Fideo volvió al Gigante de Arroyito y vivió una jornada inolvidable: lágrimas, ovación, homenaje de la AFA y el cariño incondicional de la hinchada canalla.
Ángel Di María volvió a casa. Este sábado, el campeón del mundo disputó su primer partido como titular con la camiseta de Rosario Central, y el Gigante de Arroyito se tiñó de emoción, fuegos artificiales y cánticos para recibir a su ídolo. El regreso de “Fideo” fue un acontecimiento histórico para el club y para el fútbol argentino.
Desde temprano, las redes oficiales de Central le rindieron homenaje con fotos, frases emotivas y videos de su recorrido futbolístico. Incluso su exclub, el París Saint-Germain, lo saludó con un mensaje especial: “¡Buena suerte, Angelito!”, recordando su vínculo con la élite del fútbol mundial.
Ovación, lágrimas y reconocimiento
Uno de los momentos más conmovedores se vivió en el precalentamiento, cuando Di María salió solo al campo de juego. La multitud lo recibió con una ovación ensordecedora, y el rosarino no pudo contener las lágrimas. Minutos después, ingresaron sus compañeros para sumarse a los movimientos previos al encuentro ante Godoy Cruz.
Ya en la salida oficial al campo de juego, el estadio explotó en aplausos, bengalas, banderas y cánticos, mientras Fideo aparecía tomado de la mano de sus hijas, completando una postal inolvidable para la familia canalla.
El homenaje de la AFA y una carrera legendaria
El presidente de la AFA, Claudio “Chiqui” Tapia, también estuvo presente y le entregó a Di María una plaqueta de reconocimiento con imágenes de su trayectoria, en un gesto que terminó en un sentido abrazo entre ambos.
La vuelta de Ángel Di María no es un simple regreso: es la de un campeón del mundo en Qatar 2022, bicampeón de América, ganador de la Finalissima ante Italia, medallista de oro olímpico en Beijing 2008 y autor de goles determinantes en cada título con la Selección Argentina.
El balón volvió a rodar, pero el recuerdo de este día ya quedó inmortalizado en la historia de Rosario Central y del fútbol argentino. El Gigante de Arroyito vibró como nunca y fue testigo del regreso de uno de los futbolistas más queridos y determinantes del país.