibe que no ofrece resultados.
El discurso antipoltico va de la mano de un discurso antisistema. Para revertirlo es imprescindible reforzar una cultura democrtica.Y eso implica tambin combatir la violencia verbal que hoy impregna la poltica. El presidente y sus acciones no son un buen ejemplo: califica a los adversarios como «ratas miserables» o «defenestrados mentales». Cuando se normaliza ese nivel de insulto desde arriba, el resto de la sociedad lo toma como legtimo.
En la vida cotidiana no nos tratamos as: no se insulta al vecino ni al pasajero que se sienta al lado en el tren. Por eso, construir una cultura poltica democrtica tambin es revertir el mensaje de que la violencia verbal es libertad de expresin. No: la libertad de expresin no implica legitimar el agravio.
Parte de la poltica se ha transformado en un show degradante. Hay que volver a una poltica ms seria, ms respetuosa, que permita plantear disidencias y diferencias en un marco de respeto.El Congreso mismo necesita recuperar tolerancia, seriedad, dejar de lado el espectculo que lo desprestigia.
Y, por supuesto, esto tiene que ir acompaado de resultados.La democracia tambin se mide por lo que entrega. El apoyo social cae cuando el sistema no ofrece soluciones. Alfonsn lo expres con claridad: «con la democracia se come, se cura y se educa». Esa deuda sigue pendiente. Por eso, adems de educar en valores democrticos, hay que mostrar resultados concretos que devuelvan confianza en el sistema.

—Cmo se inserta hoy Argentina en el escenario global y qu intereses vitales conviene priorizar?
—El gobierno de Milei se ha volcado hacia un alineamiento explcito con Estados Unidos e Israel. Esos son «nuestros amigos». Esto nos asla del resto de nuestros vnculos histricos. Se observa en las ltimas votaciones en la ONU, donde Argentina ha votado junto a una minora, acompaando posiciones que nos alejan de nuestra tradicin diplomtica y, en muchos casos, de nuestros intereses vitales.
—Qu cambios y continuidades observs en la relacin con Estados Unidos? Qu evaluacin hacs de la presidencia de Trump hasta ac?
—El gobierno de Trump se ha convertido en un factor de inestabilidad global. Ha daado las relaciones con sus aliados, ha sembrado la desconfianza en los europeos, ha destruido la agenda multilateral y ha trastocado los ejes histricos de EEUU (por ejemplo acercndose a Rusia, en detrimento de Ucrania, o planteando dudas sobre el compromiso de proteccin a Europa). Por eso es tan cuestionable el acercamiento de Milei a Trump. Con este gobierno hemos vuelto a un alineamiento estrecho parecido al perodo de Menem,aunque el expresidente complementaba las relaciones carnales con EEUU, con relaciones estrechas con Brasil y con los pases europeos. Esto es diferente ahora porqueel gobierno de Milei pone las diferencias ideolgicas por encima de las relaciones entre gobiernos y los intereses de Estado. Un presidente distanciado de Lula, y que a la vez critica a los multilateralismos y a las democracias capitalistas europeas.
En un contexto de rivalidad entre Estados Unidos y China, la opcin esbalancear, hacer equilibrio que evite caer en la esfera de influencia de un slo lado. Hay que diversificar las relaciones a nivel global porque no debe olvidarse que China es un socio comercial clave para Argentina junto con Brasil. Y todo el potencial econmico a futuro, en trminos de desarrollo econmico e innovacin se est generando en la regin de Asia Pacfico. India e Indonesia son pases que estn creciendo sostenidamente.
—Cmo ordenar las diferencias con Brasil y estimular la relacin bilateral?
—Por razones histricas, econmicas, comerciales y hasta geopolticas, es clave que se vayan reordenando las relaciones con Brasil. Para empezar, hay que poner las relaciones de Estado por encima de las diferencias personales e ideolgicas de los presidentes. Dinamizar todo el trabajo de las segundas lneas, particularmente de las diplomacias, algo que ya se est haciendo. Es prioritario paragarantizar que Sudamrica se mantenga al margen de la disputa entre Estados Unidos y China, que no se convierta en una zona donde se dirima esa rivalidad. Y es clave el acercamiento y la coordinacin bilateral para enfrentar la agenda de seguridad y de lucha contra el crimen organizado transnacional, y mantener una regin como zona de paz.

