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lunes, octubre 6, 2025

Emiliano Kaczka: El regreso con gloria del Gran Hermano de Guido y su reencuentro 30 años después con Leo Sbaraglia

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El día que Emiliano Kaczka (53) decidió volver a actuar -tras un impase de 15 años- nunca imaginó este presente: está en simultáneo en Las maldiciones (1° entre las series de Netflix en nuestro país y en el top ten global de habla no inglesa), Los Mufas: suerte para la desgracia (3° en Disney+ Argentina) y El sabor del silencio (Flow).

El hermano mayor de Guido (47), inevitable referencia, no sólo por el notable parecido físico sino porque como él fue durante años uno de los pibes de la tele. Debutó a los diez en Pelito (icónica tira infantil con Adrián Suar, Julián Weich y Gustavo Bermúdez, más sus hermanos Analía y Guido) y siguió con Clave de Sol (Pablo Rago, Leonardo Sbaraglia, Cecilia Dopazo, más él y Guido, otra vez juntos).

A los 19 ya era un actor afianzado (Regalo del cielo, Alta comedia, Mía solo mía, Ricos y famosos), pero antes de cumplir los 30 fue espaciando sus participaciones. La crisis del 2001 lo decidió a terminar los estudios de abogacía, profesión que todavía ejerce, e imprevistamente cambió el set por los tribunales.

En 2006, antes de dedicarse completamente a su nueva profesión, hizo colaboraciones especiales en televisión, una gira nacional con la obra Confesiones del pene, e interpretó a Jorge Cyterszpiler en la película Maradona, la mano de Dios, del italiano Marco Risi, que en la Argentina nunca se estrenó.

En estos años alejado del medio, conoció a su mujer (Ingrid, diseñadora de interiores), con quien se casó en 2008 y fue papá de Lara (16) y Lucía (12).

Emiliano Kaczka se destacó en tiras juveniles como Emiliano Kaczka se destacó en tiras juveniles como «Pelito» y «Clave de Sol», pero en la crisis de 2021 decidió que su camino era la abogacía. Foto: Fernando de la Orden

El por qué del regreso

-Teniendo en cuenta que ya pasaron 43 años de tu debut…

-¡Ni me lo digas! (risas)

-¿Qué te impulsó a volver?

-Cuando uno tiene una vocación siempre están las ganas, aunque las circunstancias de la vida puedan alejarte. Fue un tiempo que aproveché para enfocarme de una manera distinta, con más conciencia sobre lo que es este trabajo. También haber hecho talleres de literatura con Liliana Heker me dio un abordaje distinto a cualquier hecho artístico.

-A la distancia. ¿te arrepentiste de haberte alejado de un medio en el que eras figura?

-Fue una circunstancia que se dio, no es que yo la elegí, pero hoy, a la distancia, veo que fue algo que necesitaba. Cuando entré era muy chico, sufría cosas que te superan, te desbordan. No elegí esa pausa pero me vino bien.

-¿Qué cosas te superaban y no podías manejar por tu edad?

-Es un trabajo que, a diferencia de otros que terminan a las ocho horas, es 24/7, y a partir de Pelito y de Clave de Sol siempre estaba expuesto. Yo quería también vivir la vida de un chico normal, salir, estar con mis amigos… Lo hacía pero era difícil.

-Igual seguiste, no es que en medio del éxito dijiste: paro.

-Es cierto. Seguí, hice novelas en canal 9, en Telefe, pero en un momento ya eran trabajos que no me interesaban demasiado. También empezaron los problemas económicos porque el trabajo no llegaba en la cantidad esperada, había que pagar las cuentas todos los meses… Eso me llevó a en un momento decir: me corro. Fue en el 2001, el país estaba muy complicado. Yo estudiaba abogacía, tenía un mandato familiar, ahí aceleré, terminé y me dediqué un tiempo largo.

Regreso exitoso. Emiliano Kaczka está en tres series, en plataformas distintas. Foto: Fernando de la Orden Regreso exitoso. Emiliano Kaczka está en tres series, en plataformas distintas. Foto: Fernando de la Orden

Mi hijo, el doctor

-¿Tenías que estudiar abogacía o te gustaba?

