Lo primero que hizo el ilustre poeta francés Paul Valéry al llegar a Barcelona fue rendir visita a la Generalitat para cumplimentar al president Francesc Macià. Corría 1933.
Macià le confesó la satisfacción que sentía por el encuentro personal en la sede de la Presidencia de Catalunya; y es que había sido el primer intelectual galo que encabezó con su firma el manifiesto dirigido al gobierno de la República Francesa: pedía la libertad de los procesados por los hechos registrados con ocasión de aquella intentona independentista de Prats de Motlló organizada por Macià en 1926.
El admirado escritor fue el primer firmante del manifiesto que pidió la libertad del independentista
El magistral y admirado poeta confesó a renglón seguido recordar a la perfección aquella firma, pues se la habían solicitado dos muchachos catalanes llegados andando hasta París para rogarle que encabezara las firmas de los intelectuales franceses. Aquel acto, por el hecho de darse bajo la dictadura de Primo de Rivera que entonces imperaba en España, ganó al instante la emoción del ilustre poeta, quien cedió de inmediato y sin dudar sobre lo que aquellos jóvenes le proponían con entusiasmo. Enterada la condesa de Noailles, se sumó a la firma.
La conversación entre Valéry y Macià se alargó mucho más de lo que había sido previsto en el protocolo.

El magistral escritor fue recibido en la Generalitat como huésped de honor
JOSEP DOMÍNGUEZ / IMAGEN CEDIDA POR EL ARXIU FOTOGRÀFIC DE BARCELONA
Por la tarde, en el Ritz y en el marco del Conferentia Club, el poeta ofreció una intervención brillante.
La primera visita de Valéry se había dado ya en 1924, al ser invitado en calidad de conferenciante. El encargo le fue propuesto por la Diputación. Y también aceptó cumplimentar la petición formulada por Amics de la Poesia, con sede en el Ateneu Barcelonès. Fue presentado por los poetas Josep Maria López-Picó y Carles Riba.
Sostenía que Catalunya quería su autonomía y había sabido conquistarla: era digna de ejemplo por ser el único gran puerto mediterráneo, y acaso del mundo, que honraba de forma tan magnífica la cultura.
Recorrió la ciudad de la mano de Miquel Utrillo. A su regreso, agradeció la impresión enorme que le había producido visitar por vez primera la Barcelona que había soñado desde su infancia poder llegar a conocerla.
Su presencia inspiró la rima satírica entonces muy en boga, y un sonriente Rossend Llates me recitó de memoria: Ves si anà leri-leri / que per un accent a la i / el pobre Lluís Valeri / no va ser Paul Valéry .
Lee también
CUADERNO BARCELONÉS
Más o menos fósforos
Me costaba encender el gas al no tener más remedio que hacerlo con una sola mano. Me entretuve en leer lo que la cajita de fósforos suecos detallaba. Y di con esta información curiosa: “Cont. Aprox. 100 Fósforos Largos” Pese a tanta mayúscula innecesaria, no me desvié de lo básico: el contenido aproximado. Mi buena memoria me hizo revivir con exactitud la anécdota que me había contado mi gran y añorado amigo Xavier Benguerel. Al poco de llegar exiliado a Chile fue recibido por Salvador Allende, director general de un ministerio. Al término, le rogó que comentara algo que le hubiera llamado la atención del país. Y entonces Benguerel se atrevió a decirle que estimaba ridícula la advertencia estampada en las cajitas: “40 fósforos más o menos”. Esta y muchas historias que me contaba se me antojaban tan interesantes y divertidas que le eché en cara no haber escrito sus memorias chilenas. Se negaba, pero al fin logré convencerle. Es un formidable, emocionante y aleccionador documento: Memòria d’un exili. Xile 1949-1952, en el que me estampó una larga y expresiva dedicatoria.