—Considers que la agenda bonaerense queda muchas veces opacada por la discusin portea y nacional?
—Desde la Ciudad de Buenos Aires, con su centralismo, no se alcanzan a comprender muchas problemticas de la provincia. Un ejemplo es la falta de mantenimiento de las rutas, que constituye un riesgo no solo en trminos de seguridad vial, sino tambin para la produccin: son los caminos por los que se traslada la cosecha del interior. A eso se suma el estado de los caminos rurales. Otro problema es que muchos polticos nunca vivieron en la provincia y, en consecuencia, no logran dimensionar la magnitud de estos desafos.
La falta de inversin es evidente. Y resulta llamativo que en la eleccin provincial del 7 de septiembre se pensaba que, al no coincidir con la nacional, iba a ser posible discutir justamente estas cuestiones: el colapso de IOMA, el deterioro del sistema educativo, el estado de la infraestructura, la crisis de los hospitales provinciales. Se crea que era una oportunidad para poner esos reclamos sobre la mesa y ser escuchados.
Lo que finalmente ocurri fue que la eleccin se nacionaliz con eslganes vacos, anclados en el pasado, que no ofrecan una mirada de futuro. Consignas como «kirchnerismo nunca ms» o, en el otro extremo, «volver» de Fuerza Patria. Ninguna propuesta concreta sobre cmo corregir los errores del pasado y del presente. Fue, en ese sentido, una oportunidad perdida. Nosotros impulsbamos esa discusin seria porquelo que est en juego es la vida cotidiana de los bonaerenses.
El da a da en la provincia puede ser dursimo. Para conseguir atencin en un hospital, por ejemplo, hay que levantarse a las cuatro de la maana, hacer una fila interminable y, aun as, obtener un turno para tres meses ms tarde. PorqueBuenos Aires son dos provincias: el interior y el conurbano. Y el conurbano multiplica todos estos problemas. Y la inseguridad es uno de los ms graves. La vida cotidiana se encuentra condicionada: hay actividades que la gente directamente deja de hacer. En barrios de clase media ya no se ve a alguien lavando el auto en la vereda, salvo que haya dos o tres vecinos alrededor cuidando que no aparezca nadie inesperado. Esa sensacin demiedo forma parte del da a da.
—En estos das, el pas qued conmocionado por el triple crimen de Florencio Varela. Cmo interprets un episodio de esa naturaleza?
—Es completamente espeluznante; se lleg a un grado de violencia terrorfica. Es la manifestacin ms dolorosa del problema del narcotrfico en la provincia de Buenos Aires, un tema que qued completamente ausente en la discusin electoral. Ni se mencion. Y sin embargo, intendentes y dirigentes del conurbano, del segundo y tercer cordn, cuentan el avance progresivo y el dominio que tienen las organizaciones narco. Actualmentelos punteros polticos han sido reemplazados por los narcos.
Hay relatos autnticos sobre cmolos narcos les pagan a menores de edad, a adolescentes, por un da de trabajo: $100.000 por estar en la esquina y vender droga. Y eso impacta en la vida cotidiana de trabajadores. En los barrios ms vulnerables, donde viven empleadas domsticas y obreros de la construccin, tienen que organizarse en grupos de WhatsApp para salir juntos a la parada del colectivo. Se acompaan en grupo, porque es la nica forma de sentirse protegidos. Muchos viajan dos horas por da hasta sus trabajos. Entonces, se levantan a las cinco de la maana y deciden salir todos juntos. Si es un feriado laboral y no hay suficientes personas, directamente no salen.
Otro problema es el robo permanente asociado a las banditas protegidas por el narcotrfico. Por eso siempre cuestiono las estadsticas de inseguridad. Es cierto:Argentina tiene una tasa de homicidios relativamente baja. Pero la vida cotidiana est atravesada por robos constantes: la mochila, el celular, las zapatillas, la bicicleta.Son hechos que no se denuncian en la comisara.Lo nico que se registra es el robo de autos o de motos, porque existe el seguro y se activa un trmite. El resto queda invisibilizado. Y esa violencia cotidiana es lo que construye la percepcin de inseguridad que tanto se menciona.