-El mandato era la abogacía. Mi padre era una persona que me insistía mucho, no sé si ya veía con buenos ojos que me dedicara a la actuación como forma de vida.

-O sea cuando eras chico era una cosa…

-Tal cual. Tenía algo también de “el hijo mayor” y me insistía con que tuviera un título. Él era vendedor de muebles y tenía eso de “mi hijo el doctor”. Empecé a trabajar en un estudio, tomé algunos casos y seguí…

-¿En qué te especializaste?

-Hice bastante general, civil, laboral y etcétera, sigo haciendo cosas…

-El doctor Kaczka.

-Ponele… Mejor, el actor Kaczka.

-¿Vas a continuar?

-Si lo necesito sí, obvio.

Emiliano Kaczka sintió el  mandato paterno. Al ser el hermano mayor, fue el que llevó un título universitario a la familia. Foto: Fernando de la OrdenEmiliano Kaczka sintió el mandato paterno. Al ser el hermano mayor, fue el que llevó un título universitario a la familia. Foto: Fernando de la Orden

-El perfil de tu Instagram, dice: Actor desde niño. ¿Por qué necesitaste ponerlo así?

-Ya adulto veo un camino largo, que empecé de muy chico, a los 10, y hoy lo puedo disfrutar de otra manera. A mi manera. Nosotros tenemos una historia con la actuación. Mamá fue actriz vocacional, trabajaba en los elencos estables de las municipalidades de Quilmes y Moreno. Su papá, mi abuelo José, también era actor en San Juan y mi bisabuelo, escenógrafo o algo así. De los cinco hermanos, tres somos actores, Guido, Analía que hoy es psicopedagoga, y yo. Felicitas es psicóloga y María Sol, la menor, a la que le llevo 19 años, es diseñadora gráfica.

-¿Tus hijas conocían tu trabajo? ¿Te vieron en videos alguna vez?

-Sí, me veían y una pregunta muy recurrente era por qué había dejado de actuar o sí volvería… La gente todavía me seguía reconociendo y por ahí un compañerito les decía que su mamá o su papá me veían en Pelito o en Clave de Sol.

-Además tu apellido no es García…

-¡Claro! Encima con mi hermano en la tele se mantenía la vigencia.

Ese teléfono que no suena

-Lo primero que hiciste, después de 15 años, fue una participación como el fiscal Ángel Quiroga, en “María Marta, el crimen del country”. ¿Vos levantaste el teléfono o cada tanto todavía sonaba?

-No, no sonaba y yo me sentía afuera, entendía que ni siquiera estaba en la lista… Hasta que un día me llamó Jorge Alberto Gómez, mi representante -que hacía como dos años que no hablábamos y la última vez había sido por algo de abogacía- y me dijo: “Hay un personaje para vos”. Un abogado, y me llamaron. Para mí fue un acontecimiento.

Después vino lo de Los Mufas, casi saliendo de la pandemia. Hice un casting con Gabriel Medina, el director, y que él me haya elegido fue un espaldarazo muy grande, sentí que me quería enfocar otra vez en la carrera y a decir abiertamente que la actuación era otra vez mi mundo.

Emiliano Kaczka en Emiliano Kaczka en «Pelito» y hoy.

-En “Los Mufas” sos Silvio, el jefe de un noticiero.

-El jefe y el productor periodístico en un canal, alguien que tiene afecto por Roque (Daniel Hendler) y lo incita a que traiga mejores propuestas e investigaciones como los documentales premiados del pasado.

-Enseguida te proponen un papel totalmente diferente para “El sabor del silencio”.

