Como una metáfora de lo que fueron su vida y su obra, la exposición que el Met de Nueva York dedica a Emily Sargent (1857-1936) se ha concebido como complemento y continuidad de la muestra de retratos de su hermano, John Singer Sargent (1856-1925), estrella de la pintura de la edad dorada, que cerró a principios de agosto. De John lo sabemos casi todo; en cambio, las acuarelas de Emily han sido un descubrimiento incluso para su familia.
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