Es cierto que la presencia territorial de los punteros se ha reducido, sobre todo en lo econmico, porque hay ms control de los movimientos sociales. Aunque esa funcin de referente de barrio —el que resuelve una urgencia, acerca un remedio o da una mano en lo inmediato— hoy muchas veces la ocupa alguien vinculado al narcotrfico.
Por eso lo de Florencio Varela resulta tan terrorfico: el asesinato, las torturas, la transmisin en vivo. Es algo gravsimo. Si un hecho as no despierta una decisin poltica clara de enfrentar la problemtica, no habr salida. Si se deja avanzar, no hay salida posible.

—Cul es el principal obstculo para que un joven pueda acceder a un empleo?
—El ao pasado, por ejemplo, hubo bsquedas laborales en empresas de Campana y Zrate, y se encontraron con que muchos jvenes no tenan habilidades mnimas: comprender un texto, escribir, hacer operaciones bsicas de suma y resta. A eso se suma otro factor que no depende tanto de la educacin formal, sino de lo que se llaman «habilidades blandas» como cumplir un horario. Entender que no da lo mismo llegar a las 8 o a las 8:20. Saber que hay que ir todos los das a trabajar. Acatar indicaciones de un jefe sin verlo como un gesto autoritario, sino como parte del funcionamiento de un equipo. Reconocer la importancia de la disciplina, del buen trato, de la comunicacin interpersonal. Estas carencias ya se ven en la escuela: alumnos que agreden a docentes, padres que esperan a los maestros en la puerta para golpearlos. Desde all hay mucho por corregir y revertir.
—Por qu es clave tener financiamiento adecuado para las universidades?
—El sistema de educacin superior tiene que formar a las nuevas generaciones. Adems, el financiamiento es indispensable no slo para el funcionamiento cotidiano, sino tambin para retener docentes calificados que puedan dedicarse a la docencia y a la investigacin.
La educacin superior es motor de desarrollo. Si se resigna eso, se resigna el futuro.Por eso es tan importante sostener a las universidades, que siguen ofreciendo formacin de excelencia, y al sistema de ciencia y tecnologa. Cuando se abandona esa inversin, se acotan las oportunidades de los jvenes.
De ah la relevancia de discutir las prioridades presupuestarias. Est bien un presupuesto equilibrado, eso no est en discusin: los intendentes radicales cuidan el presupuesto a diario, nunca gastan ms de lo que les ingresa porque saben que despus no se cubre el agujero. Aunque, cmo se asignan los recursos? Qu prioridades se establecen? Se sigue aumentando el gasto en servicios de inteligencia mientras se descuida a las universidades?
La semana pasada se discuti una ley de emergencia peditrica para el Garrahan y otra de financiamiento universitario. El gobierno dijo que romperan el equilibrio fiscal. A la semana siguiente, el gobierno anunci la eliminacin de las retenciones al campo, con un costo fiscal equivalente al que representaban aquellas leyes. Eso no rompe el equilibrio fiscal?
Un pas necesita un presupuesto. Si no lo tiene, queda a merced de la arbitrariedad y la discrecionalidad del Poder Ejecutivo. Las universidades, en particular, requieren previsibilidad para planificar. Sin eso, no funcionan. Es fundamental que este ao la comisin de Presupuesto funcione y se discuta cmo se asigna el esfuerzo que hacen todos los argentinos.
La educacin superior es motor de desarrollo. Si se resigna eso, se resigna el futuro
—Cmo evala que el Ejecutivo anuncie que no ejecutar una ley ya promulgada?
—Eso es gravsimo desde el punto de vista institucional y constitucional.Una ley puede aprobarse, vetarse o promulgarse. Lo que no existe es promulgarla y suspenderla. Esa figura no existe. Ya hubo presentaciones judiciales al respecto y en la Cmara de Diputados se presentaron proyectos para interpelar a Guillermo Francos, incluso pedidos de voto de censura. Es la primera vez que se incumple de manera tan flagrante un proceso constitucional. Es un atropello fuerte al funcionamiento institucional.