-Absolutamente, soy Héctor Ordoñez, un empresario corrupto ligado a la política. Ahí no tuve que hacer casting, me llamó Mariano Hueter, que me había visto en María Marta… Y después llegó Las maldiciones, me convocaron para un casting, que se hizo en varias etapas, porque era un proyecto muy importante. Yo tenía muchas ganas de hacerlo y tuve la suerte de quedar. Trabajar con Daniel Burman, un referente del cine y un director consagrado; con Martín Hodara (uno de los guionistas y co-director); y que protagonizara Leo (Sbaraglia) para mí era todo un acontecimiento ya de otra manera.

Reencuentro en clave de sol

-¿Cómo fue el reencuentro con Leo con quien no trabajabas desde “Clave de Sol”?

-Nos vimos en Aeroparque, lo saludé y empezamos a charlar. “¿Qué hacés? Porque yo estoy viajando a Jujuy para una serie”- me dijo. “¡Yo estoy en la serie!”, le contesté. Se sorprendió porque no lo sabía.

-¿Hacía mucho que no se veían?

-Uf, 35 años que no conversábamos, pero en 1998 nos habíamos cruzado en el Gran Rex cuando fuimos en representación de la Asociación Argentina de Actores con otros colegas a entregarle un reconocimiento a Sandro.

En el aeropuerto nos abrazamos y me comentó que el año pasado me había visto en un cartel en la calle Corrientes por la obra de teatro que hacía (Solo brumas, de Tato Pavlovsky). Pero fijate lo que es el campo emocional, cuando nos pusimos a charlar era como si nos hubiéramos visto hacía dos meses, con esa confianza linda de alguien que conocés de adolescente, cuando uno en la vida miraba todo con esperanza, con inocencia.

-No sé si solés pedir consejos, pero ¿te dijo algo antes de empezar?

Leo me tiró un disparador en una escena que me ayudó muchísimo. “Es una serpiente. Vargas es una serpiente”, me dijo. Me hizo bien, porque en Las maldiciones me sentí en confianza, integrado en un elenco increíble, Leo, Gustavo Bassani, Monna Antonópulos, Alejandra Flechner… Una experiencia hermosa, que no tuvo desperdicio.

Emiliano Kaczka como Jorge Cysterpiller en la película italiana Emiliano Kaczka como Jorge Cysterpiller en la película italiana «La mano de Dios».

-Parece que volviste como pidiendo permiso y con tu rol de Rogelio Vargas, el custodio temerario de Las maldiciones”, pudiste decir: Acá estoy yo. ¿Es así?

-Uno siempre está empezando, siempre tenés la inseguridad de si te van a volver a llamar, pero ya volví y me emociona que me digan “Qué lindo volver a verte”.

-Es cierto que, así como el 2001 fue determinante en tu decisión de hacer otra cosa, en la pandemia, ¿Michael Douglas te inspiró?

-¡Sí! Fue por El Método Kominsky, donde él es un actor que deja de trabajar y da clases de teatro, y yo mientras estudiaba abogacía di clases de teatro. Hay algo de ese personaje que me tocó, porque me generó una nostalgia y me activó el deseo. Y en ese momento me llaman por esa propuesta de María Marta…

Video

Netflix estrenó el tráiler oficial de «Las Maldiciones»

-¿Lo habías hablado con alguien de tu familia, por ejemplo, con Guido?

-No, porque cuando uno tiene esa nostalgia, que es un dolor también, uno se lo guarda para salir adelante.

-Es curioso porque él, casi coincidentemente con tu decisión de dejar esta profesión, empezó a dedicarse a la conducción y no volvió a actuar.

-Exacto. No volvió a actuar.

-Entonces tampoco es que podías verte reflejado en lo que estaba haciendo él.

-No, me encanta lo que hace, pero no genera mi deseo la conducción. Igual me gusta verlo, soy consumidor, pero no me veo yo haciéndolo.

Emiliano y Guido Kaczka. Para el mayor, Guido es un Emiliano y Guido Kaczka. Para el mayor, Guido es un «genio conduciendo» y mejor tío que él.

-¿Tampoco conduciendo juntos?

