Como sucede con esos platos que un día sin saber por qué dejamos de cocinar en casa, hasta que de repente sentimos la urgencia de redescubrirlos, así ocurre con la visita a algunos restaurantes. Es una satisfacción regresar a Embat (Mallorca, 304), y comprobar que celebra 18 años de travesía con una salud excelente y una cocina que ha ido evolucionando y que oculta su complejidad bajo una apariencia nada pretenciosa.
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