—La provincia de Buenos Aires se suele describir como ingobernable, y circulan iniciativas para dividirla. Qu posicin tiene tu espacio en ese debate?
—Hay que avanzar en la autonoma municipal: fortalecer de verdad los poderes locales.Tambin, ordenar el territorio.Si no se logra dividir la provincia —como proponen algunos proyectos— al menos hay que darle coherencia al mapa administrativo. Hoy conviven divisiones judiciales, policiales y sanitarias completamente descoordinadas. Es un caos de gestin. Si no hay reformas profundas, al menos debera haber un ordenamiento jurisdiccional ms claro y coherente.
Eso es parte de lo que vuelve a la provincia ingobernable: un «elefante» administrativo que necesita ser corregido. Tambin es fundamental insertarlo en un esquema de coparticipacin federal que repare desigualdades. Y corregir la representacin de las secciones: algunas estn subrepresentadas y otras sobrerrepresentadas.El radicalismo es reformista, y nuestro compromiso es trabajar en proyectos de reforma para la provincia.
—De qu modo puede reordenarse el sistema poltico despus del 26 de octubre?
—Lo que se observa es un proceso todava muy polarizado, aunque en tercios. Dos tercios estn muy claramente identificados: por un lado, el milesmo y su alianza con el PRO; por el otro, Fuerza Patria. Y queda un tercer tercio, compuesto por una sociedad agobiada, cansada, que no encuentra una alternativa coherente y creble que logre superar esta disputa.Ese sector est decepcionado con lo que considera el fracaso del gobierno actual, pero tampoco quiere volver a un pasado que tambin evala como fracaso. All es donde aparece la demanda de una opcin seria, coherente, con esperanza de futuro.
Si no se ofrece esa alternativa, no se le da a la sociedad ninguna expectativa de cambio. Esa tercera opcin est en construccin.Desde nuestra lista consideramos que hay que empezar a consolidarla, con un mensaje claro de representacin, transparencia, lucha contra la corrupcin, lmites al abuso de poder y preocupacin por las emergencias sociales, educativas y de seguridad.Lo peor que podra sucederle a la Argentina es que la sociedad crea que slo existen dos alternativas. Eso baja los brazos, desalienta la esperanza, instala la idea de que la sociedad est condenada a elegir entre el milesmo —ms de lo mismo— y el kirchnerismo —tambin ms de lo mismo. Y esa frustracin se refleja despus en el ausentismo electoral.
Frenar la inflacin es positivo, s, pero no alcanza. Porque al mismo tiempo hay una recesin galopante, una prdida de empleo creciente yun 70% de la poblacin que no llega a fin de mes. El gobierno sostiene que las fuerzas de mercado terminarn acomodando la situacin. Eso nunca pas en la historia, ni ac ni en ningn lugar. Por eso se impone la necesidad de un plan econmico de crecimiento con equidad y empleo y, al mismo tiempo, con medidas de contencin para quienes reciben el golpe ms duro.No se trata slo de estabilizar precios, sino de marcar un rumbo y sostener a la sociedad en el camino.
Es importante insistir en que no se trata de un enfrentamiento entre dos polos irreductibles.Ni el kirchnerismo va a desaparecer, como se escuch decir en tono de consigna, ni el milesmo va a consolidarse como fuerza hegemnica. La trampa est en hacer creer que no hay ms que dos opciones.
En esta eleccin legislativa lo que est en juego son diputados y diputadas. Lo central es pensar qu representacin se quiere en el Congreso, qu voces harn propios los reclamos de la sociedad y con qu proyectos se identificar esa representacin.
—Qu proyecto te gustara haber concretado en 2026?
—Este esfuerzo, este compromiso que encaro con entusiasmo: ojal se concrete con un buen resultado electoral y que el ao prximo se pueda trabajar en la Cmara de Diputados. Y, adems,avanzar en una propuesta para 2027 en la Provincia de Buenos Aires con la Unin Cvica Radical.