-¡No! Me daría pudor, porque Guido es demasiado bueno, es un genio. Además de un gran conductor es un gran productor y un gran generador de ideas. Cuando filmamos las escenas de Las maldiciones en Susques, Jujuy, donde la gente es super solidaria y amable, sorprendentemente me reconocían y me hablaban mucho de Guido.

-¿Te molesta o te divierte que te hablen todo el tiempo de tu hermano?

-Para nada. Cuando hacíamos Clave de Sol había algo de eso también hacia él. Igual yo no me veo tan parecido como la gente me dice, no es que nos confunden en la calle, pero siempre hay alguien que dice: “Sos igual, hablás igual”, y yo contesto que modulamos parecido (risas).

-¿Cómo se llevan?

-¡Bien! Tenemos una linda relación de hermanos. No somos de hablarnos todo el tiempo. Nos vemos en cumpleaños, en fiestas, nos llamamos por mi mamá o por algún evento. Y cuando uno necesita del otro siempre estamos, pero no es diario.

-¿Son buenos tíos?

-Él es muy buen tío, yo no sé si soy tan bueno, porque soy un poco desbolado con las fechas, me cuesta acordarme. pero los quiero mucho a todos mis sobrinos que ¡son un montón! Romeo, Benjamín, Helena y Eliseo, de Guido; Tali, que va a ser abogada, de Analía; Lucas y Valentina, de Felicitas; y Beni, de María Sol.

-Una pasión que comparten es River.

-Sí, pero ya no soy tan fanático, lo fui hasta la época de Francescoli, iba a la cancha con Guido, que sigue muy fanático… Sufrí mucho cuando se fue a la B, angustiado lo llamé a mi hermano, tratando de entender qué estaba pasando. Obviamente me alegré mucho cuando volvió a Primera y cuando le ganó a Boca en Madrid hablamos largo con Guido. Pero hoy ya no voy a la cancha, no es una pasión.

-En estos años te dedicaste a escribir y publicaste cuentos, ¿lo seguís haciendo?

-Cuentos y una novela que empecé a escribir en pandemia, llegué a doce capítulos, que es bastante, pero le falta, es un proyecto que tengo que retomar. Se llama Derecho de piso, tiene que ver con el medio, trata de un chico actor, pero no es autorreferencial.

Tango, que me hiciste bien

Emiliano Kaczka esttá escribiendo una novela. Ya tiene 12 capítulos. Y aunque no es autobiográfica, trata sobre un niño actor. Foto: Fernando de la Orden Emiliano Kaczka esttá escribiendo una novela. Ya tiene 12 capítulos. Y aunque no es autobiográfica, trata sobre un niño actor. Foto: Fernando de la Orden

-Actuar y escribir, ya dijiste que la conducción no te interesa. ¿Y la música?

-Me gusta mucho, pero no soy ningún entendido. Escucho de lo más variado, ópera, tango… Canto tangos, pero de ducha, no es algo que estudié.

-¿Si te llamaran para hacer un papel de cantante?

-Sí, me llaman como actor lo haría (lo dice sin dudar) y con un coach cantaría.

-¿Qué tangos te gustan?

-Falcón, Goyeneche, Gardel, el tango me gusta en general. Remembranza, ¿lo conocés?, es el que dice: “Como son largas las semanas cuando no estás cerca de mí”. La última copa y Fueron tres años me gustan mucho.

-¿De quién heredaste esta pasión?

-Mi tío Luis era tanguero. Y mi abuelo José, el actor, era tanguero también y una vez me contó que lo conoció a Gardel en un bar del centro donde se juntaban.

-¿Qué te deseás para tu vida de ahora en más?

-Ver crecer bien a mis hijas, felices. En lo profesional, seguir participando en proyectos que me colmen.

-¿Acaso recibir algún premio por tus personajes significaría un regreso con gloria?

-Sería hermoso. Pero más que la gloria sería sentir que la gente que comparte el amor por la profesión, que se conmueve ante hechos artísticos y que tiene una mirada estética valora mi trabajo. No por una cuestión de ego, sino es el hecho de sentir que con ese reconocimiento están diciendo: “Vas por el buen camino”.

Redacción

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